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- No tenemos a dónde llegar Ciel
- Ya lo sé Alois, callate y dejame pensar

- ¿porque dicen que no tienen a donde llegar? El lugar en dónde vivo no es muy grande pero estoy seguro de que cabemos los tres, tengo tres recamaras, una para Elizabeth, una para Alois y en la otra podemos dormir tu y yo... - esa ultima parte la dice en voz mas baja pero no lo suficiente así que la risa de Alois me llena los oidos
- ¿a caso no pueden esperar? Llevan dos minutos de libertad y ya quieren encerrarse en la habitación
- Callate teñido- le digo mirandolo con fastidio, y pellizcandole una pierna a Sebastian por imprudente continúo- ¿no pudiste decirlo mas alto? ¡sí quieres te consigo un microfono!

Él sonríe y contesta- Pues no sería mala idea, asi todo el mundo se enteraría de una vez por todas que eres mío y solo mío
- Callate- Admito que me vuelven loco sus palabras, jamás me había sentido tan emocionado de escucharlo (o no en esta vida)- bueno, vamos a tu casa
- NUESTRA casa...

......

- ¡Vaya! ¿Y según tú esto es pequeño? ¿que hacías de pinche en un burdel teniendo esta mansión?
- No es una mansión Alois, es un simple departamento
- Si, de dos pisos y muy lujoso

El rubio se detiene a observar cada pequeño detalle, Sebastian nos ha traido un departamento de en sueño, ninguno de nosotros habríamos soñado jamas con que algo así fuera nuestro
- Llevaré a Elizabeth a su cuarto, sé que estará feliz de tener el que está lleno de espejos, ohum... Alois
- ¿si?
- Supongo que Claude querrá saber en dónde estás, si quieres llamarlo hay un teléfono en la cocina y uno más en aquí en la sala - mi compañero se pone rojo por algún motivo, es extraño que eso pase en él pues es la persona mas descarada que conozco
- Gracias... - susurra y espera a que Sebastian suba las escaleras para salir corriendo a la cocina

Yo por fin me doy el tiempo de observar, es un sitio acogedor y amplio con pisos de madera,  tiene dos ventanas enormes que dan a la calle y en medio de ellas las escaleras; los colores de las paredes son algo serios, el blanco y el negro se mezclan para darle un toque soberbio. No hay flores, pero el aroma de la casa es dulce. Me paseo por el lugar tocando los muebles cuando escucho a Alois gritando emocionado
-¡Viene a verme...!
- ¿qué?
- Claude viene en camino para acá, si no te molesta lo esperaré afuera y bueno... Quizá llegue un poco tarde hoy
- Espera un segundo teñido - el rubio se detiene 
- Dime enano - me dice sonriendo
- Te quiero aquí antes de las doce, no sabemos que esta planeando madame - a mi compañero se le borra la sonrisa y después de un par de segundos revienta en una carcajada - Oh que triste, ahora me siento como la cenicienta, el hechizo acaba a las 12, no te preocupes hada madrina, regresaré antes
- Estoy hablando en serio
- Igual que yo - responde mas serio - Tranquilo, ya no estamos encerrados, hay un mundo allá afuera que podemos disfrutar - sin mas por decir el chico sale y me deja mirando la puerta. <<Un mundo que podemos disfrutar>> Aunque suena a verdad algo me dice que no será por mucho.

Observo la calle a través de la ventana, en exterior parece tan cercano pero como siempre hay una barrera invisible que me impide disfrutarlo, miro a la gente pasar, las bocinas de los autos suenan estridentes y mas allá a lo lejos, en una azotea un extraño llama mi atención <<Under...>>
- No tienes una idea de cómo ansiaba estar a solas contigo - Sebastian me susurra al oído lo que me hace dar un pequeño salto de sorpresa. Sus brazos rodean mi cintura y su aliento choca en mi nuca, la piel se me eriza de sólo sentirlo
- ¿en serio? No parecía - digo sarcásticamente, el se ríe y levanta del suelo para arrojarme al sofá blanco detrás de nosotros
- entonces hagamos que lo parezca
- Oye espera, Elizabeth esta allá arriba
- Shh... - dice colocándose sobre mí - me daré cuenta si se despierta, por favor mi Ciel, no me castigues más...

"Mi Ciel" Sí. Soy suyo en mente, cuerpo y alma, y el es mío de la misma forma. Así será hasta el fin de los tiempos.

-Necesito sentirte - susurra en  mi oído - no sabes cuanto he soñado con poder volver a tocarte - sus manos se cuelan por debajo de mi camisa y sus uñas rasgan mi espalda - con besar cada centímetro de ti Ciel - Sus palabras me llevan al descontrol, por este único instante decido olvidarme de quien soy y sigo su ritmo, como puedo logro abrir las piernas para dejarle un mejor alcance a mi demonio, lo único que se escucha ahora son nuestras respiraciones mezcladas entre sí y los movimientos que hacemos en el sofá. Sebastian comienza a mover su cadera rozando su miembro con el mío, da una estocada tras otra cosa que esta llevándome a mi limite
- Va... vamos dem... monio... - suelto con un hilo de voz - muestra...me el infierno... - Él me mira y un segundo después contesta con una sonrisa de oreja a oreja y los ojos inyectados en carmesí - Yes, my lord.
Sus dedos se enredan en la tela mi camisa y sin esfuerzo rompe la tela
dejando al descubierto todo mi torso, con la misma simpleza me toma por la cadera y me obliga a dar la vuelta; dejándome boca abajo comienza un nuevo vaivén, empujando con su cadera la mía
- ¿Listo para lo que viene pequeño?
- ¡¿Pe... queño...?! - siento mi pantalón romperse justo por la mitad, y después de eso también rompe mi ropa interior, las manos de Sebastian acarician mi trasero con movimientos firmes, masajea y roza como si de ello dependiera su vida, una de sus manos desaparece y logro escuchar como desata su cinturón y baja el cierre. El cuerpo me hormiguea, una serie de "cosquillas" se expanden desde mis genitales hasta la punta de mis dedos
-Ah... mph...
- se siente bien ¿no? - uno de sus dedos comienza a rozar en agujero por donde pronto me penetrará, poco a poco entra y yo lejos de sentir dolor dejo que mi cuerpo se convulsione de placer, siento un hilo de saliva caer sobre mi que ayuda a lubricar más mi entrada, por fin un dedo completo entra
- Ya no... aguanto... Metela... - mis labios hablan sin permiso, la parte consciente de mi dejó de trabajar desde hace mucho, sólo deseo una cosa
- Espera... Si  hago lo que me pides  puedo lastimarte - siento mas saliva sobre mí y en seguida otro dedo abriéndose espacio en mi interior - ah Ciel... Luces tan bien desde aquí
- ¿s- sí..? - respondo divertido y con toda la intención de provocarlo más muevo mi cadera contoneándome, de la nada un tercer dedo le invade - ¡ah!
-Eso es tu culpa, haces que me impaciente ¿sientes esto? - el azabache toma mi mano y la coloca sobre su pene, se siente muy duro, caliente y húmedo - es por ti...
- ¡Ya m... metela! - grito impaciente y jadeante
- como desees - Sus dedos salen de mi y sin mas espera Sebastian me penetra con tanta fuerza que me roba el aire
- ¡ah...! ¡Ciel! Joder... - dice entre suspiros mientras yo me debato entre la alegría que me produce su embestida y el dolor en los pulmones por el escape de aire. Nos quedamos unos segundos así y por fin mi demonio comienza a moverse. Logro sentir como todo su miembro entra hasta chocar conmigo; él sigue con el vaivén mientras con su mano derecha rodea mi erección y comienza a subir y bajar
- ¡Sebas...tian!
- shh...

después de un par de minutos siento una  especie de corriente eléctrica recorrer mi columna vertebral, sé lo que se avecina y como una alma que llega al paraíso me dejó llevar. Sebastian aumenta la velocidad de sus movimientos y entre gritos de placer ambos dejamos salir todo lo que en nuestro interior reposaba, todo ese liquido blanco y caliente termina manchando el sofá y todo mi interior. Siento, estoy seguro, que sí yo quisiera podría tocar las estrellas con mis propias manos ¿así se siente "hacer el amor"?
El azabache se deja caer en mi espalda sin salir de mi, esta sudando y  su cuerpo hierve, supongo que yo estoy igual pues mi piel se pega a la suya, como si literalmente estuviéramos haciéndonos uno.
- Te amo Ciel - susurra en mi oído y en respuesta mi corazón acelera mas su pulso
- Y yo a ti Sebastian...

   ..........

AcendradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora