¡Chss! No rompas la magia

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"No puedo quitar esos recuerdos de mi mente
Y algún tipo de locura ha empezado a evolucionar.
He intentado tan duro dejarte ir
Pero una especie de locura se está tragando todo, sí"

Muse-Madness

*** *** ***

"Si no hago ruido... Si no me muevo...".

El vaho empañaba el cristal de la ventana con cada respiración que el licántropo daba. Eran agitadas, como si hubiera estado corriendo por largo rato.

Hermione retrocedió un paso bajo la atenta mirada de la criatura, rogando a Dios, a Merlín, a lo que fuera, que el licántropo no la atacara. ¿Miedo? Sí. Lo normal, ése que sientes cuando tu vida corre peligro.

Temía que entrara, que intentara hacerle daño a ella o a sus padres, que tan cómodos dormían un par de metros arriba. Ya le había pasado antes, él parecía haber conservado su personalidad luego de la transformación, pero también, unos segundos después, había intentado atacarlos. De no ser por Sirius... Por Snape...

"¡La poción! ¡La poción!", pensó, aliviada. "Él toma la poción correctamente ahora".

—¿Remus?—Susurró, el miedo ahogaba sus palabras.

La criatura se removió en el sitio, lloriqueando.

—¿Eres tú?

Hermione se acercó a la puerta con sigilo, sin hacer movimientos bruscos, le parecía ver algo diferente en el rostro del lobo que la miraba.

Y, en efecto, los ojos eran los de Remus, azules. No aquellos amarillos que había visto hacía algunos años.

La criatura volvió a lloriquear, esta vez arañando la puerta, intentando abrirla, haciendo un ruido chirriante,  muy agudo y molesto.

—No, no. Para, para. Voy a abrir.

Cogió la perilla de la puerta con mano temblorosa, suplicando que esta vez Remus no hubiera olvidado tomar la poción como se debía.

Abrió la puerta con lentitud, calculando los movimientos del licántropo, que era casi un metro más alto que ella. Esta vez, el hombre lobo lucía fornido, más fuerte de como lo recordaba.

—Necesito que guardes silencio, ¿de acuerdo?

La criatura retrocedio con sigilo, cuidando los pasos y mirando a su alrededor, pero sin alejar demasiado la vista de Hermione. Parecía que la cuidaba.

Ella salió de la casa, siguiéndolo con cautela, evitando acercarse demasiado. Entonces, la criatura se postró a sus pies, encorvado, encogiéndose lo más que podía.

Hermione no supo cómo interpretar aquello. En realidad, no sabía qué hacer a continuación.

Fue a sentarse en una de las sillas, sin dejar de observar al lobo, que también la miraba.

—¿Qué voy a hacer contigo?

El lobo lloriqueó nuevamente, acurrucándose al lado de su silla.

—Aquí no puedo quedarme. Hace frío.

Él la miró, como si estuviera pensando qué podría hacer para solucionarlo.

—Puedes entrar, pero, por favor, no hagas ruido.

El lobo se puso de pié de un salto, esperando a que Hermione hiciera algún movimiento.

—¿Podrás estar quieto toda la noche? ¿Sí?

I'm Gonna Change YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora