Capítulo 17

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Las fiestas decembrinas eran las favoritas de Artemis, quien tenía los ocho años ya cumplidos y deseaba, con todas sus fuerzas, que Santa Claus le trajera un unicornio. No uno de felpa —como el que su padre había comprado para ella como regalo de cumpleaños— sino uno real, con un cuerno brillante y dorado, y su pelaje rosado, suave, justo como el algodón de azúcar.

—Issy, los unicornios no existen. — Repetía su hermano una y otra vez mientras intentaba atarle las agujeras de sus zapatos deportivos. Su hermana mecía los pies en el taburete, mientras acariciaba su amado unicornio.

— ¿Cómo sabes eso? Tal vez solo se ocultan, como los fantasmas.

—Issy, deja de moverte un minuto, por favor. — Althair era demasiado paciente con su hermana, lo que no ocurría a menudo, pues a pesar de ser apenas un niño, tenía el mismo carácter que su padre: fuerte, egocéntrico y controlador. Le gustaba que las cosas se hicieran a su manera, sin errores, en tiempo y forma. Pero estando con Artemis, podía ser la persona más paciente y afectuosa de todas.

La pelirroja mantuvo los pies quietos mientras observaba la forma en que Althair le ataba las agujetas. No es que ella no supiera —por el contrario, era una niña muy lista— pero a ambos les gustaban sus atenciones, él adoraba mimar a su niña, y ella amaba ser tratada de esa forma.

—Al, ¿Santa Claus existe?

— ¿Por qué piensas que no? — Terminó su trabajo y se irguió, para luego sentarse a su lado. La diferencia de altura era claramente notoria, a pesar de llevar solo un año de diferencia.

—Porque dices que los unicornios no son reales. Tal vez Santa tampoco existe, Al.

—Bueno, yo creo que él es real, si no, ¿Cómo recibirías tantos regalos, Issy? Él te conoce tanto como yo y siempre sabe qué es lo que quieres, ¿verdad?

Una sonrisa se posó en el rostro de la menor, mostrando el espacio entre sus dientes de enfrente, señal de que los había mudado. — ¿Qué le pedirás este año, Al?

—No lo había pensado, Issy.

La pequeña lo miró con el ceño fruncido, no creía que a esas alturas, con la fecha aproximándose, él aún no pensara en su esperado regalo.

— ¡Debes decidirte, Althair! Mañana es veinticinco de diciembre, Santa debe saber qué es lo que quieres.

—Issy, es que yo ya tengo todo lo que quiero. — La miro con una sonrisa de satisfacción. Él en realidad no podía pedirle nada más a un ser inexistente. Bastaba con tenerla a ella para que fuera suficiente.

— ¿No quieres ningún juguete?— Él le había ofrecido la mano para bajar del taburete, que ella aceptó gustosa y bajó con cuidado.

—No... Con tenerte a ti me basta.

—Te quiero, Al. — Le dijo sonriendo, mientras ladeaba su cabeza, haciendo que sus bucles rojizos cayeran hacia un costado. Aquel gesto era de una niña pequeña, algo que siempre hacia reír a Althair.

—Y yo a ti, pequeña. Pero anda, debemos irnos. — Tomó su mano, pequeña y frágil, y sintió como todo dentro suyo se ordenaba, encajaban a la perfección, y eso nadie podría quitárselos.

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N/a: Después de una larga ausencia he regresado, no puedo creer que Sallow este llegando a las 8k lecturas, ¿cómo pasó tan rápido? Me siento realmente orgullosa de lo que estoy escribiendo aquí. Gracias, gracias por su apoyo y cariño. En verdad lo aprecio. Los amo. 

>>Lis.

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