CAPÍTULO 6

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KYLE

Me desperté al lado de mi esposa, completamente desnudo, la verdad es que no me acuerdo mucho de lo que pasó ayer, pero sea lo que sea lo que pasó estoy completamente seguro de que me gustó.

Me incline sobre la cama y la contemple mientras dormía, estaba hermosa, le acaricie la mejilla y se movió un poco, que adorable se veía.

Después de diez minutos mirandola me vestí y me fui a desayunar, en estos momentos eran las 7:00 de la mañana y yo me tenía que ir a las 8:00, no quería separarme de Karen ni de West pero tengo que hacerlo, es muy importante.

Estaba tomándome mi café matinal cuando West se apareció por la cocina, con una mano sujetaba su peluche favorito (Arcoíris) y con la otra se refregaba el ojo, igual de guapo que su tía.

—Hola cielo, ¿que haces a estas horas levantado?—le pregunté.

—No tenía sueño—dijo bostezando.

—Ven, ¿te preparo un tazón con leche y cereales?

—Si porfavor—dijo sentándose a mi lado.

—¡Marchando un tazón de leche con cereales para el campeón!

Mientras lo preparaba West no despegaba la vista de mi, a veces este niño puede ser muy inquietante.

—¿Tengo algo en la cara?—pregunté pasandome las manos por la cara como un loco.

—No, es sólo que no quiero que te vayas.

—Pero me tengo que ir, es muy importante para mi.

—Lo se, pero no quiero que la tía se ponga triste.

—¿Se ha puesto triste más veces?—pregunté dándole el tazón.

—Si, y no me gusta verla así.

—Sólo estaré dos semanas fuera, no será para tanto.

—La tía lloraba antes porque al tenerte e irte no tenía a nadie más pero al estar James no creo que se lo tome tan mal.

—James, eeeh—dije apretando los dientes.

—¿Que hacéis levantados a estas horas?—preguntó Karen desde la puerta de la cocina.

—No tenía sueño—dijo West.

Yo no podía parar de mirar a mi esposa, pensar que antes lloraba y no me daba cuenta, por esas cosas me odio más, odio que por mi culpa ella, la chica que me gusta desde que la conocí haya llorado, soy un estúpido.

—¿Kyle?

—Eeh si, ¿que me decías?

—Te he preguntado que cuando te vas.

—A las 8:00.

—¿Tan pronto?—preguntó sentándose a mi lado y poniendo esa carita tan suya que la hace aún más adorable de lo que es.

—Si, pero son sólo dos semanas cariño—dije abrazandola.

—Eso son catorce días sin ti, es mucho.

—Tía yo te haré compañía, no te preocupes—dijo West abrazandola.

—Gracias cariño—dijo Karen besando a su sobrino en la frente.

—Yo voy a preparar las maletas.

—¿Que cuántas te vas a llevar? Te recuerdo que son sólo dos semanas.

—Es que tengo que llevarme el maquillaje, la ropa sexy y también los tacones, esos que tanto te gustan a ti—dije imitando la voz de Karen.

—¿Te estas burlando de mi?-pregunto un poco enfadada.

—Puede ser, te recuerdo que el día de nuestra luna de miel teníamos que coger un avión y por culpa de tu y tu dichosa maleta no pudimos y nos quedamos en casa, y yo que quería relajarme en un hotel con piscina.

—No fue culpa mía, ¿yo que sabía que el maquillaje, la ropa y los tacones iban a ser mucha carga para el avión?

—Te llevaste cuatro maletas, yo creo que un poquito de carga llevarías, ¿no te parece?

—Vale lo admito, alomejor me pase.

—Te pasaste cuatro mil pueblos.

—Bueno tampoco es para tanto.

—Sabes, voy a hacer las maletas, no quiero discutir contigo cuando me pasaré dos semanas sin verte.

Karen me sacó la lengua y sonreí ante el gesto, me fui a mi habitación y empeze a prepararme las maletas.

(...)

El aeropuerto estaba lleno de personas que caminaban de un lado a otro sin saber donde ir, pringados.

Yo en cambio estaba a punto de entrar al avión, pero primero tenía que despedirme de mi esposa y de mi sobrino.

—Tío pasatelo bien, y traeme muchos regalos—dijo West abrazandome.

—Gracias cielo, y no dudes de que te traeré regalos.

—Te quiero—dijo Karen abrazandome.

—Y yo preciosa, pero si no me sueltas me moriré y perdere el avión—dije intentando respirar, no veáis la fuerza que tiene esta tía.

—Perdona, pero aunque te vayas te diré que no me aburriré.

—Vaya gracias—dije irónico.

—Es broma, tu sabes que sin ti mi mundo se vuelve gris.

—Eso lo has sacado de un libro-dije entregando el billete de avión a la chica.

—Vale si, pero no se me ocurría que decirte en estos casos.

—Bueno, puedes besarme, así te ahorras... —no termine la frase porque Karen me beso muy demasido apasionadamente.

—Te quiero mucho—dijo Karen alejándose de mi para que entrara.

—Y yo, os quiero a los dos—dije para luego entrar en el avión.

Nunca me gustaron, ¿y si no vuelvo? ¿y si el avión se estrella? ¿y si muero por un ataque al corazón? Veis, por eso no me gustan los aviones, piensas que vas a morir y luego no te pasa nada, están jugando con nuestros miedos y sentimientos.

(...)

Bajé del avión con toda naturalidad, como si nunca hubiera tenido miedo, miré por todos lados buscando a quien me acompañaría hasta el hotel donde me hospedería estas dos semanas.

Ya eran las 12:00 y aún no lo encontraba, ¿y si se había olvidado?

—¿Perdone usted es... Kyle?—preguntó una chica rubia e igual de alta que yo.

—Si, ¿usted quien es?

—Soy la chica que le acompañara hasta el hotel.

La miré de arriba a abajo, ¿esto será una broma no? Una chica, era una chica, dos semanas aquí, sin ver a Karen y encima con una chica, ¿que le diré a mi esposa?

"Cariño si estoy bien, sabes el chico que va a estar las dos semanas guiandome por la ciudad es una chica y encima esta to buena".

¿Como creéis que se lo tomará? Tan sólo puedo pensar en una cosa:

No le puedo ser infiel a Karen, no le puedo ser infiel a Karen, ¡por Dios que buena esta! No le puedo ser infiel a Karen, no le puedo ser infiel a Karen, no le mires el culo, Kyle, no le puedo ser infiel a Karen...

Estas dos semanas se me harán eternas.

Conviviendo con mi Playboy © (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora