Capítulo 8

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—Artemis, anda. Voy a llevarte a la escuela.

—¿Hoy si me vas a llevar?

El tono en la voz de la chica era sarcástico, triste. Y ¿Cómo no iba a estarlo si su hermano la había la había ignorado por completo el día de su cumpleaños? No había cosa más deprimente para ella, Althair era su todo. Eran inseparables, pero un pequeño detalle los había destrozado, una acción, un beso, había sido suficiente para alejarse por completo.

Observó como Althair rodó los ojos y dijo secamente:

—Rápido.

—Mandón. — Susurró la pelirroja en su contra, evitando que las lágrimas escaparan por sus ojos.

Se alisto rápidamente con el uniforme escolar azul marino y mocasines negros. Su cabello se alzaba en una coleta despeinada. No tenía intención de lucir presentable.

—¿Qué paso ayer con Elliot? — El rubio la observo de reojo mientras conducía.

—Solo es mi tutor.

—¿Solo eso?

—Por qué tanto interés ahora, ¿eh?

—No quiero que estés con alguien para que te lastimen, Issy.

—Es mi vida, no tienes derecho de meterte, Althair.

—Se cómo es Elliot Vitale, Artemis.

—Seguro, porque es igual a ti.

El muchacho freno una cuadra antes de llegar al instituto, sintiendo como la furia recorría de forma rápida todo su cuerpo. Él no era como su compañero, ¿o sí? Él no tocaría jamás a las chicas con la desesperación en que el contrario lo hacía. Él no golpearía a nadie. ¿O era capaz de hacerlo? No lo sabía. Althair era impulsivo, celoso, intimidante, pero no existía la agresividad en su ser, había crecido con los constantes maltratos de su padre que no se imaginaba siendo de esa forma. Quería ser diferente, mejor, aunque le costará la vida. Le sorprendía que su hermana dijera aquello con tanta seguridad, como si pudiese ver lo que ocurría en su mente, los demonios que cargaba consigo. Como si no lo conociera. O tal vez, lo conocía mejor de lo que creía.

—¿Qué...? ¿Qué dices Issy? — Había comenzado a apretar el volante con algo de fuerza, no por enojo, sino por decepción. Lo único que intentaba hacer (lo que siempre hacía) era cuidar de su hermana, de su pequeño rayo de luz. Pero ahora más que nunca le parecía imposible.

—No estoy sorda, Althair. Tampoco soy tonta. Se lo que hiciste anoche, lo escuche.

—Maldición Issy. ¿No habías salido con Camille?

—¿Quién era ella, Althair? ¿Se llama igual que yo, o solo es otro apodo?

Los ojos de Althair se abrieron abruptamente. Agradecía haber aparcado en un sitio solitario, de otra forma hubiese ocasionado algún accidente. Allí lo supo. Entendió porque su hermana estaba tan molesta, lo había escuchado. Había escuchado la forma en que aquel apodo había salido de sus labios, sin previo aviso.

Y se arrepintió por ello. Estaba decepcionado de si mismo, se sentía maldito. ¿Cómo podía amar de esa forma a su pequeña hermana? No tenía explicación, por más que la buscará, no lograba encontrarla en ningún lado.

—Lo siento.

—No lo sientas. Eres libre de hacer lo que quieras, así que no me vengas con que algún chico no es bueno para mí, Althair. Solo yo decido eso.

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Althair Sallow podía ser bastante arrogante e impulsivo a veces, pero cuando se trataba de su hermana, daba a relucir una faceta suya que nadie lograba ver con frecuencia. Artemis lograba calmarlo, él la amaba, la había amado desde el día en que la pequeña llegó a su casa, sin embargo, al verla crecer, madurar, dejar de ser una niña, hacía que algo dentro suyo se alborotara de una manera difícil de describir, ella era la única persona en el mundo que le hacía sentir tan bien, tan seguro, pero también, culpable. No era normal. No era normal amarla con toda esa locura.

Luego de aquella corta discusión, decidió no acudir al colegio, se escapó a su lugar favorito (ese en donde había llevado a Artemis, en donde la había besado por primera vez), saco su cajetilla de cigarros y comenzó a fumar. Era un hábito que no podía dejar, solía fumar cada vez que estaba nervioso o molesto, inclusive triste. Y en ese momento, todas esas emociones se presentaban una tras otra en su interior, haciéndolo sentir miserable.

SallowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora