Han pasado solo unas semanas desde que Tobe se puso como objetivo conquistar el corazón de Pucca, pero....como? Era la primera vez que el intentaba ganarse a una chica, así que no sabia como comenzar.
—¿le llevo flores? ¿La invitó a salir?
¿Le vuelvo a pedir que nos veamos después de clases?—Todas las ideas que pasaban por su cabeza no lo dejaban dormir, pero sabia que si lograba tenerla, bien valían la pena las noches en vela, que tal vez, en un futuro, lograría convertirlas en noches apasionadas de amor y lujuria a lado de su tan deseada chica. El solo pensar en tocarla lo volvía una bestia insaciable, pero para llegar a ese momento tenía que ser paciente, muy paciente, y esperar a que el tiempo haga su trabajo, la única cuestión era...¿Cuánto tiempo le tomaría para que Pucca se sienta atraída por él?
—Tal vez me tome mucho, pero la esperaré el tiempo que sea necesario—
Tobe lanzó un suspiro de enamorado, cuando recordaba su bella sonrisa, sus brillantes ojos, lo volvían un completo idiota, sentía deseos de verla—Debe ser muy tarde ya...—
Tobe se levantó de su cama y revisó la hora en el reloj.—Es media noche, ya debe estar descansando...—
Por un momento imaginó a Pucca en su habitación, acostada en una suave cama, su lindo cabello regado sobre las almohadas y su delicado cuerpo semi desnudo cubierto por una delgada sábana. En ese momento Tobe perdió la cordura.
—Iré a verla, tengo deseos de verla...—Se levantó de la cama como un rayo, abrió la ventana de su habitación para salir, por un momento se quedó pensando que no aguantaría demasiado ocultando sus sentimientos puesto que pensar en ella lo volvía loco, y no solo de una manera sexual, si no también con deseos de darle cariño, protegerla y sobre todo, hacerla muy feliz.
—¡Tsk! Tarde o temprano tendré que decírselo, pero por ahora solo quiero verla una vez más...—
Y al decir esto Tobe saltó desde su ventana, para luego dirigirse hacia la casa de Pucca con la luz de la luna acompañándolo.
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Lo único que aprendí fue amarte
FanfictionAquel chico tan atractivo caminaba por los pasillos de la escuela, rodeado de su grupo de amigos, ¿y por qué no?, de unas cuántas chicas también, las cuáles, lo pretendían impacientes. Pero, aunque ellas no lo notaban, el tenerlas todo el día a su a...