Parte 2.14

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 Tres golpes secos... una vez más... Parecía que esos golpes los estuviera dando directamente en mi pecho, pues me dolían.

_ Celi por favor, abre la puerta, sé que estás ahí_ Repetía esto una y otra vez._ No me voy a ir sin que me expliques_ dijo sentándose en la puerta_ ¿me has oído?

Yo también estaba sentada al otro extremo de la puerta. Con mi espalda sobre ella, casi podía oírla respirar a través de la vieja madera.

_ ¿Qué pasa aquí?_ Oí que salió Margaret.

_ Disculpa señora, necesito hablar con Celi ¿Sabes si está en casa?

Su espalda se separó de golpe y casi sentí como la puerta se balanceaba hacía su lado.

_ La he oído llegar, pero no la he oído salir... así que supongo que si estará, aunque si no te ha abierto ya, es sin duda porque no quiere hablar contigo.

_ Pues no me iré_ dijo sentándose de nuevo en la puerta.

_ ¿Habéis discutido?

_ No... o no sé... sinceramente no sé muy bien que ha pasado. Estábamos hablando tan normal y luego me dijo que tal vez era mejor alejarse de mí.

_ ¿Así fue? ¿No dirías nada que la hiciese sentir mal?

_ Tal y como se lo cuento_ Su voz se sentía angustiada... ¿Tanto le dolía que me alejase?

Puede que una parte de mí no entendiera muy bien lo que estaba haciendo, pero la otra sentía que era lo mejor que podía hacer. No quería hacerle más daño, no quería desaparecer un día y que todo quedara ahí... ¿Qué tal si no podía despedirme?

_ Se ve que la quieres mucho... esa niñita se hace querer_ dijo Margaret cerrando su puerta y entrando en casa_ No te rindas, acabará abriendo_ le susurró antes de cerrar por completo.

_ Supongo que tienes razón... la quiero_ esto lo dijo a modo de soliloquio, pensaba que no la oía... pero la oí.

Mi corazón empezó a latir muy fuerte... Me quería...

Un dolor punzante en mi cabeza estaba haciendo que me volviera loca. No sabía qué hacer, estaba estresada, angustiada, con unas ganas tremendas de salir corriendo y dejar todo atrás. Soy una cobarde en cuanto sentimientos se trata. Nunca he sabido enfrentarme a ellos.

Al fin, decidí agarrar al toro por los cuernos y abrir la puerta.

Mara se levantó de golpe y se quedó mirándome a los ojos sin decir nada... pero rogándome a la vez que le diera la explicación que tanto pedía. La invité a pasar, era hora de contarle todo.

Una tumba vacíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora