Sea notebook

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Después de clases, como prometí, fui derecho a ver a Jimin, con una única palabra que tenía que decirle.

"Taehyung, Taehyung, Taehyung..."

Aunque Vante me gustase, si iba a ser su amigo no podía llevar un nombre falso, era ridículo a la par que absurdo, por lo que antes de que la vergüenza me volviese a carcomer por completo necesitaba abrir la boca, o sería peor. Estaba tan concentrado en eso que incluso olvidé que también le tenía que comentar algo sobre su cuaderno, pero cuando llegó la hora de vernos no importó en absoluto, ya que lo tenía consigo, debajo de sus manos apoyadas sobre el asfalto.

-Hola.-Me saludo, con una leve sonrisa acompañada de un rosado en sus mejillas. El frío no era amigo de nadie, y menos de ese chico, pues parecía pasarlo realmente mal cuando el aire gélido se arriagaba en su piel.

-Taehyung. -Solté, estando aún de pie, a su lado, con los puños apretados a los lados de mis piernas. No sabía bien el por qué le idealicé tanto, pero si me seguía comportando de ese modo le acabaría asustando, de eso estaba seguro.

-¿Taehyung?

-Sí... Mi nombre es Taehyung, no Vante... Ese es un seudónimo.-Cuando le vi asentir, entendiendo la situación, me acomodé a su lado, guardando la distancia. Aunque quisiese ser más cercano, no podía apresurarme. Sin embargo, quien se acercó a mí cuando ya estaba apoyado en el suelo fue él, aumentando mi pavor y mis ilusiones al mismo tiempo.

-Ya decía yo que Vante era raro... -Nos quedamos callados, dejando el agua emitir el sonido que nosotros no hacíamos, hasta que, de reojo, le vi alzar las cejas, como si se hubiese dado cuenta de algo, y elevó el cuaderno color blanco que estaba apresado entre sus dedos.-Este es mi cuaderno, en él tengo cosas interesantes, ¿lo quieres ver? Nunca se lo he enseñado a nadie.

-Me encantaría.-Me apresuré a pronunciar, extendiendo mis manos temblorosas para coger con ellas el pequeño objeto del cual no esperaba en absoluto lo que escondía tras esa tapa impoluta del color de las nubes.

Al abrirla, me encontré de lleno con una página colorida, con lo que parecía un mar dibujado de fondo ante unas letras algo mal escritas, con rotulador permanente negro, que decían "Mis descubrimientos". Supuse que era la portada, y pasé una hoja, con curiosidad. En aquel espacio aparecieron pegadas con celofán un par de hojas de algas, una verde, la típica, pero la que la acompañaba era de un color anaranjado como su cabello, precioso, llamativo, que transmitía de todo pero a la vez nada, pues yacía muerta. A sus lados, sus nombres científicos, y unas pocas anotaciones sobre su localización cerca de Corea. Seguí hojeando, y todo era fascinante. Aunque no me gustase en exceso el tema, no quería dejar de mirar, de leer, de apreciar los detalles de su interior, la colocación, el cuidado con lo que todo estaba meticulosamente cuadrado para dar buena imagen y lucir hermosamente armónico. Conchas, más algas, tipos de arena... no podía encontrar una respuesta a dónde había conseguido esas cosas, pero llevaban el trabajo de toda una vida, pese a estar incompleto. Aún faltaban incontables especies de seres vivos, descubiertas y por descubrir, pero eso no dejaba a un lado todo lo que había trabajado Jimin por conseguir un resultado similar.

Cuando la cerré, le miré, y de nuevo, mi garganta se atoró con mis propias palabras.

-¿Te ha gustado?-Me dijo, recogiendo de vuelta su más preciado tesoro. Asentí bruscamente por la ausencia de comunicación, y él sonrió satisfecho, como si ese hubiese sido el cometido de su existencia.-Es muy importante para mí, lo llevo haciendo desde que soy pequeño.

-Es increíble, Jimin. Es... No tengo palabras. -Recordé lo que me había dicho. ¿No se lo había enseñado a nadie? ¿Y por qué a un extraño sí?-¿Solo le he visto yo?

-Sí, y mi padre.

-¿Y tus amigos? ¿No se lo has enseñado?

-No puedo.

-¿Por qué?

-Porque no tengo amigos.-Como si me hubiesen dado un zapatillazo en la boca, me callé. Le observé incrédulo, intentando buscar una disculpa adecuada y la manera correcta de formular las preguntas. Yo no me imaginaba una vida sin mis amigos, ellos lo eran casi todo para mí, y cada día le agradecía a mi vida haberme brindado la oportunidad de conocerles.-No te preocupes, no es algo que me importe o moleste, solo que nunca me he atrevido a acercarme a nadie.

-¡Entonces... -Era mi oportunidad, no podía echarla a perder, debía proponérselo.-déjame ser tu amigo!

El de cabellos naranjas me miró a los ojos, y por un momento pude ver cómo empezaban a brillar producto de unas inexistentes lágrimas que no llegaron a precipitarse, e hizo un puchero. No sabía si era algo bueno o malo, pero solo podía pensar en que la había cagado y que se querría alejar de mí, pero momentáneamente me agarró ambas manos, dejando su cuaderno a su lado, concentrándose únicamente en mis pupilas y en mis palabras.

-¿De verdad? ¿Podemos ser amigos?-Ay, Jimin, si te contase todo lo que había esperado para hablarte...

-Claro que puedes, y también puedes ser amigo de mis otros amigos. ¿Quier...?-No pude continuar, pues me abrazó de tal manera que creí que mis pulmones no iban a volver a llenarse de oxígeno, y que por ende, había ascendido al paraíso. Tenerle entre mis brazos era algo que pensaba que no llegaría hasta dentro de meses por lo menos, por lo que casi no me dio tiempo a recobrar mi conciencia y corresponderle el abrazo. Cuando se dio cuenta de que estaba ejerciendo demasiada fuerza, se separó de mí, pero igualmente estuvo con esa cara iluminada y su amplia y embriagadora sonrisa.

-Hoy es el mejor día de mi vida. Gracias, gracias, gracias, gracias.

-No... hay de qué. Estoy muy contento de que quieras ser mi amigo.-Contento era quedarse corto, pero no podía confesar todo lo que le admiraba de golpe.

-¿Mañana vas a volver?

-Si tú me lo pides, yo vengo siempre. Aunque no puedo quedarme mucho rato, aunque quiera. Tengo que estudiar, y hacer trabajos y deberes.-Nos estábamos levantando para encaminarnos hasta nuestras casas mientras no despegábamos nuestra conversación de su hilo, y aunque me monté en mi bicicleta, no pedaleé hasta que finalizamos de intercambiar palabras.

-No pasa nada, yo estaré, así que ven cuando quieras. ¡Hasta mañana, Taehyung!

-¡Espera!-Jimin casi había salido corriendo, pero se volteó a unos metros de mí para escucharme.-¿Y tus clases?

-¡Yo no voy a clase!-Gritó, y volvió a correr para dejarse de ver en cuanto giró la calle.

¿No iba a clase? Podría no estar cursando sus dos años optativos puesto que no le interesaba ir a la universidad, pero ¿no hacía nada? Si tenía tanto tiempo libre tampoco debía estar trabajando. En ese caso, nada cuadraba. ¿Por qué?

Suspiré, y comencé con mi vuelta a mi hogar. Ese día no nos dimos ninguna nota, pero poco a poco habíamos entablado más confianza. Estaba ansioso por presentarle a Jungkook y a Hoseok, al menos sabía que ellos dos no faltarían, y poco a poco podría incorporarle a nuestro grupo.

Esa noche sí dormí, pero lo que no hice fue quitarme de la cabeza por qué Jimin era alguien tan misterioso.

Orange waves - Vmin [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora