Perspectiva: Tercera Persona.
Mientras los niños regresaban a entregar el resultado de su misión, el anciano caminaba lentamente detrás de ellos, escondiéndose detrás de cada puesto de comida, sin quererlo se distrajo con algunas señoritas que pasaban por el lugar...
—Que bueno es volver... —dijo mientras miraba el suave movimiento de las chicas.
Mientras el viejo miraba en todas las direcciones una pequeña niña choco con él.
—Lo siento mucho señor —le dijo la pequeña pelirroja.
—Pero si es una pequeña niña... —dijo el anciano—. No te preocupes pequeña señorita.
El viejo acaricio su cabeza y luego se fue perdiéndose entre la multitud.
—Creo que buscare el bar más cercano antes de comenzar mi misión —dijo el anciano despreocupadamente.
—Oiga señor —dijo la chica deteniéndolo—. Ha dejado caer esto...
La chica recogió una moneda muy brillante... el anciano la miro con una sonrisa cálida...
—Ya que eres tan honesta, puedes quedártela —le dijo el anciano—. Yo tengo muchas más.
El anciano le mostro una bolsa repleta de esas monedas.
—No puedo aceptarla, señor —le respondió...
—Lo siento pequeña, pero ahora que está en tus manos, ya no es mi problema —dijo marchándose sin esperar a sus replicas.
—Todo es exactamente como lo recuerdo —dijo el anciano suspirando.
Camino con confianza hacia un bar cercano al Gremio de Aventureros.
Miraba todo a su alrededor como un niño pequeño en una dulcería.
Entro al bar pateando la puerta y grito
—Mesera, sirva su mejor alcohol, Hoy pago yo —la gente dentro del bar grito de alegría, los hombres empezaron a pedir.
El anciano camino a la barra y dejo 3 monedas brillantes, la mesera estaba con los ojos abiertos... no podía creer lo que estaba viendo.
—Oro blanco... —dijo la mujer susurrando—. Pase por aquí...
Dijo la chica guiando al anciano a su mejor mesa.
—Esto sí que es un buen servicio.
El anciano comenzó a beber sin parar, y una bella chica, al parecer una aventurera se acerco a él.
—Hola —le dijo la chica—. Mi nombre es Adeline.
—Hola señorita, ¿tiene algún negocio conmigo? —dijo el anciano mientras miraba sus piernas...
—Solo estoy aquí para divertirme, no es algo importante.
—Que interesante —le respondió...
— ¿Entonces cual es su nombre señor?
—Mi nombre... yo no tengo un nombre —le dijo el viejo después soltó una carcajada.
—Este anciano está loco —pensaba la chica.
El anciano siguió tomando aproximadamente durante otras 3 horas, la chica trataba de hablar con él, sacarle conversación y esperar a que estuviera lo suficientemente borracho para robarle todo el dinero.
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John Wells. Reencarnación.
FantasyUn escritor vive en solitario, muy apartado de la sociedad, hasta que una noche es asaltado por un grupo de jovenes que, bajo los efectos de la droga y el alcohol, lo asesinan. Su vecina, e incluso su gata mueren en el mismo edificio. Al salir de su...