Capítulo 1

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El lápiz de Artemis se movía impaciente sobre su examen de biología; y no precisamente porque supiera todas las respuestas, al contrario, su cerebro estaba completamente en blanco. Lo único en lo que podía ocupar esa hora era dibujando. Sabía que era un error, sabía que reprobaría, pero era muy tarde. El timbre sonó y todos en el aula se apresuraron a entregar sus hojas al profesor.

La pelirroja, como siempre, fue la última en salir del aula.

—Lindo dibujo, Artemis. Pero este fue un examen de biología, no de arte.

—Realmente no recordaba nada, profesor.

—No te creo. No puedo creerte, eres una de las más inteligentes del salón. ¿Qué te paso?

La chica no respondió, no sabía con exactitud qué decirle.

— ¿Dormiste anoche?

Los ojos de Artemis se dirigieron al montón de hojas que había en manos de su maestro, mientras negaba con la cabeza.

—No lo hice.

Esa era toda la verdad. Artemis llevaba varias semanas sin dormir, lo que repercutía en sus notas. No podía darse el lujo de reprobar. Eso estaba rotundamente prohibido en su hogar. Quizás eso era lo que tanto la inquietaba; la constante presión que su padre ponía en ella y en su hermano. Por ser perfectos, atractivos y siempre los más inteligentes.

—Haremos una cosa... Diré que no presentaste el examen porque tuviste cita con el médico. Tienes una semana para estudiar y repetirlo.

—Está bien. Gracias.

—Por nada... Y Artemis, deja de preocuparte tanto.

Aquella última frase no la entendía por completo, ¿Qué no se preocupará? ¿A qué se refería con exactitud? ¿Cómo podía no hacerlo? Ella se preocupaba hasta por la más mínima cosa que le ocurriese. No podía simplemente parar.

La rutina para los hermanos Sallow era muy específica, cada día después de la escuela, una de las cocineras les preparaba un platillo determinado conteniendo únicamente lo que el nutriólogo indicaba. Los azucares estaban prohibidos. Tomaban actividades extracurriculares distintas; desde clases de canto, piano, francés, hasta deportes, como el futbol y boxeo (en el caso del muchacho).

Con el paso de los años, ambos niños se acostumbraron al modo de vida que su padre les impuso. Fue más difícil para Artemis, pues inmediatamente al llegar a aquella casa (teniendo tan solo tres años), su padre la inscribió en el preescolar, ayudándola a socializar, luego de un par de años sus clases de música y matemática comenzaron, al igual que su dieta. Todo aquello ocasiono ciertos cambios en su forma de pensar; creía firmemente en alcanzar la perfección, en todos los aspectos. Cualquier trabajo iniciado, debía terminarlo lo mejor posible, aunque eso implicara dejar de comer y de dormir. Eso pasaba con su vida, en general; cada vez que encontraba un error en ella, por pequeño que fuera, hacia lo posible por erradicarlo desde el fondo.

Althair era todo lo contrario. Parecía no esforzarse en alcanzar la perfección pues, según su hermana, él ya era perfecto.

Solía comer golosinas a escondidas y en ocasiones, faltaba a clases de francés por salir a divertirse; era un amante total de las fiestas. Sin embargo, eso no influía en sus notas, pues siempre eran impecables, pese a la falta de compromiso que mostraba en la escuela.

Eran completamente diferentes, incluso en el físico. Los cabellos de Artemis eran rojizos, su piel blanca hacia resaltar sus rosados y delgados labios. En estatura, era muy bajita, media tan solo 1.56 m. y pesaba 43 kilogramos. Su hermano, por el contrario, compartía el mismo cabello rubio que su padre y la piel bronceada de su madre, era uno de los más altos de su clase, pues media 1.86 m. y pesaba tan solo 67 kilogramos. El único rasgo que ambos tenían en común, eran los ojos color verde olivo que todo el mundo envidiaba.

SallowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora