Parte 1.11

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_ Estoy llena, no no, super llena, tremendamente llena, llama a una grúa para que me dé la vuelta por favor..._ dije tumbada en mi cama mirando al techo de la habitación.

_ ¿Perdón? No te he oído, creo que tengo arroz tapándome los oídos.

Por un momento nos miramos y reímos a la vez de tanta exageración junta.

_ Tengo ganas de dar un paseo._ dije al fin cuando acabaron las risas.

_ ¿A dónde quieres ir?

_ No sé, a ningún sitio en concreto, solo quiero salir y caminar.

_ Y eso que solo has estado un día en el hospital.

_ Soy un alma libre como el viento.

Cuando miré hacía al lado, al no obtener respuesta, me la encontré mirándome sonriendo.

_ ¿De qué te ríes?

_ No me rio_ dijo fijando sus hermosos ojos en los míos_ sonrío.

_ Y... ¿por qué sonríes?

_ No sé.

_ ¿No sabes? ¿Qué respuesta es esa para alguien que siempre tiene respuesta para todo?

_ Me descuadras.

_ ¿Yo? ¿Qué hago?

_ Me miras...

Me estaba volviendo loca por rosar esos labios, por perderme en su boca, por sentir el sabor de sus besos... Pero me sentía petrificada, y no hacía nada, solo mirarla... Me sentía como un niño pequeño al que le han dado un regalo, el cual no sabe si abrir para descubrir que hay dentro o dejarlo ahí, así, lleno de sorpresas, y teme abrirlo... en mi caso no por descubrir que sus besos no me gustaran, mi miedo era muy distinto.

Tenía miedo de ser rechazada, de acabar con todo lo que teníamos, todo eso era más grande que el deseo de besarla.

Ella permanecía inmóvil, mirándome, con mirada fija en mis ojos. Su sonrisa se borraba a la par que el tiempo pasaba y no veía reacción en mí... ¿a qué está esperando? ¿La beso?

Llevé inconscientemente mi mano izquierda hacía su mejilla, cerré los ojos y la acaricié, esperando a que esa caricia diera comienzo a todo.

El suave tacto de su piel bajo mis dedos hizo que me estremeciera y que a las ganas de besarla y el deseo contenido, se le sumaran unas ansias locas por saber que estaba pensando en aquel momento. La frase que tantas veces durante el día había repetido en mi cabeza se estaba desvaneciendo a la par que este deseo crecía.

_ ¿No lo piensas hacer nunca?_ dijo al fin.

_ ¿El qué?_ pregunté, aunque realmente, ya sabía la respuesta.

Quería que ella diera el paso para saber que no me estaba equivocando, que no la perdería después por una tonta confusión...

_ Besarme.

Abrí los ojos y los suyos me estaban mirando. Ya había parado de acariciar su mejilla y la dirigí inconscientemente hacía su cuello, quería palpar aquella realidad que parecía incierta, que parecía un sueño. Acerqué mis labios a los suyos y la besé.

Una tumba vacíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora