Risa , adrenalina y miedo

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RISA, ADRENALINA Y MIEDO

Dejé a un lado lo que había pasado y noté como Juan para calmarme me acarició la mano.

- ¿Y esas tiendas? - seguía él esperando una respuesta.

- Vamos venga, pero esto lo pagas tú -dije y reí.

- Ana, ¿no tienes dinero? - dijo Juan... ¿preocupado?

-Si que tengo dinero pero no me llega y tú me dijistes que traías. - Ahora si que tenía cara de preocupación y tambien yo.

¿¿Cómooooo?? ¿¿¿Que no tenemos dinero para pagar???

Javi empezó a atacarse y a morderse las uñas mirando a todos lados.

-Javi, Javi - y seguía sin hacerme caso- ¡JAVIER! - por fin me miró con aquellos ojos azules que hacen que cualquier chic..QUE DICES ANA TRANQUILA, ¿PERO QUÉ TE PASA?

Sacudí la cabeza y seguí hablando:

- ¿Sabes lo que es un simpa?- él negó - Un sin pagar - hice una mueca y el sonrió ya más relajado.

-¿Entonces a la de tres no?- dijo incorporándose.

-Una -cogí mi bolso y el teléfono.

-Dos -cogió las gafas de sol.

El encargado miraba extrañado pero di por hecho que sabía lo que íbamos a hacer cuando empezó a correr a por nosotros.

-¡TRES!

Y empezamos a correr como si no hubiera mañana, como si la vida se basase en ello.

Se volvía a repetir la sensación de ser infinitos. Pero, para complicar más las cosas al encargado se le sumaron dos más y para colmo un policía de una tienda también se apuntó a la fiesta.

Cuatro. Cuatro eran las personas que nos seguían. Mi número favorito oye. Cuatro personas en nuestra caza y yo casi no podía respirar por la mezcla de risa, adrenalina y miedo.

Javi me gritaba y me hacía señas pero yo seguía sin entender nada. Entonces vino corrriendo hacia mí, me cogió del brazo y me metió en un oscuro callejón sin salida. Un poco estrecho para mi opinión.

Abrí la boca para hablar pero me puso la mano impidiéndomelo. A los pocos segundos vimos como los encargados y el policía seguían corriendo recto sin darse cuenta de nuestro escondite.

Cuando se fueron empezamos a reír. Era ya bastante tarde y la noche había llegado ya a las calles de París. Alcé la mirada y vi las estrellas, era precioso, más que eso.

Bajé la cabeza. No puede ser, pensé. Tenía a Javi delante mía, no se escuchaba nada salvo el ruido de nuestras respiraciones agitadas.

Ninguno de los dos hablamos, sólo nos mirábamos a los ojos, yo miraba sus ojos azules y él los míos verdes.

Me colocó un mechón de pelo detrás de la oreja y se acercó a mí. Cerré los ojos con fuerza sin saber lo que iba a pasar.

Pedro, Javi, estrellas, engaño, París, noche...

Miles de pensamientos en mi cabeza y solo un gesto  de Javi para hacerlos desaparecer.

Un gesto, un beso.

El diario de esa chicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora