Capítulo 26

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N/a: antes de empezar con el capítulo, quiero aclarar ciertas cosas (porque ustedes, como mis lectores, se lo merecen).

Hace un año comencé la universidad, hace cuatro meses comencé una relación con la persona más atenta y preciosa que pude encontrar. Pero también, creo que me deprimí un poquito.  Pasé por un montón de conflictos emocionales que me hicieron replantearme una y otra vez si realmente quiero seguir escribiendo. Y concluí que sí. 

Escribir se ha vuelto mi pasión, mi liberación, lo que me hace sentir fuerte, valiente y segura de mí misma. Y no puedo abandonar Sallow, aunque lo pensé por seis meses enteros. Sentía que era insuficiente, que no llegaría lejos, que mi trabajo no era bueno. Pero luego de leer todo lo que tengo, de ver sus comentarios y de saber que pronto esta historia tendrá 20,000 lecturas, comprendí que entonces no soy tan mala como creo serlo.

Me cuesta, volver a narrar las aventuras de Artemis y Althair me ha costado muchísimo, pero créanme que actúo por inercia. Conozco a la perfección a estos dos personajes y quiero que lleguen lejos, que los amen y los odien, que se adentren en esta historia y lloren conmigo. 

Aún queda un largo camino para que esto termine, y estoy dispuesta a no rendirme, ya no quiero darme por vencida con algo que amo tanto, con algo que ha crecido de formas que yo nunca espere. Y lo único que deseo es que no me juzguen, que no piensen que me he olvidado de escribir, porque lo seguiré haciendo aunque los tiempos sean muy limitados. 

Gracias por continuar conmigo, gracias por leer esto. Los quiero muchísimo. 

******

—Espera, Al... — Se quejaba entre besos una sonrojada Artemis, sintiendo como su pecho subía y bajaba. El aire le faltaba con mayor regularidad y su corazón palpitaba con fuerza. Nunca antes se había sentido así, tan contenta, tan pasional, e incluso, excitada.


Althair la escuchaba, pero su cabeza no reaccionaba. Quería continuar, acariciar cada parte de su cuerpo y hacerla sentir suya. Parecía que las yemas de sus dedos conocían a la perfección el cuerpo de su hermana, pese a nunca antes haberla tocado. Creía que ella era la perfecta poesía, su musa, la única mujer en el mundo capaz de alborotarle cada hormona. Podría perderse en ella sabiendo que encontrarse no era una necesidad. La amaba.


—Althair, basta.— Reclamó, molesta, ruborizada y aturdida. Tampoco le gustaba la idea de parar, pero era necesario.


La luna lograba alumbrar de manera tenue la habitación de Issy, dejando ver el reflejo de sus muñecos de felpa. Agradecía que Althair no pudiese observarla de aquella forma. Se sentía avergonzada, aterrada y expuesta.


Con delicadeza y rapidez, movió su propio cuerpo sobre el de su hermano, para sentarse a su lado. Sus largas y delgadas piernas fueron hasta su pecho, presionándolas para así poder ocultar su rostro en ellas. Un nudo comenzaba a hacerse presente en su garganta y con dificultad, tragó saliva intentando apartarlo.


El mayor había dejado de pensar. La cabeza de Althair se nubló, dejándose llevar. Odiaba ser tan impulsivo, odiaba lastimar a quien más amaba en la faz de la tierra, a la única persona en el mundo con quien quería estar. Pero en ocasiones, le era imposible.


—Lo siento, Issy.


Un silencio inundó la habitación, Althair se levantó de golpe, y Artemis creyó que se iría.


—A veces soy estúpido, ¿vale? Olvido que tú no eres como las demás. Lo siento. No te lo mereces. No quiero obligarte a nada y tampoco quiero que te sientas comprometida a tener algo más conmigo ¿bien?


Issy suspiró, por primera vez alzó su cabeza para poder verle, aunque lo único que sus ojos lograban distinguir era la figura de su hermano mirando a la nada, a un punto en blanco en la pared, dándole la espalda.


—Sí quiero hacerlo. — Susurró, su voz era apenas audible.


—No tenemos que hacerlo.


—Quiero, pero me aterra. Además tú eres la única persona a quien amo, Al.

El contrario negó con la cabeza. No iba a permitirse aquello, sería llegar demasiado lejos con su hermana, con su sangre... sería cometer el peor pecado.

—No es el momento, ¿si? No estás lista.

—¿Cómo lo sabes?

—Porque te conozco mejor de lo que te conoces a ti misma. No es algo a lo que te esté obligando, cariño, no quiero que pienses eso. Ese momento debe ser especial, y si es que quieres que sea conmigo, me asegurare de que así sea. Pero aquí no.

Un abrazo fue lo que pudo calmar la ansiedad de la menor. Nunca antes había pensado en tener sexo, no era algo que necesitará, o en lo que pensara constantemente. Por supuesto que su mejor amiga había puesto un poco de presión en ella para que aquello ocurriera pero, de cualquier forma, ella siempre se había negado. Artemis era inteligente, y además, pensaba que un momento tan íntimo y especial debía ser compartido con una persona que verdaderamente la amara. Ansiaba sentirse sensual, atrevida, quería recordar su primera vez como un momento único en dónde decidía unirse a una persona para siempre (aunque fuese una absurda fantasía). 

No quería tener tan sólo sexo vacío, ella quería amor, pasión, tener emociones y sentimientos que nunca antes hubiese experimentado, sentirse segura, fuerte y valiente. Saber que no la estarían juzgando, sino que amarían cada parte suya, aunque estuviese muriendo de miedo.

Artemis sonrió, aunque sabía que su hermano no estaba viéndola. Aspiró su olor y se aferró a eso, se aferró a él. Supo que todo estaba bien, y confío. Aquellos instantes escuchando los latidos de su corazón, sintiendo sus manos acariciando su espalda y sus labios besando su frente, le hicieron saber que en efecto, él era el indicado. Se pertenecían, había sido así desde un principio, aunque el mundo dijese lo contrario.

SallowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora