RYAN
Un beso, dos besos, tres besos. No podía dejar de besarla. Era tan hermosa. Tan mía. Michaela se rió cuando la besé en el cuello, y bajé, despacio hacía sus senos, sus costillas, su tripa, su vientre...
-¡Para! - gritó mientras sus carcajadas inundaban mis oídos.
Pero no le hice caso y seguí bajando hasta palpar con los labios su humedad. Se había vuelto a excitar. Sonreí. Habíamos estado haciendo el amor durante gran parte de la tarde y aun queríamos más. Tenerla a mi lado, completamente desnuda era tan excitante. Y pensar que era yo el causante de esos gemidos... me volvía loco. Mis manos acariciaron sus curvas con tanta delicadeza que incluso pensé por un momento que se habría dormido. Pero en cuanto metí dos dedos en su interior y escuché un sonoro gemido, supe que no, que no se había dormido.
-Ryan... p... para.
Me encantaba cuando tartamudeaba. Eso solo podía significar una cosa: que pronto llegaría al orgasmo. Con un fuerte tirón, saqué ambos dedos y la miré. Tenía los ojos brillando, sabía que quería más. Y yo se lo daría. Me acerqué a su vagina y la lamí. Tembló. Pero se recompuso. Bajé la mano izquierda hasta tocar mi erección y empecé a masturbarla. A cada gemido de Michaela, mi masculinidad iba creciendo más y más hasta que no pude aguantar más y apartándome de ella y cogiéndola por las piernas, la embestí. Duro y fuerte, hasta el fondo. Sus gemidos eran mucho más nítidos. Entremezclándose con los míos. Me agaché lo suficiente para tocarle los pechos mientras entraba y salía de ella. Ambos llegaríamos al orgasmo en poco tiempo.
-Ryan... - y con ese gemido, mi novia llegó al orgasmo.
A mí solo me faltaron unas pocas embestidas más para poder relajarme por fin. Y cuando llegué, me tumbé a su lado. Ambos estábamos bañados en sudor pero sonreímos. Nunca podía haber imaginado que con Michaela, el sexo pudiera ser tan... real. Ahora sí que no me arrepentía de haberla correspondido al beso aquel día en el parque. Y pensar que ya había pasado una semana desde aquel reencuentro. El tiempo a su lado no era más que un mero complemento, yo ya había decidido que quería estar con ella el resto de mi vida. Hacía ya cuatro meses que nos conocimos, y una semana de noviazgo, todo iba perfectamente, ni muy rápido ni muy despacio. Todo perfecto. Y hablando de eso.
-Ha sido...
-Perfecto - dije mirándola a los ojos. - Ha sido perfecto, ¿no crees?
Michaela asintió con la cabeza, aun con la sonrisa en sus labios y ese brillo en los ojos. Me incliné un poco y la cogí de la mano. Ella se acurrucó en mi pecho y así, desnudos, nos quedamos dormidos. Esa tarde soñé que estaba en un prado completamente lleno de flores y en él se encontraba ella, toda desnuda. En mi sueño hicimos el amor día y noche y nunca nos cansábamos. Ojalá ese sueño se pudiera hacer realidad. Daría lo que fuera.
-Te quiero, - un beso - te quiero, - otro beso - te quiero - y otro beso.
Sofá, alcohol, y una chica sobre mí regazo besándome, tarde perfecta, ¿no creéis? Habíamos decidido ir al cine, pero se estaba tan a gustito así que no podía ni pensar en separarme de ella. Tenía que exprimir toda esa pasión de la primera semana de novios, ¿no? Pero ella no tardó en recordármelo.
-Si no nos vamos ya llegaremos tarde a la sesión de las siete.
Michaela se separó de mí, aunque noté en sus ojos cierto interés en querer que dijera cualquier cosa para no ir y quedarnos así toda la tarde. Aun así me levanté. Estabámos en el apartamento de mi chica así que no podía cambiarme de ropa. Me quedé en el sofá con el móvil en la mano mientras mi novia se duchaba. Me había resistido a no ir y follármela sobre los azulejos del baño. Demasiada pasión había, necesitaba descargar. Había estado sin sexo durante mucho tiempo, no me lo recriminéis. Cuando, al fin, salió del baño pasó por dónde estaba con... ¡sólo una maldita toalla alrededor de su muy desnudo cuerpo! Una cosa era que me chorrearan las hormonas hasta por las orejas pero otra muy distinta era que mi propia novia se paseara provocándome. Eso ya era demasiado. No hice caso. Me hice el estrecho. Y volví mi mirada al móvil. Ya habíamos hecho el amor demasiadas veces en tan sólo un día. ¡Ya no me quedaban espermatozoides! Y sinceramente, aunque tenía ganas de ponerla a cuatro patas, tan solo pensar en meter a mi amiguito en la curva me daba pereza.
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Conviviendo con mi Playboy © (2)
Novela Juvenil~Trilogía ECS~ 1# Empleada de un playboy 2# Conviviendo con mi playboy 3# Sobreviviendo a mi playboy (...) ¿Que pasaría si Karen, después de casarse con Kyle, deciden vivir juntos? Peleas, discusiones e incluso corazones ro...