9- "El día después del compromiso"

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La noche fué pasando y poco a poco los invitados se fueron retirando.
Por fin la mansión quedó en silencio y lo único que se escuchaba era a los empleados arreglando el desastre que quedó de la fiesta.
Albert y Sophia estaban en el jardín, sentados en un banco; tomados de la mano, contemplando las estrellas.
En ese momento; Albert sacó de su bolsillo interior del saco una cajita roja en forma de corazón y se la entregó a Sophia.
-Sophia Miller, si aceptas ser mi esposa; te prometo que nunca vas a tener una queja sobre mi persona; que voy a amarte hasta el fin de mis días y que voy a hacerte muy pero muy feliz. Abre la cajita amor mio.
-Oh!!!!! Albert es un anillo hermosisimo y sí , si, si !!!!!! acepto ser tu esposa para toda la vida.
Los recién comprometidos se hundieron en un profundo y pacional beso que duró minutos; ellos no deseaban que ese beso terminara.
La intimidad de la noche los inducía a querer más uno del otro.
Ese momento tan placentero fué interrumpido sólo por el sonido de una lechusa que andaba de fisgona por ahí.
Los enamorados se miraron y rieron y volvieron a besarse sellando su amor.
Al día siguiente Albert invitó a Sophia a almorzar en el campo y le propuso ir a caballo para estar a a solas con ella; ya que sus hermanas siempre andan de metiche y los vigilan todo el tiempo.
Le pidió a la cocinera que les prepare unas frutas; un poco de carne asada, con unos trozos de pan y una botella de su mejor vino y dos copas de cristal. Tocó su puerta y fué a despertarla.
-Vamos perezosa a despertar; que tengo una sorpresa y vistete con ropa de montar que vamos de paseo al campo.
-Qué, montar yo; ni loca, nunca subí a un animal de esos y no lo voy a hacer hoy.
-No me digas que le tienes miedo a un animalito tan bello como un caballito.
-Animalito, son unas bestias infernales que aman dar patadas en el trasero a damas en peligro.
-Jajajaja!!!!! No me digas que un caballo te pateo el trasero, y cúando fué eso?
-Cuando tenía quince años y mi padre quería obligarme a aprender sóla a subirme a su lomo y como yo no quería y le pedía que me ayudara a subir; peleamos y yo lo estaba mirando a él y estaba de espalda al caballo y este se enojó y me dío una patada y núnca jamás volví a subirme a uno.
-Bueno, hoy vas a aprender a montar uno y yo voy a enseñarte.
-No!!!!, ni loca haré eso; prefiero ir caminando al campo.
-Pero yo amo montar a caballo y deseo compartirlo contigo. Vamos Sophy hazlo por mí, acompañame.
-Pero si pasa algo y me tira?
-Nada pasará, amor; yo iré contigo, si deseas vamos juntos y si te sientes con ganas luego te enseño a montar. Ya veras que mi semental es muy tranquilo y numca te haría daño.
-Estas seguro que no me lastimará.
-Si y así dejaras de tenerles miedo.
-Bueno confío en tí y en tu caballo. Y que nombre tiene?
-Se llama Apolo como el dios griego y significa patrono de la música y ya que tú tocas tan bien el piano, él te protejerá y no dejará que cáigas.
-Bueno esperame abajo que ya me arreglo, pero no poseo ropa de montar.
-Ahora vengo y te traigo algo que te va a quedar bellisimo.
Al rato volvió con unos pantalones de mujer una chaqueta y un sombrero muy coqueto.
-Toma pruebate esto y dime si te queda bien.
-Y eso de donde salió.
-Era de mi madre; de cuando era más joven y como ustedes son casi de la misma talla; puede que ahora que has adelgazado te quede un poco grande.
-Mmmmm! Bueno me lo pondré, pero si no me va desisto de la aventura del caballo.
-Nada de eso, con o sin ropa de montar; hoy aprenderás a cabalgar a mi lado. Ve y cambiate que te espero abajo.
Sophia miró detenidamente la vestimenta y no tuvo más remedio que ponersela.
-Señorita va a tener que usarla; porque el señor se la trajo y quiere enseñarle a montar.
-Y cómo me queda?
-Parece hecha para su cuerpo, justita al cuerpo.
Sophia bajó y todos la miraban asombrados de lo bien que se veía.
-Sophy mi antigua ropa de montar te queda bien, era de cuando tenía mis jóvenes años.
-Si Beatrice, nos parecemos mucho de cuerpo.
-Sophy estas muy linda-dijo Irene.
-Gracias Iri.
-Que ganas de ir con ustedes a montar-dijo Helen.
-Noooooo!!! Es una salida de novios solamente- dijo Albert.
-Ay!!! Que agua fiestas, solo bromeaba.- dijo Helen.
Y así salieron los enamorados a su día de campo y a aprender a montar.
-Bueno Sophy ven que vamos hasta el establo a buscar a Apolo y nos vamos.
-Y cómo voy a subir a ese animal?
-Yo te ayudo a subir y a la tarde empiezan tus lecciones de cabalgata.
Llegaron donde estaba el caballo y Sophia se deleitó viendo como Albert mimaba a ese animal; y el caballo le respondía con delicadeza.
-Hola Apolo; hoy nos visita la mujer más bella del mundo y le vamos a enseñar que puedes ser educado y llevarla bien y sin apuro y cuando ella suba sobre tí, no vas a portarte mal. Ven Sophy acercate y acarícialo; que el reconocerá luego tu aroma y no le tengas miedo así te respetará siempre.
-Estas seguro que no me va a tirar cuando suba?
-No ven; sin miedo.
-Hola Apolo; es un placer conocerte, eres un caballito muy bello y te pido que me tengas paciencia porque nunca subí a ningún amigo tuyo.
Albert miraba como Sophia le hablaba a Apolo y se reía por lo bajo.
-Bueno ven que te ayudo a montar y nos vamos.
-Gracias milord por cuidarme tanto.
-Ay ay ay!!! Que me hiciste brujita que hechizaste mi corazón.
-Yo brujita?
-Si, mi brujita favorita; que tanto amo.
Los tortolitos fueron despacio para que Apolo se acostumbre al peso de ambos.
Albert lo guió hasta un claro en el bosque donde había un lago y los árboles lo cubrían ya que desde lo lejos no se veía.
Allí había una cabaña y un pequeño muelle donde los patos y los pajarillos jugaban tranquilamente.
-Te gusa este lugar, amor.
-Es bellisimo; nunca me dijiste que existía algo tan maravilloso.
Se bajaron del caballo y Albert le tomó la mano y la condujo hasta la orilla del lago y empezó a contarle una historia.
-Aquí pasé gran parte de mi infancia todos los veranos; mi padre nos traía a pasar el día, por eso contruímos la cabaña ya que mis hermanas eran pequeñas y se dormían en la tardecita y para que descansen cómodas.
-Y tú que hacías aquí?
-Yo jugaba con mi padre al ajedrez y leía muchisimo cuando las mellizas dormían y mi madre bordaba.
-Tuviste una infancia feliz aquí?
-Si, muy feliz; mi padre fué mi gran amigo y cuando murió hace un año estabamos aquí los dos sólos y de repente se desvaneció y no volvió a abrir los ojos nunca más. Y yo perdí a mi guía espiritual; siempre que yo necesitaba un consejo, veníamos aquí y hablabamos un rato bien largo.
-Ay amor; que triste te pusiste de repente; lo extrañas mucho?
-Si y me hace mucha falta y estaría muy feliz si te conociera porque era muy parecido a tí.
-Que bello lo que dices de tu padre; yo nunca tuve afinidad con ninguno de los dos. Siempre estuve sóla; los empleados y las instritutrices me críaron. Ellos se iban de viaje siempre y me dejaban sóla con mi nana. Mi madre nunca toleró que mi hermanito muriera de sarampión cuando tenía un añito y que yo haya salvado mi vida; siempre me lo reprochaba cuando podía. Por eso me alejó de su vida, desde que tenía seis años que estuve aislada porque nunca tuve amigos y ella se encargó de demostrarme su desprecio.
Sophia se largó a llorar.
-Ven amor, no sufras más, ahora estas con nosotros, que te queremos mucho y te aceptamos en nuestra familia.
-Si ya sé que me aceptaron con todos mis defectos y que me quieren; pero yo hubiese querido ser amada como tú y que mis padres nunca me alejaran de sus vidas.
-Sophy te amo y no quiero volver a verte llorar por unas personas que nunca supieron la clase de hija que tienen, asi que vamos a almorzar y luego te enseño a montar.
Los dos se deleitaron con las exquisiteses que Flora les preparó.
Descanzaron un rato y Albert trajo a Apolo para enseñar a Sophia a montar.
-Ver amor, mira como subo al caballo, así tú aprendes. Primero pones la pierna izquierda en el estribo y luego subes la pierna derecha por arriba del caballo y luego colocas el pie derecho en el otro estribo; ves es facil. Ven vamos a practicar.
-A ver Apolo, lindo caballito sólo voy a subir y por favor no me tires.
Sophia hizo lo que Albert le enseñó pero con un poco de miedo.
-Vamos Sophy, haz fuerza con tu cuerpo para levantar la pierna.
-No puedo es muy alto para mí.
-No seas mentirosa si eres más alta que yo, me llevas una cabeza de alto.
-Si pero tú sabes montar desde niño y el caballo te conoce.
-Vamos vuelve a intentarlo; yo te ayudo y luego subo yo.
--Y si en ves de montar a Apolo vamos a caminar por la vera del lago y me das un beso bien romantico.
-Perdón mi cielo, olvidé que estaba con una dama que necesita de mis besos y mis caricias.
-Ahora si nos entendemos milord.
Entre ellos comenzó una danza que sólo ellos la sabían bailabar; de a poco las caricias fueron convitiendose en manos que iban y venían y besos que comezaron siendo suaves hasta convertirse en besos dados con tanta pasión que si alguien los viese los haría casar ahí mismo del bochorno.
Albert logró desabrochar la parte alta del traje de Sophia y de a poco comenzó a besar uno de sus senos.
Ella estaba tan ardiente que que en cualquier momento explotaría como cuando explota un volcán.
Albert seguía besandola y de a poco comenzó a bajar su mano hasta llegar a su intimidad y ella abrió los ojos y lo miró con tanta pasión que él no aguantó y le bajó su ropa interior y comenzó a tocarla como nunca nadie la tocó ; ni ella misma nunca se toco de esa manera.
Lo único que Sophia hacía era jadaer y jadear cada vez más y ese sónido de su voz a Albert lo volvió loco que no aguantó más y la miró como pidiendole permiso para entrar en su cuerpo.
A Sophia le brillaban los ojos de placer y esos mismos ojos le dieron permiso a hacerla mujer.
-Perdón Sophia por lo que te hice; desgracié tu honor.
-No, yo acepté nuestro destino y hace tiempo deseaba ser tuya.
-Oh mi pequeña, que feliz que me haces al ser tan sincera y lo ardiente que eres, me llenó de pasión y no pude contenerme después de escuchar tus jadeos al tocar tu cuerpo.
-Siempre me pregunté cómo sería ese momento y nunca pensé que sería así de hermoso.
-De verdad, te sentiste tan plena a mi lado y te gustó ser amada aquí en medio del bosque.
-Por supuesto, es un lugar mágico para hacer el amor con la persona amada.
-Te amo tanto Sophy; que mañana mismo voy a hablar con mi madre y adelantar la boda, porque no deseo pasar una noche más sin tí a mi lado.
-No, si tan sólo faltan cuatro semanas para la boda y si somos discretos podemos venir aquí y amarnos en secreto.
-Sophy, como te AMO. Esperé tanto por tí que ahora soy el hombre más feliz y el más vulnerable a tus encantos; eres una diablita con tanta pasión que irradia tu cuerpo.
-Entonces amame de nuevo.
Y los dos se fundieron en uno sólo y sus cuerpos se armonizaron el uno con el otro.
Al anochecer volvieron en el caballo y al compaz de su trote se besaban y se amaban en silencio.

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ALBERT Y SOFHIA, UNA PAREJA DISPAREJADonde viven las historias. Descúbrelo ahora