Capítulo 3

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Mayo 18, 2016

LUIS ÁNGEL POV:

Mi cabeza me dolía como nunca en mi vida. No recuerdo qué había sucedido con claridad. Al levantar un poco la mirada, noté que estaba echado sobre una cama. Al sentarme, sentí un horrible mareo, todo me daba vueltas. Me sentía tan fatal que cuando traté de pararme caí al suelo. Mi cabeza se llevó la peor parte.

—¡Mierda! —solté un fuerte quejido. Eso había dolido mucho.

—¿Estás bien? —escuché esa voz familiar acercándose hacia mí.

—Creo que sí —dije sobándome la cabeza, que ahora me dolía más. Fernanda me ayudó a ponerme de vuelta en la cama.

—Es común la migraña la primera vez que te teletransportas, pero cuando coges práctica ya no duele como antes —me alcanzó una botella de agua— Te acostumbras a la sensación de ir y venir.

¿Escuché bien o acaso ella dijo teletransportar?

—¿Dijiste teletransportar? —pregunté incrédulo.

—Eso fue lo que dije —respondió como si fuera algo normal ¡Dios mío! Esto está de locos.

—Pero cómo es que...

—Te dije que, si querías respuestas, debías mantener la mente abierta —me cortó mientras ponía sus manos en su cintura.

—Está bien ¿Me podrías decir en dónde estamos? Para serte sincero, no parece que esta fuese tu habitación —dije irónicamente mientras inspeccionaba el lugar. Tenía poca decoración, todo estaba desordenado, oscuro y con polvo en los antiguos y escasos muebles que había.

Fernanda se rio y luego se sentó a mi lado.

—Tienes razón. Esta no es mi habitación. Yo más bien lo llamaría mmm... —se quedó pensando unos segundos— ¿Un refugio? Una guarida —se puso de pie en cuanto encontró un nombre.

—Está bien. Ahora ¿Me podrías explicar qué demonios está pasando? —también me puse de pie y caminé hacia el extremo de la muy polvorienta habitación.

—Ok, aquí vamos —Fernanda se puso en frente de la pared. Con su dedo índice movió el polvo del lugar haciendo que este flote a su antojo hacia donde ella quisiera creando así varias imágenes.

—¡Guau! — exclamé maravillado.

—Sorprendente ¿No? —asentí— Desde tiempos inmemoriales, en el planeta siempre han existido fuerzas muy poderosas que lo gobiernan.

—Te refieres a Dios ¿Cierto?

—Sí, algo así. Llámalo Dios, fuerza o el poder de la naturaleza. La humanidad siempre ha estado en constante guerra consigo misma, sembrando el caos y la destrucción en todo el planeta. Es por eso que la fuerza, que muchos conocemos como Dios, envió a la tierra a su propio hijo para poder salvarnos de extinguirnos. Obviamente me refiero a Jesús. Se sabe que él ha sido el único ser humano sobre la tierra capaz de hacer maravillas por la humanidad. Preguntémosle a Lázaro, quien vino a la vida de la muerte, al agua que se convirtió en vino, el pan y los peces que se multiplicaron, y todo lo demás que él hizo en vida. Con sus poderes él trajo esperanza y paz al mundo.

—Espera un segundo, tratas de decirme que somos algo así como los descendientes de Jesús —ella asintió— ¿Cómo es eso posible si él nunca...?

—Jesús sí tuvo hijos. Fue con María Magdalena ¿Qué no has visto lo que sale en las películas del Código Da Vinci?

—Sí, pero creí que eso era...

—¿Una mentira? Déjame decirte algo, nada de eso es mentira. La iglesia ha guardado bajo siete llaves el secreto más grande del mundo: ocultar que existen personas que tienen casi los mismos poderes que Jesús.

Las 7 Maravillas: El ComienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora