Ojos en el trofeo

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[Katara]

Toph y ella tenían una habitación en la parte Este del Templo Aire del Sur.

Habían llegado ya entrada la tarde, así que lo único que les quedaba por delante era descansar y tomar el día siguiente para recorrer el lugar en busca de restaurar la memoria del Avatar.

Sin embargo, habían muchas cosas en la cabeza de Katara para que pudiera relajarse. Había estado enojada, triste y dolida desde que Aang se presentó en su habitación.

¡Toph Beifong ni más ni menos! Katara había querido arrancarle la piel a tiras a ese idiota encantador en cuanto le dijo tremenda barbaridad.

La había tomado de las manos, le había sonreído y hablado de una forma tan atenta, justo antes de aplastar su corazón con una tonelada de indiferencia.

¡Crash! Katara había sufrido un infarto prematuro cuando Aang le confesó que le gustaba Toph. Y cuando Katara le expuso su frustración a la chica ciega en busca de comprensión está se había reído de ella e incluso la había abofeteado.

Katara nunca se había sentido tan avergonzada e inútil en la vida.

Le había pedido el mando de Appa a su hermano para tener un rato a solas con sus pensamientos. Había intentado endurecer su corazón y alejar a Aang de su mente, pero entre más se intentaba convencer de que no estaba pensando en él, más lo hacía.

Así que finalmente desistió y decidió unirse a sus amigos y enfrentar su nueva realidad cuando escucho la infantil discusión de Sokka y Toph.

Tenía que admitir que se había emocionado demasiado cuando Aang mencionó el nombre de las montañas, pero sé desilusiono tremendamente al ver que sus esperanzas eran en vano.

Después de aterrizar en el Templo, Katara había descubierto a Aang observando con atención un viejo mural que había en una de las habitaciones.

—Los alcanzamos luego ¿si?—le dijo a Sokka, antes de que él, Toph y su anfitrión siguieran su camino.

Katara se permitió estudiar al Avatar a su antojo antes de llamar su atención. El cabello ya comenzaba a ser más notorio y como había ocurrido hace tres años, le daba un aspecto totalmente diferente al que ella conocía.

Cada segundo qué pasa, lo pierdo más.

—Aang—llamo su atención y cuando el joven Avatar volvió el rostro hacia ella, se dio cuenta de su preocupación.

Katara lo conocía tan bien como se conocía a si misma. Lo había visto feliz, entusiasmado y curioso, y aunque con menos placer, lo había visto romperse, caer en una profunda tristeza y desesperación, justo como ahora lo estaba.

En cuanto Aang comenzó a llorar, liberando toda la frustración que había sentido hasta el momento, Katara se sintió impotente y miserable. Quería ayudarlo, quería ser fuerte para él y cargar con sus preocupaciones, pero ella misma era frágil y sentía que se hacia pedazos.

Esperando hacerlo sentir mejor, habló sobre las tantas veces que la había dejado sola. Lo había perdido por primera vez en ese mismo Templo, hace tres años, cuando entro en Estado Avatar desgarrado por la pérdida de su mentor, luego, una vez más cuando cruzaban el desierto y se había negado a sentir cualquier clase de emoción.

Estaba la peor de todas ellas, cuando Azula lo había herido de gravedad en las Catacumbas de Cristal bajo Ba Sing Se. En ese entonces lo perdió cuatro semanas y en cierta forma, se perdió también a si misma. No recordaba haberse cambiado de ropa o tomado un baño en todo ese tiempo. Había comido forzada por Sokka y su padre, pero el resto del tiempo su atención recaía únicamente en Aang y cuando este despertó al fin, la situación no mejoró.

My Only Love Song Donde viven las historias. Descúbrelo ahora