—Eh, él es... —No sabía qué decir. Jimin me miraba, esperando a que les presentase, pero yo no quería hacerlo. Aún le sentía indefenso, y aunque él quisiese hacer más amigos yo no podía verlo. Estuve unos segundos en silencio, pensando en qué decir, pero mi mente solo me decía que escupiese lo primero que se me pasase por ella.—Es...
—¡Hope, espera! —Un gato había cruzado la carretera y el perro había salido corriendo tras él, tirando así de su dueño pues la fuerza que tenía ese animal era mayor que la de Hoseok. Aunque intentase frenarle no podía, y gracias a aquello nuestra conversación dio por finalizada, ya que el mayor de todos también salió en su persecución.
Me giré, y detrás estaba Jimin.
Aunque, por un momento, sentí que se había desvanecido.
Tenía la mirada lejos, él mismo lo estaba, y yo no podía hacer nada. Empezó a caminar sin esperarme, y seguía mirando al horizonte.
—¿Quienes eran? —Me preguntó, pero parecía que se lo había dicho al viento.
—Eran... mis amigos. El del perro va a mi instituto, el otro ha entrado ya a la universidad.
Estábamos a las puertas del local de su padre, que había cerrado. Rebuscó en su bolsillo las llaves, y suspiró. Cada acción suya era igual, monótona, y por fin pude ver que lo que ocurría era que, a mi pesar, estaba triste.
—Buenas noches, Taehyung.
Taehyung.
—Buenas noches, Jimi... —Había cerrado la puerta.
De camino a casa me paré en nuestro lugar, y me quedé cerca de una hora mirando el cielo, preguntándole a las estrellas millones de cuestiones que no tenían respuesta, y si realmente mi comportamiento estaba siendo el correcto.
El día siguiente volvería a ver a mi amigo de cabello naranja, y no sabía qué cara ponerle.
. • º • . • º • . • º • .
—¡Hola! —Me saludó, después de abrirle la puerta. Parecía como si el día anterior no hubiese existido en nuestras vidas, como si hubiese sido un capítulo necesario por el que debíamos pasar del cual habían arrancado las hojas. Su sonrisa, su calidez, Jimin era él mismo.
—¡Hol...! —Había entrado a la velocidad de la luz, sin dejarme siquiera pestañear, y corrí tras él para encerrarnos en mi cuarto durante horas, entre recuerdos y descubrimientos.
Por alguna circunstancia, mi amigo estaba apresurado.
Lo normal era pensar que tenía cosas que hacer después de venir a verme, que había quedado con alguien o que tenía hora de llegada, pero se iba desmintiendo él solo a medida que hablaba. Aunque llevase prisa se tomaba su tiempo para hacer los ejercicios, pues no dejaba de hablarme de sus cosas. Anécdotas en el mar, en la tierra, de todo tipo me bombardeaban cada vez que intentaba corregir sus garabatos. Su caligrafía era mala, no ilegible, pero mejorable, y de antemano sabía que escribir deprisa no era la mejor forma de mejorar.
Entonces, cuando parecía que las cosas se habían estabilizado, ocurrió lo inevitable.
—¿Hoy viste a tus amigos? —Hizo ímpetu en las dos últimas palabras, como si quisiese saber más de ellos. Yo siempre le contaba cosas, tanto vivencias en la escuela como algún que otro secreto que me habían confiado. Aunque no estuviese bien, Jimin no se lo iba a decir a nadie.
—Sí, aunque Jungkook se ha hecho un esguince y está como una fiera. No puede correr aunque se escape, y como es un bruto le está yendo a más. —Ese chico era demasiado impulsivo, seguramente por eso nos llevábamos tan bien. —En cuanto le lleven a casa a descansar me tocará visitarle, y no me apetece... ¡No pienses que no quiero verle, o algo, es que su habitación huele a queso! —Ambos comenzamos a reír, ¡pero es que era verdad! Ese niño solo se ponía unas zapatillas y se negaba a que se las lavasen.
—¿Y... los de ayer?
Momentáneamente, todo se volvió tenso. La tranquilidad y calidez que había reinado se estaba esfumando poco a poco, y no sabía muy bien por qué.
—Hoseok está como siempre, y supongo que Seokjin estará de vuelta en la universidad. Así es su rutina.
—Ah... —Silencio, excepto por el sonido de las gaviotas que pasaron para distraernos de todo. —Oye, Tae... —Sentía que se avecinaba algo malo, que las palabras de Jimin eran peligrosas, explosivas, capaces de derrumbarme de un momento a otro. El poder que tenía ese chico sobre mis hombros era inhumano, tanto, que con cualquier cosa podía hacerme caer cuando le diese la gana. —¿Cuándo les voy a conocer?
—¿Eh...? —En efecto, a eso le tenía miedo. No habíamos llegado tan lejos como me gustaría en cuanto a los conocimientos de un chico de nuestra edad, y en ese momento me servía de excusa para no permitirle nada. —Pues... Creo que si llegamos a...
—Claro, cuando lleguemos a esto, cuando aprendamos lo otro...
—No, o sea... —Jimin había comenzado a temblar, pero cuando fui a acariciarle el hombro se separó bruscamente, casi perdiendo el equilibrio de no ser por la mano que había apoyado en el colchón.
—¿Cómo que no? ¡Siempre dices lo mismo, Tae! Creo que es bastante lo que llevamos como para dejarme conocerles. ¿Qué más da si no sé ecuaciones, o analizar oraciones? ¿Qué importa el temario que sé para ser amigo de alguien? ¡Tú no necesitaste eso para acercarte a mí! —Me callé, y de nuevo, me había cerrado la boca con un golpe seco. —Si no quieres que te vean con un... analfabeto, solo dilo. —Se levantó, pero yo no sabía qué decir. Tenía razón, en cada palabra, en cada acción, en todo, y estaba dispuesto a dejarme ahí. —Sabía que eras como los demás...
Sin coger sus cosas, se marchó de mi casa.
Sin decir nada más, me había abandonado.
Y yo me había portado como una persona horrible.
Cuando quise darme cuenta estaba mojándome con mis propias lágrimas. Por cabezota, por cerrado, por no comprender sus sentimientos había echado a perder algo más valioso que cualquier otra cosa que hubiese podido tener.
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Orange waves - Vmin [PAUSADA]
FanfictionTodas las mañanas, Taehyung veía a un chico mirando al mar. Todas las tardes, Taehyung veía a un chico mirando al mar. »Prohibida la copia, adaptación o traducción total o parcial de la obra. Todos los derechos reservados a la autora...