_Vamos, anímate_ dijo cerrando la puerta.
_ ¿Cómo puedo animarme? ¿Es que no lo entiendes? ¡Si no encuentro a mi madre tendré que volver con mi padre o marcharme de nuevo!_ alcé la voz y tiré mi mochila al suelo sin querer derramando todo lo que había en ella.
Tal vez no tendría que haberlo hecho, ella solo intentaba consolarme... pero tenía mucha presión encima y no podía evitarlo, necesitaba soltarlo... No quería pagarlo con ella, así que recurrí al que había sido mi asilo durante tantos años.
_ Lo siento mucho_ dije acariciando su hombro sin levantar la mirada... por vergüenza_ tengo que ir al baño un momento, ahora vuelvo.
Siempre había sido mi lugar de escape, un lugar donde evadirme, olvidar todo y centrar mi vida, arrinconarla entre cuatro paredes y un espejo. Sentía que podía concentrar todo lo vivido ahí, todo lo que tenía, todo lo que era, y cerrando el pestillo quedaba atrapado dentro, conmigo, tanto lo bueno como lo malo, pocas cosas buenas... de echo.
Odiaba esa parte de mí, esa parte en la que no podía controlar mis nervios y mi rabia, sentía que era como él, que en cualquier momento podía descontrolarme y herir a alguien. Y sé que por mucho que se intente no se olvida algo así. Y no es fácil controlar la situación en un momento en que no eres capaz de controlarte ni siquiera a ti misma. Y es muy cómodo soltar cuatro insultos y pensar que no ha ocurrido nada, pero ocurre, porque cuando se está así no sabes lo que dices, lo sueltas sin pensar, y esas cosas duelen... No es que crea que hay que ser unos mentirosos o unos falsos, y sonreírle a todo el mundo ocultando tu rabia dentro, hay que decir las verdades a la cara pero siempre manteniendo el respeto por todo lo alto.
Por eso, cada vez que me pasaba algo, me iba al baño, me sentaba frente al espejo y me miraba, comparando cada gesto con los de él, esos que repudio y me repetía una y otra vez "No seas como él, tranquilízate, tú puedes". Las veces que no funcionaba, agarraba una cuchilla y rasgaba mi piel... han sido tantas las veces que no funcionaba que casi se me había olvidado esta primera opción.
_ ¿Estás bien?_ Oí que dijeron tras la puerta.
Supongo que con mi ya conocido historial no estaba cien por cien segura en aquel baño, al menos según los pensamientos de Mara.
_Si... supongo_ dije abriendo la puerta.
_ Mira que encontré en tu mochila_ dijo enseñándome una carta_ ¿Es de Emma?
_ ¿De Emma?_ dije abriendo los ojos con cara de asombro.
_ No sé... en el reverso pone para el amor de mi vida.
Observé la carta por fuera, sin abrirla, pero no hallé ni nombres ni dirección ni nada, solo era un sobre blanco.
_ No es de Emma, ella no sabe que me iba a ir, ¿Por qué razón iba a escribirme una carta? Además "el amor de mi vida"... ni siquiera sé si fui la mitad de importante para ella de lo que ella lo ha sido para mí.
_ Estás hablando en pasado, ¿ya no es importante?
Supongo que estaba hablando demasiado, suele ocurrirme cuando estoy nerviosa.
_ No sé ya ni lo que digo...
_ ¿Estás segura de que no es de Emma?
_ Ayer vacié la mochila y esta carta no estaba, no puede ser de Emma.
_ Ábrela entonces.
"He decidido dejar atrás todo lo que creo saber, todo lo que mi mente castigada me dice que crea, y olvidar todos los celos que solo me hacen daño. Quiero confiar en ti, en lo que sentimos, en lo que creemos, en esto por lo que luchamos, porque es lo único que me hace feliz.
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Una tumba vacía
Teen Fiction¿Os imagináis levantaros una mañana y descubrir que gran parte de vuestra vida ha sido una falsa? Que lo que creía cierto, no lo es, y es a partir de este gran descubrimiento cuando la vida de nuestra protagonista irá sufriendo un tras pié detrás de...