12.

106 15 0
                                    

Desde ese día comenzamos  a hablar mucho más. Me escribías todos los días para darme los buenos días y preguntarme si podías venir a recogerme. Yo estaba en el mismísimo cielo.

Ella no había vuelto a hablarme desde aquella vez. Me esquivaba en los pasillos y se ponía en una mesa alejada mientras  miraba el teléfono y sonreía. Era la primera vez que la veía sonreir.

Tú me mirabas desde lo lejos y me dedicabas sonrisas. Me dabas fuerza al ver que ella se había alejado.

Pero, ¿por qué no te acercabas?

Cartas para élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora