No puedo, y Dios sabe que lo he intentado una y otra vez, que he intentado borrar cada palmo de mi pasado, dejar atrás todos esos recuerdos que se clavan en mi piel como clavos de acero oxidados... duele mirar hacia atrás y ver que en realidad, no has avanzado nada, duele mirar hacia delante y ver que aún queda mucho que recorrer, y que todo el esfuerzo que he realizado durante estos cinco años, apenas han servido para sacarme una sonrisa de vez en cuando.
Tan efímera la felicidad como ardua, llena de momentos que apenas recuerdo, pisados por muchos otros que realmente quisiera que ocuparan su lugar...
Miro hacía el espejo con rabia e intento definir mi gesto, mis manos apoyadas en el lavabo agarrando con fuerza los extremos como si quisiera romperlos de un apretón, lleno de rabia, de dolor, de ahogo... veo tristeza reflejada en cada lágrima que resbala por mi mejilla, en cada lágrima que se avienta desde el filo de mi cara para fundirse con el agua estancada de aquel sucio lavamanos.
Nadie me entiende, nadie me comprende, nadie me quiere.
Solo soy un mueble más en una casa que parece abandonada... donde nadie me conoce, nadie sabe nada de mí, y todos tienden a juzgarme por lo que debería ser, por lo que aparentemente aparento, pero por lo que en realidad no soy.
Pelo sucio, mirada asustada, ojos rojos como la sangre que se pierden en un reflejo de alguien que desconozco ¿Soy yo? No consigo ver nada de mí en la imagen que me muestra el espejo. Soy como un perro indefenso, vagabundo por las calles, sin saber, cual es verdaderamente mi sitio.
Tengo calor, mucha calor, me arden las manos como si las tuviera metida en las brasas, me quito la camisa de cuadros roja y la tiro al suelo, y me vuelvo a mirar al espejo.
Mi torso desnudo se muestra ante mí, lleno de cicatrices de una vida que no he vivido, de castigos injustos... no es tanto el dolor del cuerpo, como la aflicción que sufro en silencio. Las heridas que no se ven, son las que verdaderamente más duelen.
Miro hacia abajo y repaso mi muñeca izquierda con mis dedos. Aún no estoy segura de querer hacer esto, tengo miedo...
Escucho la puerta de entrada cerrarse con un portazo y subir las escaleras...
_ ¿Nana? ¿Eres tú?
Otro portazo fue la única respuesta que recibieron mis palabras, de ahí, de nuevo la guerra.
Gritos e insultos, palabras vacías que creían decir tanto, y que realmente hacían más daño del que pensaba... otro portazo, esta vez más cerca. Él había llegado.
Quise evadirme como años atrás, como cuando mamá me metía en la cama, me ponía los auriculares, música, y dándome un suave beso en la frente salía de mi cuarto... cada noche me dormía pensando que iba a ser la última en que la vería con vida... Maldito cobarde, asesino.
_lala..lalalala...lalalalala...
Intentaba tararear una nana que mi mamá me cantaba de pequeña, de la cual la letra se había desvanecido total mente con el paso del tiempo... como casi el recuerdo de su faz, de su olor, de su voz, esa voz con la que tantas noches pasé en vela, escuchándola gritar, suplicar, ante un déspota que no atendía a sus llantos. Cuantas noches he pasado rogándole a Dios que todo terminara, un Dios que nunca pareció escucharme. Hace tanto que dejé de creer en él que hasta pena me dan los pobres incrédulos que van cada día a la iglesia en busca de su perdón, de su apoyo, y se consuelan pensando que todo irá bien, porque él está con ellos.
Los gritos de mi abuelita me trajeron de nuevo a la realidad, y casi de forma instintiva mis manos cogieron el cuchillo, miraron al espejo de nuevo sin dejar de tatarear la canción y acaricié mis muñecas una vez más con el afilado borde...
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Una tumba vacía
Teen Fiction¿Os imagináis levantaros una mañana y descubrir que gran parte de vuestra vida ha sido una falsa? Que lo que creía cierto, no lo es, y es a partir de este gran descubrimiento cuando la vida de nuestra protagonista irá sufriendo un tras pié detrás de...