Destellos en el aire

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La pausa, finalmente ha terminado Bv

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La pausa, finalmente ha terminado Bv

[Botan]

El sudor le corría por el pecho bajo la camiseta, pero se obligó a seguir adelante.

Sus ataques eran implacables, uno tras otro dirigidos a un punto específico.

Nuevamente, y como había estado haciendo la noche entera, el Avatar esquivó el agua con ligereza propia de un espíritu del aire.

—Vamos—dijo Botan, aumentando la agresividad de los ataques—. ¡El punto es que te defiendas! ¡Deja de correr! ¡Pelea!

Botan nunca se había considerado la idea de instruir a alguien más en el arte del Agua Control, mucho menos llego a pensar que enseñaría al mismísimo Avatar, sin embargo, había tomado la decisión de hacerlo.

Hace un par de horas, cuando se encontraba en su camarote asegurándose que todo estaba en orden, sintió como el barco entero era sacudido.

Hemos impactado contra algo.

Alerta, dejo su habitación atrás y salió al puente principal, solo para descubrir que la fuente del sobresalto era ocasionada por nada más y nada menos que el Maestro Aire.

Algo había andado mal con los entrenamientos y frustrado, el muchacho había hecho cambiar el curso de la marea, controlando de forma inconsciente grandes cantidades de agua.

Hace un par de años había visto con asombro como el Avatar se fusionaba con el Espíritu del Océano, así que era concierne del alcancé de los poderes de Aang, sin embargo, eso se trataba de algo diferente.

Aquel despliegue de poderes era ocasionado por la furia y la frustración.

Katara había logrado terminar con la escena al tranquilizar al Maestro Aire y llevarlo bajo cubierta. Después de eso, ninguno de los dos volvió a subir.

Botan se acercó a sus hombres para averiguar qué es lo que había ocurrido y fue en ese momento que fue informado de lo que había ocasionado el incidente.

—He visto niños pequeños controlar mucho mejor sus poderes que ese imbécil—gruñó uno de los remeros del Sol Invernal—. ¿El Avatar?—había escupido al suelo, mostrado su desagrado—. Ese chico no es más que una vergüenza.

Botan era conocido entre sus hombres como alguien calmado, más propenso a rechazar la violencia que a provocarla, pero en aquel momento, las palabras del hombre despertaron su molestia.

Cerró el puño derecho y lanzó un puñetazo sólido al estómago del marinero.

El hombre perdió el aire y cayo de rodillas, ante la mirada incrédula de toda la tripulación.

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