Capítulo 25

235 11 5
                                    

(La fecha se merece tener un capitulo especial. Disfruten a mis niños en Navidad).

*****

Las fiestas decembrinas no eran las favoritas para la menor de los Sallow. La nostalgia la inundaba al pensar en el chocolate caliente y las galletas que su madre preparaba cuando era pequeña. Mudarse le había costado más de lo imaginado, sobre todo al crecer sin una figura materna a la cual seguir.

Althair había pensado una y otra vez en el regalo perfecto para su hermana, quería darle algo que recordara para siempre, que le hiciera sentir amada y protegida pues en efecto, lo estaba. Habían crecido juntos y nadie podría pensar, jamás, que eso cambiaría.

A los doce años, Artemis ya había aprendido a tocar el piano casi a la perfección, cosa que su padre le celebró obligándola a tocar frente a toda la familia Sallow en la cena de víspera de Navidad.

—Artemis, te compré un vestido rojo hace dos días, ¿por qué no lo usas?

La niña lo observó con el ceño fruncido, ¿Cómo era posible que su padre no supiera que los vestidos no le agradaban? ¡Quería saltar, correr y jugar! ¿Cómo iba a hacerlo con un atuendo tan incómodo?

—No me gusta.

Matthew suspiró, estaba cansándose de la actitud infantil de su hija. En ocasiones no podía creer que ella realmente fuese su hija. Y es que, ¿cómo se cercioraba de aquello cuando jamás le mostraron una prueba de ADN? Negó con la cabeza, como si con eso pudiese alejar todos aquellos malos pensamientos que se hacían presentes en las peores circunstancias.

—Cariño, ¿no quieres lucir bonita cuando toques frente a todos?

La idea tampoco le gustaba a la menor, ni siquiera le habían preguntado su opinión cuando se enteró de que todos acudirían aquella noche con el único propósito de presenciar su acto. ¿De verdad estaba lista para algo como eso?

Artemis cedió, pensando únicamente en hacer feliz a su padre. Se quitó sus pantalones desgastados y los reemplazo el vestido rojo. Matthew incluso había contratado a alguien para peinar su cabellera rojiza en preciosos y marcados bucles que caían por su espalda. Se sentía tremendamente incomoda, como si fuese una persona distinta, pero solo sería por una noche.

Estaba lista, pero se rehusaba a salir de su habitación. Matthew Sallow, nuevamente inconforme con los berrinches de la niña, salió de la habitación y se dedicó a vigilar que todo, sin excepción, estuviese perfecto.

—Issy, ¿puedo pasar?— La voz de Althair se hizo escuchar hasta el otro lado de la puerta. Artemis se levantó de la cama, dejando a su oso favorito sobre la misma para poder abrirle a su hermano. —¡Te ves muy linda! ¿Cómo estás?

A pesar de que solo hubiese un año de diferencia entre los hermanos, él era mucho más maduro, inclusive en la forma tan peculiar que tenía de hablar.

—No sé, Al, no quiero hacerlo.— Ella lo observó con un puchero posado sobre sus labios. Sabía que únicamente Althair cedía ante sus actitudes, pues su padre se rehusaba a tratar con ella.

—Pero vas a hacerlo estupendo, te he visto en clases, eres mucho mejor que todos los demás.— Althair le entregó una pequeña caja dorada que llevaba consigo. —Mira, tal vez esto te haga sentir un poco mejor.

Artemis le quitó el lazo y luego, la tapa, con suma delicadeza, sus ojos se abrieron de inmediato, admirando lo que aquellas cuatro pequeñas paredes escondían. Su sonrisa se hizo presente y sus dedos acariciaron el moño rosado que su hermano le había obsequiado.

—Sé que no es mucho, ni algo muy grande, pero lo encontré en las cosas de mamá y pensé que en ti se vería bien.

Artemis no era tonta, sabía que su madre no era la misma que la madre de Althair, pero eso estaba bien, aunque tampoco quería quitarle algo tan preciado a la persona más importante que tenía, ¿Aceptarlo o rechazarlo? Ni siquiera tuvo tiempo de meditarlo, su hermano ya había tomado entre sus dedos dos mechones de sus bucles para colocar allí, entre ambos, formando una corona, el moño.

Y quizá fue justo en ese momento donde todo finalmente tuvo sentido, donde todo se perdió un poco, aunque no para siempre. Posiblemente aquella noche los pensamientos de Althair respecto a su hermana comenzaron a cambiar, a volverse ligeramente más románticos, pero, ¿Cómo iba a saber todo eso un niño de trece años?

Para él, ella era perfecta, no había cosa que quisiera cambiarle, no había nada malo en ella (a pesar de que se encontrara a sí misma miles de defectos).

Al verla, pudo recordarse a sí mismo que no estaba tan perdido como creía.  

*****

N/a: ¡Hola, amigos míoosssssss! Primero, quiero disculparme por tener esta historia tan abandonada desde el mes pasado. 

Hoy es el último día del año y me he puesto demasiado nostálgica, sobre todo porque no la estoy pasando del todo bien. Siendo honesta, ahora mismo estoy triste y molesta (una combinación de emociones que me ayudaron a terminar este capítulo), pero también estoy bastante agradecida. ¿Pueden creer que ya sean más de 17 mil leídos en esta historia? Porque yo no, no sé cómo lo hice. 

Siento que he crecido demasiado al escribir y todo eso es gracias a ustedes, a quienes leen, comentan, me envían mensajes y se toman la molestia de revisar si es que ya he actualizado. De verdad, gracias infinitas por seguir aquí, por amar tanto a mis niños Sallow, por darle amor a esta historia.

Tengo miles de planes para el 2019 y realmente espero que me acompañen en esta nueva aventura. 

Recuerden que todo es posible, no dejen que el miedo los limite o los detenga, el único impedimento siempre serás tú mismo. Les deseo todo lo mejor en el año que viene, vivan, rían, hagan lo que aman y por favor, nunca se den por vencidos. 

¡LOS AMO MUCHO! 

PD: Estoy abriendo un canal de youtube llamado La chica de los libros, suscribanse por allá para ver las sorpresas relacionadas con libros y con Wattpad. Gracias inmensas (otra vez). <3 


>>Redes sociales de la autora
Instagram: lisset_rmz
Facebook: Lisset Ramireez

SallowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora