4- "Huyendo a Jersey"

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Sophia no dudó ni un segundo de aceptar la propuesta del conde y se fué a su habitación llorando.
Llamó a su doncella y le dijo que se marchaba con el conde porque en esa casa ya no era bien aceptada por su amistad con él.
-Pero señorita, qué voy a hacer aquí sola sin usted?
-No sé, si quieres le pregunto al conde si puedes venir conmigo como mi doncella.
-Haría eso por mí señorita?
- Claro que sí Marly.
-Prepara tus cosas que cuando esten todos durmiendo nos vamos a Jersey.
-Le preparo su equipaje y voy a mi cuarto y dejo todo listo.
-Eso si, no te duermas, que voy a la cocina y salimos sin hacer ruido, porque el conde nos esperará en la salida del camino así no se escucha el carruaje y su ayudante de cámara nos ayudará a llevar nuestro equipaje.
Tres horas más tarde la casa ya estaba en silencio y así comenzó la huída a su libertad.
Harry las ayudó a llevar el equipaje al carruaje y las dos subieron.
-Perdon milord, pero me tomé el atrevimiento de traer conmigo a mi doncella Marly, ya que ella es la única que me comprende en esta casa y aparte es mi amiga.
-No hay problema Sophia, si usted desea que su doncella vaya con nosotros yo no me opongo.
El conde dió la orden de irse y unas lágrimas corrieron por el rostro de Sophia; ésta sería la útima vez que vería su casa.
Despúes de viajar todo el día, por la noche pararon a comer y descansar en una posada.
El conde bajó del carruaje y luego de un rato las fué a buscar.
-Damas, ya pueden bajar, ya que pasaremos la noche aquí en esta posada y por la mañana retomamos el viaje a Jersey.
-Bueno milord, muchas gracias.
-Hay un sólo problema; que sólo hay dos habitaciones, una matrimonial con baño privado y otra con dos camas separadas pero hay que compartir el baño con los otros huespedes.
-No se preocupe milord, su ayudante y yo podemos compartir la habitación ya que tiene dos camas separadas.
-Y nosotros tendremos que compartir la habitación Sophia; ya que sólo queda esa.
-Si milady esa tiene baño privdo así se refresca y luego puede comer algo en su habitación y descansa tranquila.
-No se preocupen, que Harry y yo nos quedaremos aquí, para que ustedes no se incomoden.
-No es justo milord, que ustedes no descansen bien, ya que estuvimos todo el día viajando.
-No se preocupen, que si es necesario descansaremos en el carruaje.
-No, no, no. Yo compartiré con usted la habitación y Harry con Marly ya que así se dieron las cosas.
Sophia subió a la habitación a refrescarse y Marly la ayudó a sacarse la ropa y ponerse algo más cómoda.
Albert tocó la puerta y le llevó algo de comer, ya que habían parado en otra posada a almorzar y ya estaba hambrienta.
-Permiso Sophia, le traje un refrigerio; ya que como es tarde, la cocinera ya se retiró a descansar y sólo pude conseguirle un poco de pan, pavo y unos vegetales que le quedaron al posadero.
-No se hubiera molestado, Albert.
-Digame, está segura que ir a mi casa en Jersey y poder ser libre?; y en su corazón podrá dejar tantos años con su familia?
-Creo que sí; aparte ellos nunca fueron buenos conmigo, ya que por ser gorda siempre se avergonzaron de mí.
-Es verdad lo que me cuenta?
-Si Albert, a mi madre le molestaba ir de compras a la tienda de la señora Susane; porque nunca había talle de zapatos, ya que mis pies al ser mas gruesos, tengo que usar tres talles más que mi número.
-Que pena que ella se perdiera de disfrutar con usted.
-Y ni le digo cuando tenían que hacerme los vestidos; ella se ponía nerviosa porque era más tela para mí y a ella con un poco de tela le hacían sus vestidos, y si ibamos a tomar el té de sus amigas; no me dejaba comer mi una galleta para que despues no ser la comidilla del pueblo.
El conde se le acercó y la abrazó ya que sus palabras lo conmovieron y no deseaba que ella se sintiera mal al haberle contado sus secretos
-Eres la mujer más bella que he conocido; al ser tú obesa y yo ser petiso porque no soy enano ya que mido 1,57m y los enanos no llegan a medir 1,10m, las personas tienen prejuicios sin antes conocermos.
-Que sabio que es usted milod.
-Albert, dime Albert y yo puedo llamarte por tu nombre que es tan hermoso como tú.
-Sí, Albert y gracias por llevarnos contigo sin conocernos.
-Te voy a confesar algo, anoche luego de brindar por tu cumpleaños quería pedirte si podía cortejarte y así hablar con tu padre, pero todo se presipitó y huímos de allí.
-Que dices Albert, que yo te gusto así como soy de obesa.
-No vasta; nunca más quiero que te menosprecies; yo te conocí así y me enamoré desde que te ví la primera vez.
-No estas jugando conmigo, Albert?
-No mi pequeña, yo se bien lo que es que hablen de tí a tus espaldas y que después te saluden con su mejor sonrisa.
-Tú siempre fuiste tan optimista con la gente que hablaba mal de tí.
-Si, porque mis padres siempre me apoyaron y nunca hicieron diferencia entre mis harmanas y yo y eso que ellas son todas altas como mi padre y yo justo fuí a heredar la altura de mi madre, cuando la veas, sabrás porque te lo digo.
Ellos se tomaron las manos y se amaron con la mirada.
Él se la deboraba de sólo mirarla; su aroma a rosas lo enloquecía, así que se despidió y se fué a abajo porque sino, no respondería de sí mismo y con lo hermosa que estaba, la besaría ahí mismo.
-Albert no te vayas, no me dejes sóla, quedate conmigo.
-Pero Sophy, soy hombre y no resistiré dormir aquí contigo con lo bella que eres.
-No, yo confío en tí y se que eres un caballero y que vas a respetarme hasta que sea el momento de estar juntos, porque yo también te amo Albert.
- Estas segura de que me amas Sophy?
- Claro que sí, o acaso crees que me hubiera ido con cualquiera.
Los dos se miraron a los ojos y se besaron, para Sophy fue algo nuevo, ya que nunca la habían besado; aunque tuviera 25 años y para Albert fue un momento sublime porque nunca se imaginó que en ese viaje iba a encontrar el amor.

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ALBERT Y SOFHIA, UNA PAREJA DISPAREJADonde viven las historias. Descúbrelo ahora