×Vacío×

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- Renjun.

El melancólico pintor estaba concentrado en la libreta que tenía delante, mientras su mano izquierda trazaba lineas y sombreaba algunas partes. Apenas le prestaba atención a la voz que venía del salón, compitiendo en insistencia con el volumen de la televisión.

- ¡Renjuuun!- gritó Jeno, alzando más la voz. Estaba sentado de piernas cruzadas en el sofá, viendo cómo una familia desestructuraba se insultaba en la televisión. No quería levantarse pero, a ese paso, jamás conseguiría que le respondiera. Al final, suspiró y así lo hizo, dirigiéndose hacia la mesa del comedor donde había estado sentado desde que el rubio se había levantado- por lo visto, se había tomado la mañana libre del trabajo, aunque aún tenía clientes a los que ver por la tarde- bosquejando algo nuevo. Tomando una profunda bocanada de aire, se acercó a él y puso su barbilla sobre el hombro del joven- Renjun- suspiró dramáticamente- tengo hambre.

- ¿Ah, sí? Pues come algo- Renjun conectó unas línea y dibujó otra tosca línea entre ellas. El rubio se mordió el labio.

- ¿Comer qué? Ni siquiera puedo hacer unos huevos revueltos. ¿Sabes lo que quiero? Tortitas. ¿Puedes hacérmelas?- ninguna respuesta- Por favor. ¡Las tuyas están buenísimas! ¿Qué les echas, canela? Qué ricas. Nunca antes había probado tortitas con canela.

Renjun lo miró, irritado.

- Estás empezando a molestarme.

Jeno le devolvió la mirada, desafiante.

- Pues puedo ponerme aún peor- y, justo después, le rodeó el cuello con sus brazos y empezó a tirarse encima de él, haciendo que su peso le dificultara la tarea de dibujar- ¡Renjun! ¡Quiero tortitas!- gritó, subiéndose aún más- ¡Por favor! ¡No puedo soportar el hambre! ¡Me siento muy débil! ¡El salón está dando vueltas!

Renjun suspiró. Sí que era molesto, sí. Después del incidente con sus amigos del instituto, había decidido ignorarlo durante toda una semana como castigo, pero el rubio no le estaba poniendo las cosas fáciles. Desde aquella noche, estaba irritablemente encantador, lo que no era malo, empezando a añorar los momentos en los que estaba callado y aislado…

- ¡Aah!- al final, el peso del joven hizo que cediera y Renjun se agarró al borde de la mesa. Sin embargo, sus dedos no pudieron soportarlo mucho más y acabó cayéndose al suelo, con Jeno aún a su espalda.

- ¡Tortitas!- pataleó el otro- ¡Me muero de hambre!

- Bien. Te haré tus malditas tortitas- le cogió de las muñecas y lo apartó, liberándose de su abrazo- Pero será mejor que me supervises; tal vez añada veneno cuando tú no mires.

Jeno se sentó y sonrió, satisfecho.

- Muy bien- entonces, se levantó del suelo y lo siguió hasta la cocina. Octubre estaba empezando y le costaba asimilar que llevara allí un mes. Tal vez Renjun se estuviera cansando de él… y lo cierto era que el rubio no le ponía las cosas fáciles- Y, ¿en qué estás trabajando, si no te importa que te lo pregunte?

Huang abrió la nevera y empezó a coger los ingredientes que necesitaba.

- Una pintura al óleo- tal vez no hubiera empezado así, pero últimamente siempre la visualizaba en cada habitación en la que estaba. Seguramente, en cuanto terminase el boceto, tuviera que comprar los materiales para pasarlo a tamaño real, se vería tan bien que todo los expectadores llorarían de la emoción por la obra que tenían delante. Cerró el frigorífico y abrió uno de los cajones, de donde sacó un bol- Considérate afortunado; hay cientos de personas que morirían por saber en qué estoy trabajando.

- Entonces, ellos también necesitan una vida- comentó Jeno fríamente, sin perder de vista la mezcla de los ingredientes para controlar que no echara algo picante, con maldad- Pero todavía no has pintado si quiera tus garabatos así que, ¿cómo sabes que  se vera bien?

Muse (NoRen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora