Asesinato.

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Mi nombre es Joseph Miller y he sido acusado de homicidio de mi amada esposa Juliette Miller/Humboldt.
Vivo en una celda desde hace 50 años.
Pensaba que lo peor de la humanidad era estar demente, sin embargo, eso es cosa del pasado cuando la iglesia dominaba nuestro sistema; ahora le temo a la tremenda injusticia donde soy dominado por un castigo inmerecido y cruel, pues se han apoderado por medio siglo de mi vida en una aborrecida incertidumbre sobre el asesinato de mi amada mujer.
Pero dadas las circunstancias en las que me encuentro he decidido darme por vencido y ya no pelear por la libertad que me merezco, de todas formas nunca he sido libre.

Me remontó a la edad media, donde a penas era un noble del rey. Dominaba grandes extensiones de tierras llenas de campesinos siendo fieles a dios. No obstante, fue en ese momento donde la vi a ella.
Bestialidad de mujer. Rebelde, sometida por los mandatos de la realeza. Era otra campesina más para el gobierno monárquico, sin embargo, para mi era la mujer más deslumbrante de mi universo espiritual.
Sabía cazar, cosechar, alabar, vivir en el bosque, nadar, recolectar, leer, escribir y sobre todo amar.

En ese preciso momento fue donde mi alma se desmoronó, estaba casada con un siervo humilde llamado Gregory Humboldt, dotado de increíble inteligencia que hasta esas épocas ocultaba para no ser acusado de profanar contra la palabra de dios.

Así fue como un noble pedía ayuda de un campesino. Levantar sospechas sobre este suceso era lo que menos quería. Me despertaba temprano para ir a la casa de los Humboldt, leíamos textos de la vieja Grecia, escribíamos poesía, creabamos sueños, pero eso no elude que mis sentimientos por la señora Juliette siguieran palpitando como tremendos rayos en la majestuosa noche de otoño.

Después de aprender todo lo necesario, cite a Juliette en las tierras de noble Jacobo, quien era mi amigo y compañero en todas nuestras desventuras, y así es que le confesé mi amor a aquella mujer. No obstante, se negó a dejar a su esposo, además de que se sentía abrumada porque éramos de diferentes clases sociales.
Le respondí que no le diera importancia a eso de la clases que nos proponía el gobierno. Le expuse una alocada idea. Ella dijo que lo pensaría pero que tendría que dejarla de ver por un tiempo, le cuestione si estaba segura de lo que me decía, sin embargo, lloró y en sus ojos se veía una disputa entre lo que ella sentía y lo que su corazón deseaba, por lo que no me quedo más opción que decir:

-Adiós amada Juliette, si no es este el destino que nos une, que sea el tiempo quien nos enrede en este caprichoso amor y que cuando estés sinceramente enamorada de mi, acudas lo más pronto posible a mis brazos, arrepentida de a verte enamorado de otro hombre que no fuese yo, porque sé perfectamente que mientras nos tuviéramos el uno al otro, la realeza nunca hubiese impedido nuestro enlace matrimonial. Pero te digo adiós Juliette, antes de que las lágrimas caigan sobre mi rostro. Y si algún día cambias de opinión estaré esperando tu regocijante carta sellada con el labial de tus labios y firmada con el nombre de mi hermana Susan Miller. No tardes mucho porque mi corazón no podrá soportar la terrible hambruna de amor por mirarte y decirte te quiero una y otra vez.
Te quiero, Juliette.

Y entonces me fui de las tierras de Jacobo. Me recosté en mi solitaria cama, y deje que las lágrimas cesarán el dolor de mi alma, sin embargo, quien podía cerrar este dolor es la misma persona que dominó estos sentimientos tan incomprensibles.

Pase toda una semana en las tierras del rey Salomón, pedí un intercambio de noble a noble y si le convencía podría hacer negocios con mi rey Filomeo para agilizar el trueque.
Después de haber pasado la semana que se acordó, el rey Salomón decidió que debería formar parte de su reinado. Entonces de inmediato, le envió una carta al rey Filomeo diciendo que a partir de ahora estaré en sus tierras.

Estuve esperando la carta de Juliette, pero nunca llego, por lo cual debí seguir con mi vida.
Hasta que un día cuando estaba en la iglesia hablando con un Franciscano, interrumpió una mujer con capucha.
Salí para saber que era lo que quería.

-Yo sé quién eres Joseph Miller.

De inmediato creí que era Juliette, sin embargo, no lo era. Simplemente era otra mujer, una sin importancia.

Me lleve a la mujer a una cabaña, nos sentamos y le cuestione quien era, pero ella se reservo a decirme algo, sin embargo, ella venía por otro motivo. Por fin recibí la carta de Juliette.
En cuanto la sostuve entre mis manos la mujer se fue, no dijo más que
-"Lo que sea que estés haciendo te castigara".

Yo no le di importancia al comentario, pues en ese preciso instante me interesaba saber si Juliette acepto.
La carta decía lo siguiente.

"Querido Joseph,
He decidido ir hacia ti, yo sé que he sido una mala mujer por haberte dejado ir, por nunca aceptar tu propuesta, pero ahora estoy segura de mi decisión.
Así que te espero lo más pronto posible en el bosque de los Manjares.
Por favor ven sin nadie, yo me mantendré con precaución para no levantar sospechas."

Con mucho amor,
Susan Miller.


Espere a que fuese de noche. Los arbustos empezaron a moverse, tenia miedo y normalmente habían lobos en aquel lugar.
Salió del arbusto Juliette, nos besamos tan apasionadamente que no quedaba rastro del deseo profundo que nos quedaba.

Después de 3 años, Juliette y yo nos fuimos a vivir a Dinamarca. El rey Julian nos acepto en su reinado, nos casamos y estábamos apunto de engendrar un hijo, sin embargo, un día le tocó a Juliette salir para atender a la reina. Yo, por mi lado, me toco llevar una carta a Alemania. Fui cabalgando y aproximadamente fueron 34 horas hasta llegar a mi destino, no obstante, el rey de Alemania me dijo que fuera lo más pronto posible a mi casa.
Compre una carroza, obtuve a base de trueques provisiones y llegue demasiado tarde.

Llegue a mi casa como suelo hacer, le grite a Juliette que había regresado, hasta que en la mesa veo una carta.

"Búscame en el bosque, Joseph"

De inmediato fui, y a penas estaba anocheciendo. Espere ahí un par de segundos hasta que mire salir de entre el tronco de un árbol a un joven. Él dijo:

-Cava ahí, pronto.

Mire donde señalaba y me sentía bastante confundido. ¿Por qué un tipo me pide que haga semejante cosa?
Y volvió a decir:

-¡No escuchaste! ¡CAVA, MALDITA SEA!

Entonces con mis manos escarbe, no sé que tenia que encontrar simplemente hacia lo que me decía.
Cuando toque algo blando, me detuve y levante mi cara para decirle al sujeto que encontré una cosa, pero cuando mire hacia el lugar donde estaba el hombre, este ya no estaba. Así que por mi curiosidad trate de investigar que era lo que había tocado.
Me quede perplejo, era un cuerpo de una mujer que tenia un vestido color rojizo, estaba descansa y con un cuchillo entre sus dedos.
Trate de remover la tierra para saber quien era. Desde ese preciso momento nunca tuve que haberlo hecho, nunca debí acceder a ir ni mucho menos a hacer lo que me pidió aquel hombre misterioso.
Juliette era la mujer que estaba recostada, como si estuviese dormida. La saque de la tierra y estaba tan paralizado que mi mente explotó en miles de recuerdos, desde la muerte de mis padres hasta mi adolescencia.
Regrese a mi presente y aún no podía eludir querer llorar, pero quería hacerme el fuerte. Hasta que derrepente salió el rey Filomeo junto con el noble Jacobo y por supuesto el rey Julian con unos cuantos caballeros, me tomaron de las muñecas y me llevaron a un calabozo. Estuve aproximadamente 72 horas.
El tercer día, el señor Gregory Humboldt me reclamo por la muerte de Juliette y por haber hecho que le abandonará.
Al día siguiente vino el Rey Filomeo a explicarme que seré acusado por la muerte de Juliette, además de haber procreado con una mujer casada y casarme con una mujer que ya estaba con un hombre.
El día del juicio me sentenciaron a 50 años de prisión, así es como llegue a este punto de la historia.
Por ello aprovecho este último aliento para decirle a todo el mundo: SOY INOCENTE Y AME A JULIETTE COMO NADIE MÁS PUDO HABERLO HECHO.
Antes de cometer suicidio quiero dar mis últimas palabras:
HASTA LUEGO Y BUENAS NOCHES.

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