Capítulo 30

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LAUREN POV.

Mi padre no dijo nada durante las horas de camino a Berlín, y yo tampoco lo hice. Llegamos al amanecer a la gran mansión de mi padre cuando apenas comenzaban a verse los primeros rayos de sol. Lo raro aquí es que los soldados que venían con nosotros donde también venía Camila no llegaron, ni siquiera se ve rastro de ellos. Mi padre entró a la casa, sin embargo, yo me quedé ahí esperando a que llegara Camila, y así fue después de apróximadamente tres o cuatro horas.
El auto se aproximaba cada vez más a la entrada de la mansión de mi padre, me puse de pie a un lado de Wagner.
Un soldado abrió la puerta y este entró en marcha lenta, observé detenidamente al interior del auto, con los soldados riendo un poco como si hubieran hecho alguna estupidez. Bajaron cada uno, me encontraba ansiosa por ver que Camila estuviese bien, pero no fue así; cuando bajó del auto, un soldado la tomó del hombro con los brazos obviamente atados detrás. Mi corazón se detuvo por completo y quedé perpleja al verla, tenía cabizbaja, su ropa estaba sucia de tierra o lodo quizá y tenía sangre en su pantalón al igual que en otras partes del cuerpo.
Cuando reaccioné, saqué el revolver que estaba al lado mío en el estuche de Wagner y apunté al cadete que estaba sosteniendo a Camila, disparé varias veces sin pensar y sin contarlas. Este cayó al suelo junto con Camila, sin reaccionar aún, volví a apuntar a otro soldado que también venía a bordo en el auto, cuando estuve a punto de dispararle, escuché unos disparos más lo cual hizo que tirara el arma, al voltear, era mi padre que había dado unos tiros al aire.

Hitler-¡Suficiente!-Gritó furioso.-Cadete, quite ese cadaver de mi piso.
-Me largo, no quiero estar aquí y no quiero estar contigo.

Mi madre salió al poco tiempo después de escuchar los balazos.

Clara-Lauren, vamos adentro. Será mejor que descanses.
-No madre, quiero estar con Camila.
Hitler-Tu amiguita ya se va, se encargarán de ella.
-No pueden llevarsela solo así.
Hitler-Si pueden Lauren, yo ordeno aquí.
Clara-No tienes que ser tan duro Adolf.
Hitler-No te metas Clara, tu hija me ha dado más problemas de los que ya tengo. Entra a la casa Lauren.
-No iré a ningún lado.
Hitler-¡Que lo hagas!-Levantó su arma y me apuntó amenazante.
Clara-¡Demonios Adolf, es tu hija! ¿Cómo se te ocurre apuntarle?
Hitler-Cállate Clara, deberías llevarla adentro.

Mi padre seguía apuntándome hasta que por fin entré a la casa. Me dirigí a una ventana y observé cómo Wagner se llevaba a Camila en el auto. Papá entró enfadado en dirección a su oficina y seguido de él, entró mi madre, ella se dirigió a mi y me dió un abrazo, comencé a llorar demasiado. Me hacía falta mi madre y sus grandes consejos, son los mejores hombros para desahogarme sin problema alguno, sé que siempre va a estar ahí.

Clara-Vamos al jardín, aquí no se puede hablar tranquilamente.

Salimos por la puerta trasera y nos sentamos en los camastros que estaban a un lado de la alberca.

Clara-Me preocupaste demasiado al saber que te fuiste.
-Estaba bien mamá, Zeus fue un gran hombre con nosotras pero mi padre lo mató como a uno más.
Clara-Lo siento mucho, cariño.
-Le pedí matrimonio a Camila, no me importa si solo estás tú en nuestra boda. Quiero casarme con ella, tener una familia, la amo.
Clara-Si eso es lo que quieres, sabes que te apoyo, no te des por vencida Lauren.
-No sé a dónde la llevaron, es difícil.
Clara-Pero no imposible, yo te ayudaré con lo que pueda.

CAMILA POV.

Casualmente me trajieron a otro campo, al cuál nunca había venido.

Wagner-Ahora vienes conmigo.-Me bajó del auto y llegamos a la entrada.
...-Teniente, pase.-El soldado abrió la gran reja del lugar dejándonos entrar.
Wagner me jaló para que siguiera caminando, a lo que ya no podía.
Me dió un golpe en la parte trasera de mi rodilla haciéndome caer al suelo.
Lo vi hablar con otro teniente del campo durante unos minutos y finalmente se despidieron, se fue.
El teniente con el que Wagner hablaba trató de levantarme pero resultó inutil.

...-Cadete, lleve a esta mujer al cuarto oscuro y dejela ahí.
...-Claro que sí, ¡Señor!
...-Levantate y camina zorra.-Sacó su arma.

Después de varios esfuerzos logré ponerme de pie y caminar, cuando llegamos, este abrió la puerta, me aventó con fuerza al interior y bloqueó la puerta con varias cerraduras, era pequeño, con demasiado calor y completa oscuridad.

El Holocausto de JaureguiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora