CAPÍTULO 29

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Narra Ryan

Cuando tuve el cigarrillo encendido me lo llevé a la boca, saboreando lo que hace años llevaba sin probar. Sabía que esto no me haría nada bien pero necesitaba algo con lo que mantenerme ocupado, y en este caso decidí volver a fumar. Ya hacía años que lo dejé porque tanto mi familia como amigos me decían que esto acabaría con mi salud, y yo les hice caso. Estuve un tiempo decaído, porque la nicotina me distraía de las cosas que me rodeaban, me volvía mucho más nervioso pero salí de esa espiral de culpabilidad cada vez que me llevaba un cigarro a la boca. Pero ahora lo había vuelto a hacer, había vuelto a dejar que esa substancia me destrozara por dentro. Ya no podía más, desde que vi a Michaela besándose con ese tipo hacía ya dos días, toso en mi vida se había vuelto más deprimente. Mentiría si dijera que no me llamó. En estos dos últimos días, cada vez que miraba la pantalla de mi móvil, este me informaba que tenía alguna llamada perdida de ella. ¿Por qué querría contactar conmigo? ¿Para decirme que ya se había olvidado de mí y había encontrado el amor? No necesitaba saber eso la verdad, aunque no podía dejar de pensar en ella, en él y en sus labios contra los de ella. Sabía que sentía algo por Michaela, la primera vez que la vi parecía una chica tímida e inocente pero en cuanto la conocí un poco descubrí que no era lo que aparentaba ser. Y pensar que ya había pasado más de un año desde que pisó por primera vez las puertas de la empresa en donde trabajábamos, desde que sus ojos coincidieron con los míos, desde que mi corazón deseaba estar las veinticuatro horas del día con ella. Y ahora parece mentira que sea otro el que pruebe sus apetecibles labios. Nunca en la vida me había pasado esto, siempre he tenido a todas las chicas que quisiera, desde el instituto. Sin embargo, ella se me resiste. Y eso es algo que adoro de Michaela.

De pronto, el móvil sonó distrayéndome de lo que estaba pensando. "Otra vez Michaela no..." Pensé mientras cogía el aparato de la mesa pequeña. Y sin siquiera mirar quién era arrastré el pequeño dibujo del teléfono verde descolgando automáticamente.

-Michaela deja de llamarme...

-¿Michaela? ¿Tienes novia y no me lo has dicho idiota? ¿Qué clase de amistad es esta? - preguntó Kyle indignado a la otra parte de la línea.

-Joder, pensaba que eras ella.

-¿Por qué? ¿Habéis discutido? Vaya, mi pequeño Ryan se hace mayor.

Iba a decirle que no, que Michaela no era mi novia y que no habíamos discutido cuando me interrumpió antes de poder aclararle nada.

-Da igual, deja tus romances de lado. Te necesito. Karen y yo hemos discutido más o menos, mañana es su cumpleaños y quiero hacerle una fiesta sorpresa para pedirle perdón y decirle lo mucho que la amo, ¿me ayudarás verdad?

-Espera, espera. ¿Otra vez habéis discutido? Joder, os pasáis el día peleándoos. - Dije pero no recibí comentario alguno de Kyle - está bien, te ayudaré con la sorpresa. Simplemente porque no tengo nada mejor que hacer.

-Guay, entonces esta tarde paso por tu casa. Me dejas ducharme y cambiarme y lo preparamos todo. He avisado al hermano de Karen y él también nos ayudará.

-Vale, ¿quiere algo más el señorito?

-Sí, que me expliques eso de que tienes novia - dijo y antes de que me empezara a bombardear a preguntas, colgué.

No tenía muchas ganas de explicarle todo el rollo de Michaela a Kyle. Bastante tenía ya con que la chica que quería estuviera con otro. Miré el reloj que tenía en la muñeca izquierda y me fijé en que ya era hora de ir a comer. Mi madre se había ido con unas amigas y no volvería hasta tarde así que tenía tiempo para mí solo. Me levanté del sillón en el que estaba sentado y me dirigí a la cocina para hacerme una hamburguesa con mucha carne y poco saludable.

Conviviendo con mi Playboy © (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora