Orange waves

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El verano había acabado, y con él, el calor.

Ya había comenzado un nuevo año de clases y cada vez quedaba menos para que me graduase. Tenía que estar más centrado, más sereno, nada podía distraerme de la rutina que suponía el comprometerse a asistir a un aula donde impartían clases acerca de algo que la mayoría de las veces no te interesaban, pero que en cambio otras veces morías por aprender. No teníamos deporte, nada estimulaba nuestros músculos por lo que acabé cogiendo la bicicleta para asistir al instituto. Recorría lo que hacía el autobús en un cuarto de hora, pero no me importaba ya que, a cambio, recibía una de las mayores satisfacciones para mi cuerpo.

Todas las mañanas me encontraba con algunos de mis amigos al llegar a la puerta del instituto ya que los más mayores habían pasado a la universidad. Sí, el grupo se disolvió, pero no dejábamos de quedar como hacíamos siempre. En un par de años estaría con ellos así que en cierta medida no me preocupaba tanto no ver a los dos mayores. Seokjin, se llamaba el más viejo, seguido de cerca por Yoongi. Ambos se fueron a estudiar carreras similares y se veían bastante frecuentemente, y Yoongi y Hoseok, que aún continuaba en el instituto, eran inseparables. Luego estaba Namjoon, que era algo más independiente, pero que aun así acudía cuando se lo pedíamos. Nunca sabíamos con certeza dónde estaba, y aunque compartiese aula con Hoseok, ni él mismo conocía su paradero en los descansos o por las tardes. Por último, Jungkook, el menor de todos, que estaba un curso por detrás del mío, no se despegaba de mí y de Hosoek, que si "Hobi" esto, que si "Tae" lo otro... En definitiva, éramos seis chicos, cada uno especial y distinto, pero que al fin y al cabo habíamos formado una segunda familia entre nosotros que pocos podrían ser capaces de romper.

Así era mi vida, la cual a simple vista podría parecer de lo más entretenida, con nuevos retos, diversiones, amistades, todo lo que se podía querer de ella.

Pero, sin embargo, la realidad se alejaba mucho de aquello.

Al principio pensé que el nuevo curso iría de maravilla, que por fin me aplicaría y me dedicaría a estudiar, pero no fue así. Todo se volvió igual. Las mismas caras, los mismos profesores, los mismos alumnos, las mismas paredes, las mismas aulas... Era un sin vivir. Yo necesitaba algo nuevo, y a la mínima que lo obtenía mi atención se desviaba a ese grandioso descubrimiento que había hecho.

Pero, poco a poco, dejé de descubrir cosas.

Y cuando creí que todo había acabado, algo nuevo apareció.

De camino al centro, como cada mañana, decidí probar a hacer una ruta diferente que quizá acortase el tiempo de mi llegada. Salí pronto, por si me perdía o por si el camino resultaba ser más largo y mis esfuerzos se hubiesen ido con el pedaleo de mis pies, y justo caí en la cuenta de que el nuevo tramo que pisaría pegaba directamente con la playa.

Sin dudarlo mucho, me adentré por la calle que desembocaba en la costa y crucé la carretera para posicionarme en la acera de al lado del paseo marítimo. La vista era magnífica, increíble, el amanecer teñía de naranja las olas de la playa que morían en la arena y poco a poco se iban tornando amarillas, hasta quedar azules, según subía el sol por el horizonte.

Casi al final del camino, y tras haber quedado sin aliento luego de haber presenciado semejante paisaje, decidí que aunque tardase más en llegar no me perdería un espectáculo como el que había arropado el tiempo que había compartido junto al inmenso océano que me extendía una parte de él para poder acariciarla con mi vista.

Pero justo antes de volver mi cabeza al frente y adentrarme de nuevo en la ciudad, le vi.

Vi a alguien sentado en el extremo de un bordillo que separaba la zona en la que estaba permitido bañarse y el puerto, de espaldas, sentado, mirando al mismo sol que yo había estado alabando. Tenía el pelo naranja, del mismo color que el cielo nada más se iluminaba, y no era alguien muy grande, por lo que deduje que podía ser de mi edad. No podía verle bien la cara, pues como dije estaba de espaldas a la carretera, pero mi curiosidad se abrió en el momento en el que vi cómo su cabello se mecía con la suave brisa que había dejado el verano tras de sí. 

Orange waves - Vmin [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora