Una inesperada visita

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Hermione caminaba por los pasillos con tranquilidad, era su primer día como Directora y todo iba bien. El desayuno pasó con tal normalidad, que hasta le pareció raro. Los alumnos parecían relajados en los descansos, revoltosos en las clases, como siempre, y apresurados con las tareas. Si bien era cierto que se respiraba un aire tranquilo, Hermione quiso creer que era así sólo porque era el primer día de los nuevos profesores.

Y entonces se alarmó un poco, no había presentado a los profesores sustitutos como debió hacerlo. A pesar de la corta y rápida introducción que dio McGonagall a principio de ciclo, ella tenía la obligación de recalcarlo a detalle durante el desayuno, el cuál se le había ido en un santiamén. Se había sentido tan a gusto que ni siquiera recordó sus deberes.

Ahora tendría que hacerlo por la tarde, durante la comida, sin importar que los alumnos ya los conocieran. Aquello ya se trataba más sobre la falta de respeto que había cometido con sus nuevos colegas.

Con un suspiro alejó los pensamientos tan negativos que tenía sobre su persona y juró que se disculparía más tarde con los aurores profesores. Ellos lo merecían. Quizá Jackson no, porque no le gustaba tanto la presencia de ese hombre, pero... Debía hacerlo.

Siguió andando por los pasillos, esta vez dirigiéndose a su despacho. Al llegar frente al imponente águila que bloqueaba las escaleras, musitó la palabra clave y estuvo frente a la puerta de su despacho en un par de segundos.

Se sorprendió un poco al ver su puerta entreabierta, pues se suponía esta debía estar cerrada con llave. Le dio un empujón leve y se abrió con un rechinido molesto, dejando ver una cabellera extravagantemente colorida y corta.

—¿Tonks?

—¡Señorita directora!—Chilló la mujer, visiblemente alegre—. No, pues si yo decía, esta chica va a llegar lejos.

Hermione le sonrió y le correspondió el abrazo que la mujer se lanzó a darle.

—Raro verte, Tonks.

Más raro que tú seas la ex-esposa, yo la novia actual y nos llevemos tan bien.

En ese caso, deberías acostumbrarte a tenerme por aquí. Voy a tomar el lugar de Ron, con eso de que su bebé está por nacer...

Le tendió unos cuantos pergaminos y volvió a sentarse; Hermione rodeó el escritorio y se sentó en la gran silla de la directora.

—Oh, cierto. En unos cuantos días habrá otro Weasley en este mundo.

—Sí. Yo creí que serías tú quien... Ya sabes, traería al mundo al Weasley de Ron.

Hermione sonrió, incómoda. Sí, al parecer eso de llevarse bien iba a ser temporal si ella seguía haciendo esos comentarios.

—En fin—continuó Tonks—, eso de allí son las autorizaciones correspondientes y el permiso de Ron. Además, está mi contrato firmado por el Ministro y Harry, sólo falta la tuya. Y una duda, ¿tendré horarios y rutas nuevas, o me quedaré con las de Ron?

Los ojos de Hermione iban de izquierda a derecha con rapidez, inspeccionando los diferentes pergaminos. Al parecer todo estaba en orden, pero lo revisaría más tarde con calma.

—Por ahora continuarás con los mismos, en dos semanas tenemos cambio de roles.

—Bueno, entonces, creo que es todo. Voy a ocupar mi puesto, que ya era hora. Nos estaremos viendo, Directora Granger.

—Suerte en la guardia.

Tonks asintió con una sonrisa y salió del despacho.

Hermione guardó los pergaminos en un cajón y miró a su alrededor, la puerta continuaba entreabierta. Quizá Ron le hubiera dado la clave, pero... ¿La llave? Sólo Filch y ella tenían. Tendría que preguntarle más tarde al celador para así salir de dudas.

I'm Gonna Change YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora