Back to school

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Agitó sus largas pestañas, suspiró y mordió su labio rosa. Tenía un cigarrillo entre los dedos, y moretones en sus manos, causados por una pelea callejera, le habían gritado maricón. En su vecindario había mucha homofobia y él trataba de hacerle la vida imposible a todos, los vecinos lo veían por la ventana de sus casas horrorizados y sus padres... A ellos no les importaba su homosexualidad lo que les interesaba era que Gerard Way de 17 años era un bueno para nada.
Su madre lo vio afuera de su casa sentado en las escaleras frente a la puerta.
—¡Mañana entras a la preparatoria! ¡Y ni siquiera te importa! Ya deja de fumar. –gritó Donna, con un montón de ropa en una cesta que cargaba.
Era el último día de verano, al siguiente día estaba obligado a ir a la escuela y participar en eventos académicos.
La escuela nunca fue lo suyo, solo se mantenía para sobrevivir y no tener que darle más decepciones a su familia.
Todo el tiempo era comparado son su hermano menor, Mikey, y era raro porque en la mayoría de los casos eso no funciona así. El Way menor tenía promedio de 10 y también era menos problemático e incluso tenía un trabajo cosa que Gerard jamás lograría.

Tiró la colilla consumida de su cigarro al suelo y entro a su casa para irse a dormir, sin cenar, tenía muchos sentimientos pasando a través de su cuerpo y mente. Necesitaba dormir.

Al siguiente día fue despertado por la loca de su madre y sus gritos. Estaba peleando con su padre, aparentemente sobre la comida, ya no importaba porque pelearán siempre era por una tontería.
Se dio un baño y trato de verse muy bien, ya que ese sería su día, aquel día donde vería a alguien muy especial.

Tomó su mochila y fue hacia la cocina donde se encontró a su hermano, ya desayunando y con la vista en un periódico local. Giró los ojos porque siempre parecía tan perfecto, tan calmado y tan feliz, cosa que él no era o al menos no tanto como él. Pero en algo Gerard podría superar a Mikey aunque fuera un poco, los hermanos Way eran muy guapos, habían nacido con lindas facciones, pero por alguna razón o otra, en cuanto a belleza Gerard siempre llamaba más la atención, por sus pestañas, sus ojos, sus labios, su cabello y su forma de vestir. Ese día llevaba una camiseta negra que ponía "i dont dress to impress, i dress to depress. i wanna look so good that people hate themselves." Y la verdad era que nuestro querido amigo de ojos verdes causaba envidia en ciertas personas, como cuando se robo el novio de una chica de último año, el tipo cayó redondito a la tentación y después Gerard lo dejo a la semana, por un modelo más viejo. Fue una anécdota muy divertida, que al recordarla rió un poco, mientras se sentaba para desayunar un plato de fruta y jugo. Su hermano volteo a verlo notando su presencia.
—Buenos días Gee. – dijo el de lentes, educado como siempre. Entre ellos dos se llevaban bien, lo que los molestaban uno del otro, eran las comparaciones que les hacían sus padres.
—Muy buenos Mikey. – respondió.

Al terminar el desayuno cada uno se fue por su camino, ya que iban a escuelas diferentes. Mikey asistía a una donde no pagaba, ya que tenía una beca de promedio ejemplar y era una escuela muy cara, que hace unos años se había ofrecido para tener al de lentes  como su estudiante. Mientras que Gerard iba a otra igual de cara, esta si la pagaban, y estaba más centrada en la disciplina, cosa que el peli negro asegura haber aprendido mucho.
Donna se llevaba a Mikey, y Donald a Gerard, así funcionaba el sistema.

Al llegar a la institución bajó del auto despidiéndose con un simple adiós de su padre.
Caminó lentamente hacía la puerta, tenía tiempo, pues acostumbraba llegar temprano por dos razones:

1. Porque le gustaba ser puntual a decir verdad, toda su vida había crecido con ese pensamiento de que llegar temprano a un lugar es mejor.

2. Podría ver a su novio.

Casi no había personas en la escuela, puesto que era muy temprano y sabía que su querido llegaba primero, así que sigilosamente entro a su salón para dejar su mochila, en un lugar donde pudiera ver bien, pero tampoco hasta adelante como para que los maestros lo molestaran.
Salió y caminó por los pasillos hasta llegar a la puerta de la oficina del director.
Tocó cuatro veces y se escucho un "pase" de una voz ronca y madura, al entrar lo vio con su traje, y un bonito peinado de "soy un adulto" simplemente hermoso.
—Hola. – murmuró Gerard al cerrar la puerta, y sus ojos verdes se iluminaron.
Estaba feliz después de tantos días de vacaciones sin él.
—Hola bebé, ¿por qué no vienes y te sientas en las piernas de daddy?, te extrañé.
Y como si fuese un millón de dólares, rápidamente corrió hacia su daddy, tomándolo en un gran abrazo.
La placa en la puerta decía "Oficina del director Frank Iero" que en realidad era también el dueño de la institución que fue fundada por el tatarabuelo de este. La historia era simple, hace años en la familia Iero, la mayoría de sus miembros eran maestros destacados, y así fue como a uno de ellos - el tatarabuelo de Frank- le ofrecieron el fundar una institución basada en la disciplina y que fuese privada. En un principio sería un rollo más militar pero al pasar de generación en generación, las cosas fueron cambiando.

frerard ☼ smutDonde viven las historias. Descúbrelo ahora