Epílogo

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- Maldición Justin, ya basta. – Dije entre risas tratando de sacar a Justin de encima de mí. Sus cosquillas eran demasiadas, a tal punto de hacerme doler el estómago.

- Di que me amas. – Su risa en conjunto con la mía inundaban la habitación. 

- ¡Quítate! – De un momento a otro capturé sus manos con las mías. Me encontraba recostada en la cama en la que dormíamos. Justin se encontraba sobre mí, sus rodillas apoyadas sobre el colchón me encerraban sin dejarme escapatoria. 

- Di que me amas. – Volvió a repetir con una preciosa sonrisa en sus labios. 

- ¿Y que si no lo hago? – Lo desafié. 

- Dejaré las cosquillas de lado pero te devoraré a besos. – Explico. – Y creo que eso no te gustaría. – Dijo en un susurro soltándose de mi agarre mientras se recostaba completamente sobre mí, sin aplastarme por supuesto. Sus labios rosaron mi cuello causando millones de sensaciones las cuales no me cansaba de experimentar. 

- Creo que mejor no diré que te amo, prefiero los besos. – Sonreí. Justin dejo de lado a mi cuello para mirarme con una pícara sonrisa. Acarició mi mejilla con dulzura y me beso. Sus labios se movían al compás de los míos, disfrutando cada segundo de este. Dos meses habían pasado de aquel caso, de aquel horrible secuestro pero también de aquel preciado momento en el que Justin me confesó sus sentimientos. Esa noche, la terminamos pasando juntos. Fue maravillosa y a partir de allí, no nos separamos. Días después de haber terminado el papelerío del caso Bieber, Claire apareció muerta junto a mi madre, sólo que ella estaba viva. Una verdadera sorpresa para todos, especialmente para mí. Resulta que Claire la tenía amenazada a mi madre con que si no trabajaba para ella, Claire me mataría. Pero mi madre no tenía idea de cómo en verdad eran las cosas. Ella no sabía que era agente del FBI y menos aún que yo estaba buscando a Claire para atraparla. Le había dado una falsa versión de cómo eran las cosas en realidad. Al parecer la única solución que tuvo fue asesinarla. No me resulta muy agradable saber que mi madre la asesinó pero por lo menos, Claire Adam ya no molestará a nadie. Se declaró culpable en el juicio y antes de que la llevaran a la cárcel de Alcatraz hable con ella. Aclaramos muchas cosas que necesitaban de una aclaración y finalmente, fue a cumplir su condena. Dylan finalmente olvidó sus sentimientos por mí y hoy se encuentra comprometido con Maylen. Ella siempre lo había amado, sólo que Dylan estaba muy ocupado con su trabajo y conmigo como para notarlo hasta que Maylen esfumó toda su timidez y le confesó sus sentimientos. Él decidió darle una oportunidad y gracias a eso, su relación mejoró y termino enamorándose de ella. Además, pasan todos los días juntos ya que siguen trabajando para el FBI sólo que en oficinas, fuera del campo de batalla. Y yo… me quedé con Justin. Aquel día, antes de confesarme sus sentimientos, se había separado de Clara la cual, luego de una escena de histeria, se fue llorando. Justin lamentaba hacerla llorar pero estaba decidido a hacerle caso a sus sentimientos y su pequeña familia, Pattie, Jazzy y Jaxon, estaban de acuerdo en ello. En cuanto a mi trabajo, renuncié. Decidí reabrir la empresa de cosméticos de mi padre. Se había convertido en todo un éxito. Admito, que extraño ser la mejor agente que el FBI tenía pero sentía que ya no podía seguir allí después de todo. Habían pasado demasiadas cosas en tan sólo dos meses pero por suerte, todo había terminado bien. 

- No se sobre pase pequeña. – Dijo Justin riendo cuando terminaba de llenar su cuello de suaves besos. 

- ¿Ahora no te gustan mis besos? – Lo miré haciendo puchero mientras repartía pequeñas caricias en su abdomen. 

- No me gustan. – Mis ojos se abrieron de par en par y él rio ante mi reacción. – Me encantan. – Susurró en mi oído. 

- ¡Oye! – Le di una pequeña palmada en su hombro. 

- Es que si no, no pararías. – Dijo quejándose.

- ¿Y que si no paro? – Reí. 

- No ibas a dejar que te pida un favor. – Reprocho. Suspire. 

- ¿Qué favor es? – Me cruce de brazos. 

- Mira, el anillo está guardado en un lugar especial para que tú lo encuentres. Así que, ¿me harías el favor de casarte conmigo? – Instantáneamente mi respiración se cortó. 

- Espera, ¿qué? – Trate de razonar. 

- Lo que escuchaste, ¿me harías el favor de convertirte en mi esposa? – Sus palabras eran reales, me estaba proponiendo casamiento.

- ¡Claro que quiero! – Sonriendo lo abrace trasmitiéndole toda mi felicidad y amor. –Te amé, te amo y te amaré por siempre. – Le dije mientras rompía el abrazo para mirarlo a los ojos. 

- Te amé, te amo y te amaré por siempre. – Dijo suavemente Justin antes de unir nuestros labios.

Fin.

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Mi Deber es Protegerte (Justin y Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora