11- "Un encuentro inesperado"

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Por la mañana Sophia se levantó temprano y desayunó con Helen e Irene y Marly las esperaba ya en el carruaje; las cuatro irían al pueblo al taller de lady Tanya a la última prueba del vestido nupcial.
El viaje desde la mansión Douglas hasta el pueblo de Jersey era un poco largo, duraba una hora ya que al haber llovido duramte la noche; el camino estaba lleno de pozos y las ruedas del carruaje se atascabam en el fango.
Al llegar al pueblo ya eran más de las diez de la mañana y Sophia estaba un poco mareada.
El carruaje se detuvo en lo de lady Tanya; el cochero abrió la portezuela y las ayudó a bajar a todas.
La primera en entrar a la tienda fué Irene; con su típico andar que les robaba unas cuantas miradas a los jóvenes caballeros.
Helen en cambio era más discreta al caminar; pero su altura y su belleza la diferenciaba de su hermana melliza.
Ambas tenían el mismo color de cabello pero sus ojos eran diferentes: Helen tenía ojos color verde claro con destellos marrones en su interior y en cambio Irene tenía sus ojos color celestes; de cara eran casi iguales; las diferenciaba que Irene tenía la nariz más redondita que er igual a su madre y su boca era pequeña; en cambio Helen tenía la nariz más puntiaguda igual a la de Albert y su boca era amplia, que cuando reía le llegaba de oreja a oreja y era muy hermosa cuando reía.
Ambas eran muy compañeras no se celaban entre sí y cuando era necesario se cubrían; porque se amaban.
Para Albert; ellas eran lo más preciado de la casa; ya que su madre  sufrió mucho en su parto; porque a una de ellas se le enredó el cordón en el cuello y Helen tuvo que ser asistida por el médico ya que nació morada y casi no respiraba.
Por eso, para Albert, sus hermanas son un tesoro que siempre deberá cuidar; ya que en el lecho de muerte de su padre; el Conde George Douglas, le hizo prometer que nunca les faltaría nada y que si fuese necesario; él tendría que dar la vida por sus hermanas y su madre.
Para Albert ese juramento le dió una responsabilidad muy grande; ya que tendrá que velar por su familia y el día que alguna encuentre un caballero que las ame, él deberá aprobar la relación; ya que ahora es la cabeza de la familia Douglas.
Cuando George Douglas; y recién había heredado el título de conde de Jersey, Beatrice hacía poco había sido presentada en sociedad; con sus 18 años y cuando George la vió enun baile de otoño; quedó fulminado con la belleza de la joven y a partir de ahí al poco tiempo se casaron.
Albert nació después de dos años de matrimonio y las mellizas luego de nueve y como su último parto fue tan riesgozo tanto para la condesa como las bebés el médico le recomendó no embarazarse más y despúes de eso algo pasó que nunca más volvió e quedar embarazada.
Siempre le agradeció a Dios por la vida de sus tres hijos y la de su esposo.
Al entrar de lady Tanya; ya había otras clientas en el interior.
Eran las mismas damas que Beatrice había increpado al escucharlas criticar a Sophia.
-Buen día lady Tanya, miladis
- dijo Sophia al entrar.
-Oh! muchacha al fin llegaste, ya me estabas preocupando porque hoy es un día muy ajetreado y van a venir varias clientas a buscar sus vestidos para tu boda y quiero dedicarte mi mejor tiempo, para terminar tu vestido de bodas.
-Gracias lady Tanya por ser tan amable conmigo.
-Para nada querida; hacerte tu vestido es un lujo para mí ya que Beatrice es amiga mía desde que somos unas niñas y a estas dos jovencitas las he vestido desde que nacieron y como soy la única costurera del pueblo todas las damas vienen a vestirse aquí.
En ese momento una de las señoras que estaba en la tienda; se dió cuenta que era Sophia la que había llegado y le empezó a decir una sarta de barbaridades.
-Aquí llegó la gordita que dentro de dos días será la nueva condesa; Tanya va a tener que usar muchos metros de tela para hacerle su vestido ya que pesa como mil kilos.
-Shhhh! cállate Miriam, que te pueden escuchar las hermanas del conde.
-Que me va a escuchar, si estas dos, siempre están hablando pavadas y ni ellas se eacuchan- dijo la otra señora.
-No les vastó lo de ayer, que hoy siguen apostando a su ruina social y a la condena de mi hermano, porque hoy sí le contaremos este suceso y él va a tomar cartas en el asunto.-dijo Irene.
-Disculpen miladis, me presento; soy lady Sophia Miller y quisiera saber por qué motivo ustedes estan atacandome sin ni siquiera conocerme?
-Nosotras no hemos dicho nada de usted milady.
-Ya deje de mentir lady Miriam, que aquí todas la hemos eacuchado.- dijo Helen
-Han escuchado mal porque nosotras estabamos hablando de otra persona.
-Si y justo le estan haciendo el vestido de boda; no!
-Señoras haganme el favor de volver otro día, porque desde este momento el taller queda cerrado.-dijo lady Tanya.
-Oh! Que ofensa señora. Como tiene el tupé de echarnos.- dijo lady Roxanne.
Las dos damas se retiraron muy ofendidas con lady Tanya.
-Ya está; ahora a medirte el vestido sin interrupciones de ninguna víbora.
-Jajaja! Reían todas.
Pero Sophia se quedó triste, ya que al escuchar a esas mujeres; sintió que nunca la aceptarían en el pueblo.
Lady Tanya le mostró su ajuar de boda y al verlo se ruborizó de lo atrevido que era.
Las telas de seda y encaje italiano la iban a convertir en una dama de la noche.
-Cuando mi hermano te véa así vestida, van a saltarsele los ojos de la cara.-Dijo Helen.
-Fueron pocas veces que realicé ajuares tan ozados. El primero se lo hice a su madre que me lo encargó para sorprender a su padre.
-Mírala a mamá, que atrevida era.-dijo Irene.
-Y este ajuar me lo encargó ella para tí; porque quiere que el conde quede deslumbrado cuando te vea por promera vez.
Sophia se sintió mal, porque su suegra le había encargado esas enaguas tan bellas para su noche de bodas y creía que ella aún era pura y ya hacía varios días que entre ella y Albert habían hecho el amor.
Unas lágrimas cayeron por su rostro y Marly se dió cuenta.
-Qué le pasa señorita que está llorando?
-Nada, que me emocioné con todo esto que me está pasando y al ver el vestido y esta bella ropa del ajuar, pensé en mi madre y la extraño; porque aunque siempre me trató mal, sigue siendo mi madre y quisiera que estuvieram aquí conmigo.
-No se angústie señorita, que va a tener una boda digna de una reina con lo bella que va a estar. Y ve que pudo bajar de peso y estar mejor de salud.
-Tienes razón Marly; ahora voy a comenzar una nuva vida juntoa Albert y devo dar el ejemplo para que nunca más me vuelvan a insultar de esa manera.
-Asi me gusta, que tenga la frente bien alta y nunca se olvide quien es, desde ahora.
Volvieron a la mansión y Albert las estaba esperando para almorzar.
-Por fin llegaron; se tardaron mucho en el pueblo.
-Sí!.había mucho que hacer y comprar y ya trajimos nuestros vestidos de damas de companía y Marly trajo el suyo para impresionar a Harry porque está un poco lento y cuando la véa, va a quedar imresionado. dijo Helen.
-Y tu vestido Sophy?
-Lo enviará mañana por la mañana porque me quedó un poco grande; devo haver bajado más de peso.
Albert saludó con un beso a sus hermanas y Helen le habló al oido.
-Tengo que hablar contigo ya!
-Ve a mi despacho y esperame ahí.
-Bueno.
Albert acompañó a Sophia hasta su habitación y la notó triste.
-Qué te pasa amor; te veo rara hoy?
-Nada estoy cansada, me doy un baño y bajo a cenar.
Le dió un pequeño beso y cerró la puerta.

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ALBERT Y SOFHIA, UNA PAREJA DISPAREJADonde viven las historias. Descúbrelo ahora