El viaje con los niños tan pequeños fue muy tedioso e incómodo pero luego de varios días lograron llegar a lo que sería su nuevo hogar.
Llegaron un martes por la tarde y como Albert ya había mandado a arreglar la casa para que ellos esten cómodos ya que aún hacía frío.
Sophia los llevó a dormir con ella a su habitación cada noche ya que se sentía muy sóla sin Albert.
Pasaron los días y los pequeños comenzaban a extrañar a su padre y a preguntar por él y ella no sabía que decirles, ya que ellos eran aún muy pequeños para comprender todo aquello.
Varios días después recibió una carta de Albert preguntando por la salud de los niños y si aún pensaba lo mismo sobre estar separados.
Ella la leyó y se entristeció de sólo pensar en separarse definitivamente de su amado Albert.
Tomó una pluma y comenzó a escribirle."Mis hijos y yo estamos muy bien de salud.
Sin ninguna novedad con respecto a mi decición me despido de usted muy cordialmente.
SOPHIA MILLER."
La cerró y la mandaría al día siguiente sin demora.
Los días pasaron y Albert ya estaba ancioso por recibir noticias de Sophia.
Dos días más tarde, un lacayo tocó la puerta de su habitación y le entregó la carta; la leyó y se decidió a ir a arreglar ese problema lo antes posible y partió esa misma tarde rumbo a Jersey.
Agarró unas mudas de ropa y solicitó el carruaje para partir.
El viaje duró un día y medio; ya que ni para descansar paró con tal de llegar lo antes posible a Jersey.
Las luces de la mansión ya estaban encendidas cuando llegó al borde de sus tierras.
Sophia escuchó un carruaje asomarse por el camino y al verlo supo que era de Albert.
Se alegró cuando lo vió descender del carruaje; se lo notaba cansado, sucio y con barba de varios días.
Albert entró y toda la masión olía a su amada Sophia.
El mayordomo le avisó que la condesa y los niños estaban a punto de cenar y le preguntó si deseaba ir a asearse antes de cenar.
-Si que me lleven agua bien caliente a mi habitación y la cena, gracias.
Albert subió sin ir a saludar a Sophia.
Sophia lo esperaba ansiosa en el comedor, pero él nunca apareció.
Al terminar de cenar acostó a sus hijos y como cada noche les leyó un cuento para que sueñen bonito como ella les decía.
Se retiró a su habitación y esperó en vano a que Albert apareciera.
Albert en cambio no quiso pasar sobre ella y entrar en su espacio, no sin antes descansar una noche completa junto a su familia.
Pero no pudo con su genio y entró a la habitación de Sophia por la puerta que comunica los cuartos maritales.
Y allí estaba ella, más bella que nunca, con su cabello largo y sus senos duros por el frío, deseaba con locura ir a tocarla, acariciar sus curvas, hacía tanto tiempo que no hacían el amor, respiró hondo y salió.
Sophia escuchó cerrase la puerta de conección y se alegró que haya ido a verla y que la respetara; se durmió tranquila de saber que él estaba con ellos.
Por la mañana Albert se levantó muy temprano y ordenó a la cocinera que hiciera el desayuno más delicioso de su vida.
Agarró él mismo la bandeja y se dirigió al cuarto de su amada.
Entró y abrió las cortinas para que entrara la luz del sol ya que comenzaba un día hermoso.
Se sentó junto a ella y acarició su mejilla como lo hacía antes.
Sophia abrió los ojos y lo vió muy sonriente ;se quedó admirandolo varios segundos antes de reaccionar y hacerse la mala.
-¿Cuándo ha llegado usted, señor conde y quién le dió permiso de entrar en mi habitación?
-Nadie me tiene que dar permiso de entrar a la habitación de mi adorada esposa y llegué anoche y como no quise molestarte, decidí descansar, ya que no paramos en ninguna posada con tal de llegar pronto a Jersey.
-Pero ahora usted y yo estamos separados y tiene que respetar mi decición.
-Ya basta Sophy, los extraño muchisimo a tí y a los niños y esto ya fué suficiente castigo con estar separados los cuatro, los amo y no deseo que te separes de mí, TE AMO MUCHISIMO PARA ALEJARME DE USTEDES.
Albert abrió su corazón y le confesó lo que sentía, sin sentir vergüenza de nada.
-¿Y usted pretende que yo lo perdone así de facil con esas palabras?
-Sabes que desde que se fueron de Londres, la casa está tan vacía y la soledad traspasa las paredes.
-¿Y qué pensabas que iba a pasar?; si la vida de una casa es la familia, los hijos correteando, todo eso es el calor de hogar y allí sólo tienes cuatro paredes con un techo, frías y sin vida.
-Eres muy cruel con tus palabras, sabes bien que te amo con locura; que eres y serás la única mujer de mi vida, lamento tanto haber contratado a esa mujer y haberle encargado el cuidado de nuestros hijos.
-Por suerte eso ya pasó y ahora mis hijos están muy bien cuidados y le agradezco a Dios que mi propio hijo haya llorado cuando se cayó y yo con mi amor de madre pude escucharlo y reaccionar, para descubrirla.
-Entonces si sabes bien que fue ella la que provocó todo esto; ¿por qué no me perdónas ya?
-No te perdono porque en vez de cuidarnos, nos abandonaste y preferiste tomar cada noche y anularnos de tu vida y sabiendo que te necesitabamos tanto.
Y lo de esa asquerosa mujer es tema aparte; ni deseo acordarme.- su voz sonaba enojada.
-Entonces tu enojo mayor es porque me iba a la taberna y volvía borracho cada noche.
-Si! Y por lo otro es menor mi enojo.
-Entonces, ¿aún tengo chances de que me perdones como padre y como esposo?
-No se, tengo que pensarlo.
Albert se paró y saltaba de alegría; porque aún tenía esperanza con Sophia.
-No te alegres tanto que aún falta muuuuchiiiisiiimooo para que te perdone y tienes que hacer muchos méritos para volver a ser mi esposo.
-Lo que tú digas mi condesa, haré hasta lo imposible por volver con ustedes, y de acá no me muevo hasta que volvamos a ser los cuatro otra vez.
Gracias por darme esta nueva oportunidad mi amor.
-Vas a tener que sudar mucho para ganarte mi amor, ahora sólo pienso en mis hijos y en lo felices que son aquí en Jersey; porque en Londres ni se podía salir a pasear tranquilos con tantos carruajes y tanta gente en las calles.
Tienes razón, mañana mismo mandaré una carta a mi abogado, para que él se haga cargo de los asuntos de Londres.
-Pero tus reuniones en el consejo, tus empresas, requieren de tu presencia.
-Nada de eso, él podrá con todo eso sólo, para eso le pago bien abultado su sueldo, no te preocupes por nada, todo saldrá bien.
Y ves como pudimos tener una conversación amena sin pelear y nos pusimos de acuerdo en recomponer nuestra relación de a poco.
-Si y en especial de a poco.
-Bueno ahora a desayunar que es un día hermoso para comenzar de nuevo.- Albert estaba tan felíz que le brillaban los ojos.
-Esta bien, pero dejame sóla que tengo que hacearme.
-Si como tu desees, cuando bajes iremos a montar con los niños, así que ponte ropa adecuada y preparalos para su primera clase.
-Ya estas dando órdenes, no aprendes nunca.
-No doy órdenes, sólo deseo recuperar tiempo perdido con mi familia.-se le acercó y le dió un beso en su mejilla.
Albert salió y Sophia se tocó su mejilla, ni esperaba ese acto de cariño de su esposo.
Se levantó y se miró en el espejo; su cara deslumbraba de felicidad, tenía una sonrisa hermosa esa mañana y se la debía a su amado Albert.Holis a todos espero que les haya gustado este capítulo de reconsiliación.
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ALBERT Y SOFHIA, UNA PAREJA DISPAREJA
Ficción históricaEra el año 1815, cuando Albert Douglas se convirtió en conde de Jersey. Su primer ácto público, como conde, fue asistir a la fiesta de cumpleños de lady Sophia Miller, ya que sería en la mansión de campo de Enzo Miller. Albert era un hombre bajo de...