Capítulo 32. Pelea en la arena de combate.

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Perspectiva: John Wells.


Estoy en medio de la arena, es una zona de practica donde algunos aventureros suelen entrenarse, la fila para inscribirse al evento, es de unas 30 personas, no son demasiados, además de que no hay nada interesante, el sol me está matando.

Hoy a primera hora, desayune muy bien, Ena, Amy e Impher se apresuraron a vestirse; desde hace unos días, Yui ha estado trayendo algo de ropa y cosas interesantes, parece que con la moneda que le regalo el viejo hizo un negocio, aunque ella no ha dicho nada.

Todos los días se va con Rub muy temprano y solo vuelve hasta después de la última campanada.

Mi padre y sus esposas están haciendo misiones, por fortuna se han ido durante unos días.

Aunque mamá parece alterada, creo que piensa que la volverá a abandonar.

Supongo que si lo hace le corto los huevos...

Bueno, olvidando eso, el evento se llevará a cabo en la arena del gremio.

La princesa vendrá escoltada por su guardia real y viene exclusivamente a ver a los plebeyos, dicen que ella es una mujer muy amable con su gente.

Bien, si ella me regalara una moneda de oro blanco, seguro que es muy amable.

El lugar es tan grande como un campo de futbol; tiene muros de piedra y también hay gradas a los lados, con una zona VIP al frente.

—Joven Amo, si no gana, no debe preocuparse. —dijo Amy, yo con gusto le daré un premio espacial...

—Amy, por especial te refieres a dejarme tocar tus cuernos rosas —le pregunté, es que parecen de cristal... y hablando de cristal, estuve tratando de recordar el procedimiento para crear la pólvora, aunque es sencillo, tendré que buscar muchos materiales.

Y seguro que tardare un buen rato... claro, aquí no hay tiendas donde te venden los ingredientes ya procesados.

—Joven Amo, volvió a perderse en sus pensamientos... —dijo Impher mirándome de cerca.

—Lo siento, solo me distraje un poco —le respondí, llegué hasta esta larga fila de gente, aquí esperaban su turno hombres de apariencia musculosa, por sus placas se que son aventureros, todos están esperando su turno para empezar.

—Parece que hoy la competencia será fácil —escuche a un hombre de unos 2 metros hablar.

—Si, es lo que veo —respondió otro, que parece su acompañante.

—Joven amo, si es lo que quiere, yo dejare que toque mis cuernitos... —dijo Amy, que tardo demasiado en responder.

—Si, hace tiempo que quería lustrarlos... seguro que eso es relajante —pensé, mirándome sentado detrás de Amy, con un trapo, una buena lija; solo esos cuernos de cristal y yo.

—Amo, volvió a perderse en sus pensamientos, los cuernos de Amy no pueden ser tan impresionantes, hay gente que cuando ven a una súcubos en libertad huira a toda prisa llena de terror, solo por ver ese par de cuernos.

—Silencio Impher, tú no sabes apreciar el arte... son tan brillantes... —dije acercando mi mano... no sé porque temblaba, solo de pensarlo.

Eso me recuerda al pequeño diamante que tenía en mi casa, claro antes de morir... era mi posesión más preciada.

La fila avanzo poco a poco, hasta que toco mi turno.

El hombre me miro con desdén, pero no hizo más, apunto mis datos en la hoja y pase por fin a la sala de espera, que es una habitación gigantesca que estaba debajo del estadio.

John Wells. Reencarnación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora