Nuestro dulce hogar

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NUESTRO DULCE HOGAR

Y ahí estaba.

Ese chico moreno, alto de ojos claros que hacía que más que mariposas sintiera un zoológico dentro de mí.

Lo vi y fui corriendo hacia él, que me esperaba con los brazos abiertos y su típica sonrisa hacia un lado.

Ambos nos fundimos en un abrazo y en ese momento se me olvidaron los exámenes, los malentendidos, las peleas, las malas miradas, los profesores..... Se me olvidó todo y supe que estaba a salvo de aquellas cosas.

Cogimos un taxi hacia la casa en la que me hospedaría dos semanas. Estaba ansiosa, no cabía en mí pero también tenía miedo.

Miedo porque, ¿y si en estas semanas peleábamos mucho? ¿Y si en estas dos semanas nos diéramos cuenta de que no somos capaces de vivir bajo el mismo techo?

Pero lo que más me daba escalofríos era mi hermano mayor. No suelo hablar mucho de él porque no sé mucho de él, creo que mis padres y yo somos los únicos que sabemos de su existencia.

Hugo, hacía dos años que no sabía nada de él hasta el domingo pasado cuando tuvimos que ir al juzgado porque se había metido en unos líos relacionados con las drogas y el alcohol.

Tampoco hablaba de él por miedo a que me relacionaran de una forma parentesca, es decir, yo no me muevo por sus mismos mundos.

Cuando le vi no pude reconocer al chico que me traía la cena a escondidas a la terraza cuando me enfadaba con mis padres y me negaba a bajar al salón a cenar.

Eran muchos los recuerdos que me invadían y todos buenos. Todos acababan con Hugo diciendo “Cortesía del mejor hermano mayor del mundo".

Había miedo, pero ya me hacía feliz el echo de estar con él en la parte trasera de un taxi cogidos de la mano en dirección a lo que sería “nuestro dulce hogar".

Llegamos a la casa y Pedro dejo las maletas a un lado. La casa era preciosa, grande, luminosa y con un salón inmenso donde cabrían todos mis zapatos. Yo misma empecé a hacer en mi mente el boceto de mi vestidor en esa casa.

-¿En qué piensas? -dijo Pedro poniéndose justo en frente mía.

- Estoy pensando como quedaría mi vestidor aquí y allí pondría mis vestidos y por allí..

- Te haces demasiadas ilusiones Anita -dijo interrumpiéndome.

- Dijo el chico que pensaba que con una rosa y una caja de bombones llegaría a algo conmigo -dije picándole.

- No respondo -se acercó a mí, cada vez más, poco a poco, beso a beso y otra vez, me dejé llevar.

Me desperté por el brillo del sol que traspasaba las cortinas blancas de la ventana con vistas al Arco del Triunfo.

Me giré y vi que estaba despierto, le iba a obligar a no peinarse más porque despeinado es como mejor estaba.

- Buenos días princesa -dijo seguido de un beso a lo que yo reí.

- Pedro, por favor, no seas tan patético con esas tonterías de chico perfecto -seguido de esto, me acerqué a él y me venció el deseo de acariciar ese pelo castaño con reflejos rubios a causa de la luz.

- Perdona, déjame que vuelva a empezar -dijo en tono arrogante- prosigo, a ver dormilona levanta ya que estás echa una vaga.

-Así mejor pero que sepas que tú también eres un vago -empezó a sonar mi teléfono y los dos nos miramos extrañados.

Me levanté de la cama y me puse lo primero que encontré, cogí el teléfono y miré de quien era la llamada entrante.

Me sobresalté, descolgué y respondí.

-¿Mamá?

Y le escuché a la otra línea con voz llorosa.

- Ana es tu hermano.

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Hola lectorcillos, mi aburrimiento me corroe asi que hoy subiré otro capítulo.

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Gracias por todo.

CLM ♥

El diario de esa chicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora