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「순종↷
Te mostraré
quien manda
aquí.



 SeokJin mantuvo sus labios presionados evitando que la lengua del moreno entrara en su boca. Lo aborrecía, maldición. No tenía derecho a revolver sus sentidos a su gusto y antojo, esto era lo que últimamente estaba evitando. Evitaba mirarlo y retenerse a tirarse sobre el y empotrarlo contra la mesada de la cocina para demostrar quien mandaba allí. Evitaba tener cualquier tipo de contacto físico aún si el pelirrosa se paseaba sin camiseta dejando a la vista esa piel morena que lo volvía loco. Evitaba volver a enamorarse de NamJoon. Quería odiarlo, necesitaba odiarlo.

Sin embargo, se le hacía cada vez más difícil. Así que con todo el pesar del mundo posó sus dos manos en su duro pecho y lo empujó con fuerza haciendolo retroceder unos cuantos pasos. Tenía que tenerlo lejos, no podía arruinar lo que había estado construyendo durante tantos años.

—¿Que mierda haces? —susurro entre dientes a la vez que se limpiaba la boca con el dorso de la mano.

—Dandote un beso no es obvio —rodo los ojos y lo observo con un cierto deje de gracia en su mirada.

Nuevamente se estaba burlando de el. Odiaba cuando hacia eso, lo hacía perder la paciencia de inmediato y nadie en su sano juicio quería estar cuando eso pasaba. SeokJin naturalmente solía ser alguien bastante reservado, alegre, risueño, serio -en algunos casos- y optimista, pero cuando alguien lo sacaba de sus casillas era una bomba a punto de estallar y era lo que estaba por suceder si no se calmaba en este instante.

—No te atrevas a volver a tocarme si no quieres perder una mano Kim NamJoon —su rostro estaba rojo de la ira y por primera vez en la vida el moreno temió por su vida.

La mirada de su mayor se oscureció de sobremanera y sus puños estaban a cada lado de su cuerpo. Los agujeros de su nariz se expandían por la respiración agitada que estaba teniendo en ese momento.

Era un hecho, iba a matarlo. Y comenzó a comprobarlo cuando SeokJin empezó a dar pasos hacia el, con ahora, el rostro sereno y las manos relajadas tras de su espalda. NamJoon retrocedió por inercia y no fue cuando sintió que su espalda choco la pared que sabía que no tenía escapatoria ni ninguna forma ni cosa para defenderse de ese monstruo que lo observaba con ojos oscuros como la noche. Sus ojos almendra habían desaparecido por completo, además de ese brillo especial que solían tener en ciertas ocasiones.

—Hay algo que necesito aclararte pequeño Joonie —detuvo su andar cuando estuvo lo suficientemente cerca del rostro del moreno, sintiendo como su respiración se mezclaba con la contraria —. Uno; el mayor aquí soy yo. Dos; tienes que tratarme con respeto si quieres que haga lo mismo y tres; el que manda aquí soy yo —choco la palma de su mano contra la pared quedando al lado de la cabeza de NamJoon, quien tembló de pies a cabeza sin poder sacarle los ojos de encima —. ¿Entendido?

El menor tragó saliva de forma sonora y asintió repetidas veces, notando como una sonrisa de suficiencia quería tirar del labio del mayor.

No sintió cuando SeokJin se apartó de el, ni siquiera cuando salió por la puerta de entrada. Se sentía mareado y con los nervios a flor de piel, su cuerpo no dejaba de temblar y lo peor era que una doliente erección había aparecido en sus pantalones.

¿Que había sido eso?



040917 | lula
namjin

harlequin | jinnam [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora