Capítulo 29: La Diosa de la Cosecha

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Perspectiva: John Wells.


Me quede acostado dentro de la habitación, estaba cansado, pero aún no podía dormir, que ha pasado con mi amiga de cuatro brazos.

Quería entrar a mi reino alma, pero no había posibilidad, no sabía cómo hacerlo y mi voz interior no respondió a mi llamado.

La magia de Ena curo mis heridas como antes, pero no fue capaz de devolver toda mi energía, algo dentro de mi cuerpo devoraba mi maná fervientemente, y por lo que paso antes, concluí en que "Ella" estaba devorándola para recuperarse.

Ahora mismo no podía concentrarme bien, me sentía cansado y no había manera de recuperarme...

Mi cuerpo se sentía pesado, como después de correr un maratón, así pase el rato, hasta que un hombre gordo entro a mi cuarto, acompañado por los que parecían sus guardaespaldas.

—Así que eres tú el maestro de mi hija —me hablo el marrano.

—¿A que debo su visita? —le pregunte, sinceramente ahora no tenía ánimos de hablar con nadie—. Olvídelo, creo conocer la respuesta, dígame que necesita de mí.

—¡Oh!, me sorprende, eres un niño bastante interesante y muy audaz —me dijo el panzón, él era un hombre bastante gordo, de cabello castaño y ojos cafés; estaba algo calvo, además, estaba muy bien vestido, un hombre rico al parecer, pues llevaba en sus manos brazaletes y en su cuello una cadena de oro—. Antes que nada, me presentare, mi nombre es Yoel Silvdrag.

—Un gusto —respondí—. Mi nombre es John Wells.

—John Wells, un nombre extraño, el cual no sabía que existiera; investigue un poco sobre ti, tu familia, no cuadra en los registros del reino, ni tan siquiera del reino Sorlack, de qué lugar vienes, ¿es verdad que eres un noble?

—No lo soy —respondí—. Aunque mi nombre es John Wells.

—Bien, me parece bien que hayas dicho la verdad, ahora dime, que paso haya afuera.

—Tuve un problema, un agujero se abrió en el suelo de repente, y caímos en él.

—Bien, no puedo culparte por algo como eso, continua.

—Estuvimos rodeados por un interminable número de monstruos pero eran muy fáciles de matar, el punto es que apareció un criatura extraña, a la que no pude enfrentarme y tuvimos que escapar... nos escondimos en un lugar extraño con decoraciones de piedra, que era como una bodega o cámara del tesoro, aunque no había nada ahí... en ese momento eran dos criaturas las que atacaban, aunque al principio luchaban entre ellas, luego se unieron para matarnos; aunque logre cortar los dedos de una de ellas, la otra ingreso al lugar, nos atacó y por poco me mata, fue Violet quien me salvo, y aprovechando la distracción y las heridas recientes, pude matarla...

—Entiendo, no te esfuerces en continuar, dices la verdad... Violet me ha contado todo, y sé que te arriesgaste muchas veces para protegerla, sin embargo, como padre... estoy en verdad furioso.

Pensé que el viejo gordo trataría de atacarme, o por lo menos hacer que sus guardias me golpearan un poco.

—Pero dejando de lado mi furia... debo decir que Violet ha mejorado mucho, en unos pocos días, su vitalidad y fuerza crecieron... me recuerdan a su madre.

El hombre miro al vacío, con nostalgia y un sentimiento que reconozco fácilmente, salió a la luz... el perdió a esa mujer, ella está muerta.

—Supongo que su esposa murió...

John Wells. Reencarnación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora