12; Memorias.

1.3K 117 7
                                    

Hace tres años, Uganda, Kampala. |01:18am|

Estaba tan adolorida, mi cuerpo gritaba de agonía mientras intentaba dar golpes suertidos a la pelirroja que derechamente, me estaba masacrando. La odiaba tanto, tan fervientemente, ella era mi maldito verdugo, nunca he podido derrotarla, pero Romanoff tampoco a podido matarme. Así que en eso estamos igualadas.

— ¿Por qué no te rindes?—me exclama ella, pegándome una patada en las costillas, haciendo que el aire de mis pulmones salga como una gran bocanada—. Rindete y tú muerte será menos dolorosa, querida.

Yo la miro, y sonrío con ironía. Está loca.

— Nunca—la mujer de Shield chasquea la lengua, y se pone en posición de ataque.

— Bueno, no digas que no te advertí.

Natasha Romanoff, literalmente, saltó sobre mi, me botó al suelo, me golpeé el rostro con el asfalto y sentí como mi mejilla escoció. Me desorienté un poco con el azote en el piso, pero recuperé lo bastante rápido como para alejarme de la pelirroja, arrastrándome por el suelo. No alcancé a ir muy lejos, tomó mis pies con sus manos y me atrajo hacía ella, se sentó sobre mi e inmovilizó mis manos tras mi espalda, no podía moverme, estaba totalmente inmóvil y cansada. ¡Dios!, ¿Qué clase de agente era?

— Eres tan fácil de batir, Zeller.

— Matame ya...—escupí con rabia y vergüenza, traté de levantar la cabeza, pero ella inmediatamente, con unas de sus manos, la empujó hacía abajo, haciendo que sonara como una cáscara de huevo al romperse.

— Quiero divertirme un poco contigo—exclamó triunfante, hablando muy cerca de mi oído—. Ahora dime, ¿Cuáles serán tus últimas palabras para tu queridísimo padre?

Eso me hizo hervir de la rabia, nadie hablaba de mi padre, nadie de SHIELD lo hacía. Mucho menos ella.

— ¡Vete al infierno, maldita Romanoff!—grité.

— Que boca tan sucia—dijo con sorna—. Dales mis saludos al demonio cuando te encuentres en el infierno, Charlotte Zeller.

Cerré los ojos y me entregué.

Percibí la helada navaja en el cuello, incluso, la sentí incrustarse en la piel sudorosa de mi nuca, tragué saliva. Mis sentidos están aun en alertas  y me centré en la sangre escurriendo y filtrándose por mi polera, ¿Por qué lo hacía tan lento? ¿Por qué no me mataba y ya?

Estaba tan envuelta en mis divagaciones, que no vi a El soldado acercarse a nosotras sigilosa y depredadoramente, solo me di cuenta de su presencia, cuando ágilmente, disparó a Natasha Romanoff y ésta cayó hacía atrás, liberandome.  

Yo estaba estática en el piso. Mirando al soldado que se acercaba a mi a paso rápido.

— Levántate—mandó, lo hice rápido a pesar que mi cuerpo protestaba de dolor. El soldado tenía el arma en alto, apuntando hacía el cuerpo inerte y ensangrentado de Romanoff, así que me acerqué y puse mis dedos sobre su cuello. Tenía pulso, débil, pero tenía. Estaba viva, la maldita estaba viva

— Es-está muerta—dije en cambió y ni siquiera sé por que lo hice.

Él me miró, con duda y suspicacia, pero bajó el arma y comenzó a retirarse.

— Vamos.

Asentí varias veces y lo siguí, sin antes mirar hacia atrás por última vez, preguntándome, ¿Qué acababa de hacer?

Cuando por fin llegamos a la nave, me senté un poco inquieta. No podía creer lo que había echo, de alguna u otra forma le había salvado la vida a Natasha Romanoff y le había mentido a el soldado, ¿Qué pasará cuándo la veamos de nuevo?, No quiero ni pensarlo. 

Raven Of Crystal || Winter Soldier ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora