Improving fast

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—Aguanta un poco más, solo un poco...

—No... no puedo... Jiminnie... —Respiré profundamente, cogiendo todo el aire posible que entraba en mis pulmones y fui soltándolo lentamente mientras seguía intentándolo.

—No queda nada... —Jimin me acarició levemente el estómago para pegarse aún más a mí, haciendo que sintiese un mínimo de su calor recorrerme de arriba a abajo.

—Me tiemblan... las piernas... mucho...

—Si quieres paramos, no tienes que hacer esto si no quieres, y lo sabes...

—¡No! —Exclamé, negando con la cabeza. —Después de... todo lo que ha costado llegar hasta aquí... hay que terminar.

—De acuerdo, entonces...

—¡Grrrmm...! —Solté un gruñido seguido de un grito ahogado, y por fin, terminó mi tortura.

Esa sería la última vez que subiría la cuesta de mi casa con otra persona en la bicicleta.

Habían pasado ni más ni menos que dos días, y el de cabello naranja ya estaba pisando mi casa. Era justo ya que yo ya había visitado la suya, aunque hubiese sido por accidente, pero por más que le insistí ir a la biblioteca él me replicó a todas y cada una de mis insistencias, y acabé por ceder en contra de mi voluntad. Mis únicos amigos que venían a casa eran Jungkook y Hoseok, y desde verano no habían irrumpido en mi cuarto para jugar a la consola ni una vez. Quizá el curso les estuviese apretando fuerte, incluso yo podría decir lo mismo, pero por suerte estudiar se me daba bastante bien, aunque no me gustase. Esa semana era algo menos ajetreada y podía permitirme distraerme un poco enseñando a mi amigo, así que al fin y al cabo no me quitaría demasiado tiempo de estudio.

En cuanto abrí la puerta, mi padre salió a recibirnos a mí y a Jimin.

—¡Pasa, pasa! —Le dijo desde la escalera, quedándose pendiente de que el otro no fuese tímido y se acomodase a su gusto.

—Con permiso, señor...

—Hola, papá. —Le saludé, aún agitado por la paliza que me había pegado con el transporte. Él asintió y volvió a subir a su cuarto, seguramente estuviese trabajando en alguna novela nueva pues andaba en pijama y tenía ojeras de haber estado en vela toda la noche.

Sin más, dejamos los zapatos en la entrada y subimos por la escalera de madera de mi casa para llegar a mi cuarto, del que nada más pisé hice mío y me desplomé en la cama como si mi cuerpo pesase cien kilos más. Jimin se quedó quieto en el marco de la puerta, y cuando escuché que no se movía me volteé para decirle que se sentase en la silla de mi escritorio.

—¿Estudiaremos aquí?

—Sí, ¿estás emocionado? —Pregunté, sentándome en el borde de la cama. Mi cuarto no era especialmente grande, por lo que no era difícil que acabásemos más juntos de lo normal. Estábamos uno frente a otro, con las rodillas a menos de medio metro. 

—Un poco. Siempre he podido leer libros, pero no los entendía del todo. Por eso me animé tanto cuando supe que me podías ayudar... No sé cómo agradecértelo. 

—Aprendiendo y portándote bien en clase. —Le guiñé un ojo, y le invité a sentarse conmigo en la cama. Solo tenía una silla, además de que estudiar en el colchón siempre me había parecido más cómodo. Saqué el libro de matemáticas de mi primer año en el colegio, y comencé a leer la primera lección.


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Era increíble lo rápido que Jimin aprendía las cosas.

Orange waves - Vmin [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora