Sophia se enserró en su habitación y se tiró en su cama llorando.
Luego de un rato se calmó y pudo escuchar que Albert estaba detrás de la puerta también llorando y pidiendole perdón.
Ella sólo escuchaba las palabras que Albert le decía y no podía entender cómo pudo traicionarla de esa manera.
Sophia sabía que él era inocente, pero su corazón le decía que no podía perdonarlo.
La abusadora era Josephin que se metía en la habitación de Albert cada noche y él de lo borracho que estaba, creía que le hacía el amor a su bella Sophia y no, era a esa mujer a la que tocaba cada noche.
Sophia sentía nauceas de sólo pensarlo.
Nunca creyó que su adorado Albert pudiera traicionarla estando así de enferma.
Albert no se movió en toda la noche de la puerta de Sophia, no recordó que podía entrar a esa habitación por la puerta que comunicaba las dos habitaciones.
Sophia no pudo descansar en toda la noche, tuvo pesadillas y lloraba de a ratos.
Al salir el sol Sophia llamó a su doncella y le pidió que le arme los baules de ella y el de sus hijos y que pida al cochero que este listo para partir al instante rumbo a Jersey.
Fué a la habitación de sus hijos y los alistó para salir en cuanto hayan terminado de desayunar; ya que el viaje sería largo y pesado para ellos.
Mientras tanto Albert escuchó todo el alboroto de la mudanza y salió al pasillo.
Preguntó que pasaba a un lacayo y bajó corriendo al comedor a impedir tal locura de su esposa.
-Qué crées que haces al irte con los niños?
-Qué hago? Separarme de tí, porque no puedo ni ver, tu asqueroso rostro.- ella estaba muy enojada aún.
-Eso nunca, tú de aquí no sales; sin antes tener una conversación conmigo en mi despacho a solas y ahora mismo.
-Yo no tengo nada de qué hablar con un traidor como tú.
-Si y vamos a hablar yá!- la agarró de la mano y la arrastró hasta el despacho.
-Bruto, sueltame que lastímas mi brazo.-gritaba Sophia.
Albert abrió la puerta y la hizo entrar a ella primero.
-Bueno ya estamos aquí, de que quieres hablar porque tengo un viaje que emprender.
Albert la miró, tomó aire y comenzó a llorar a sus pies.
-Perdóname, nunca supe que ella se metía en mi cama- lloraba al hablarle a Sophia- yo volvía a casa tan borracho que ni la ropa me sacaba y cuando me despertaba pensaba que mi ayudante de cámara me había sacado la ropa; pero nunca me dí cuenta que me despertaba casi desnudo y como siempre que despierto me doy un baño y esas veces no fue la excepción y nunca le pregunté a él si me desvestía; ya que antes sí lo hacía cuando volvía muy descompuesto.- trataba de explicarle a Sophia- yo nunca supe que ella venía a mi cuarto, tienes que creerme Sophy, por amor de Dios te lo pido.
Sophia lo miraba cómo estaba arrodillado a sus pies suplicando su perdón.
-Y tú pretendes que haga como si nada pasó y que te perdone así de facil, eso nunca va a pasar; aunque hables y hables, los niños y yo igualmente nos vamos a Jersey a descansar de tí y de toda esta porquería.
Y no se te ocurra seguirnos porque deseo estar sóla y pensar muy bien que voy a hacer con nuestro matrimonio.
Albert levantó la vista y supo que todo estaba perdido.
-Bueno puedes irte, pero pediré que te escolten varios sirvientes hasta Jersey y así yo estaré tranquilo que nada malo les pase en el camino.
-Bueno, y tú quedate aquí sólo reflexionando todo esto; porque ni creerás que volvere a esta casa luego de todo esto.
Salió del despacho, fué a buscar a los niños y partieron rumbo a Jersey.
Albert los miraba partir desde su ventana; lloraba y no entendía como de la noche al otro día sus vidas cambiaron tan drásticamente.Este capítulo fue corto, pero con mucho sentimiento.
Las espero en el próximo, no olviden votar.
Chau, chau.
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ALBERT Y SOFHIA, UNA PAREJA DISPAREJA
Исторические романыEra el año 1815, cuando Albert Douglas se convirtió en conde de Jersey. Su primer ácto público, como conde, fue asistir a la fiesta de cumpleños de lady Sophia Miller, ya que sería en la mansión de campo de Enzo Miller. Albert era un hombre bajo de...