Parte 2.9

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   Por fin en casa, ya son casi las tres y a las cinco tengo el cumpleaños de Mara, no tengo su regalo y no hay nada abierto...

_ ¿Qué podría regalarle?_ dije mirando a mi alrededor y escrutando todo con la mirada.

Tres golpes secos en la puerta me hacen evadirme de mis pensamientos... ¿quién puede ser? Nadie sabe que vivo aquí... y no creo que... no, no puede ser que me hayan descubierto.

_ Sé que estás ahí, he visto como entrabas

Era el tono de una mujer, y al parecer por cómo le temblaba la voz seguramente sería una señora mayor. Estaba algo enfadada.

_ Disculpe, estaba en el baño_ mentí abriendo la puerta.

La señora miró todo lo que había detrás de mí sin disimulo ninguno, yo creo que a ciertas edades ya te importa poco lo que la gente pueda pensar de ti, y si es una niña y además desconocida con más razón.

_ ¿No están tus padres en casa jovencita?

_ Lo siento... vivo sola.

La señora bajó la mirada directamente hacía mis ojos como si mi contestación la hubiese sorprendido.

_ ¿Tú? ¿Qué edad tienes?

_ ¿Qué es lo que usted quería?_ dije intentando escapar de un interrogatorio que se anunciaba inminente.

Mi nuevo y peludo amigo salió corriendo y empezó a saltar a la mujer encima, yo intenté detenerlo para que no se molestara, pero al contrario de lo que yo pensaba la mujer no se enfadó, en cambio, y en contra de todo pronóstico, su gesto malumorado cambió a una sonrisa, y su mirada dura y castigadora desapareció, rasgando sus ojos al compás de sus labios. Por un momento me recordó demasiado a mi abuelita y sentí como por un instante mi corazón se encogía como si una mano invisible atravesara mi cuerpo y lo oprimiese.

La señora me miró ahora sonriendo y prestándole más atención al perrito que a mí.

_ Solo quería hablar con los nuevos vecinos para comentarle las cuotas de mantenimiento de la comunidad.

_ Yo las pagaré todas, ¿cuánto es?

_ Supongo que tratándose de una jovencita como tú podremos pasar por alto las cuotas retrasadas de la comunidad_ dijo sonriendo_ pero a partir de ahora tendrás que pagar los 30€ mensuales, ¿entendido?

_ No se preocupe_ dije sonriendo

_ Adiós pequeño_ dijo refiriéndose a mi amigo peludo_ Hasta luego jovencita y si alguna vez necesitas algo vivo en la casa de enfrente, llama fuerte y varias veces si ves que no contesto, vivo sola y a veces me quito el aparato del oído.

_ Está bien_ dije sonriendo.

Puede que no fuera una buena idea, puede incluso que pudiera rechazarla, pero creo que era lo mejor que podía hacer, o al menos intentarlo.

_ Señora_ dije llamándola de nuevo

_ Llamame Margaret.

_ Margaret_ sonreí_ ¿Lo quiere?_ señalé a mi amigo perruno.

_ ¿Ya te cansaste de él?_ endureció el gesto de repente.

_ No es eso, lo encontré ayer en la calle, lo lavé y lo alimenté, pero no puedo quedármelo, yo estoy sola, como ya le dije, y apenas puedo cuidar de mí, no quiero que este pobre tenga que depender de mi y menos que vuelva a la calle.

La señora me miraba en silencio sin decir nada.

_ Por favor_ insistí_ a usted le gusta, y usted le cae bien, estoy segura de que será más feliz que conmigo. Ya que estará solo mucho tiempo porque yo estoy en clase por la mañana y por la tarde..._ pensé rápido, no podía decirle lo de mi madre_ quiero encontrar un trabajo para poder mantenerme.

Una tumba vacíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora