Estaba feliz porque me habías mirado. Era una chiquilla. Una chiquilla enamorada.
Ella empezó a ir al psicólogo y dejó de mirarte en los descansos. Dejó de hablar de ti y de cómo te gustaba el café.
No le pregunté por qué iba al psicólogo.
Por tu parte todo seguía igual. No lanzabas ni una sola mirada a nuestra mesa mientras reías con tus amigos.
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Cartas para él
Short StoryTreinta y nueve cartas para el que parecía el amor de su vida.