epílogo.

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「동생↷
No te vayas
de mi lado, sin
ti no soy nada.


Meses después.


 SeokJin observó al amor de su vida cantar una suave melodía mientras preparaba la ensalada que comerían esa noche. Sonrió enternecido cuando el moreno corto un pedazo de tomate y se le resbaló de la mano cayendo en el suelo. NamJoon no tenía ni idea sobre como cocinar, sin embargo, ese día había querido hacer la cena, poniéndole tanto empeño que si todo eso sabía mal lo comería sin chistar y con una sonrisa de felicidad en su rostro.

—Amor, ¿necesitas ayuda? —el mayor se tapó la boca con el brazo y escondió sin mucho éxito una pequeña risilla.

—Se que te estás burlando de mi, Kim SeokJin —dijo sin darse vuelta y mostró el cuchillo en alto —. Mira esto, puede cortarte tu cosito en algún momento.

El rubio tragó saliva y lo observó con el ceño fruncido.

—Hey, no te metas con mi mini Jin —se tapó su entrepierna y luego esbozó una sonrisa pervertida —. Además sin el, no gritarias por las noches, bebé.

NamJoon tomo un pedazo de zanahoria y se la tiro en la cabeza. SeokJin la esquivo y lo miro amenazante.

—No seas pervertido, hyung —a pesar de que el moreno estaba intentando ser serio cruzándose de brazos, el sonrojo que cruzaba todo su rostro delataba lo avergonzado que estaba por las palabras de su novio.

—Oh, mira como te has puesto, eres como un cachorrito —el mayor se levantó de su asiento y se acercó hacia su pareja acorralandolo entre la encimera y su cuerpo.

NamJoon subió su rostro deleitándose con la belleza de SeokJin y suspiró cuando el contrario le regaló una bella sonrisa con arruguitas.

SeokJin era la persona más bella que podía existir en el mundo, su rostro de ángel lo confirmaba. Y a pesar de parecer un ángel, podía llevarlo al cielo o al infierno en cualquier momento, como ahora, poniendo sus manos en sus caderas apretándolo contra la dureza de su pecho. SeokJin era un hombre que revolvía sus sentidos y le hacía instalar una sonrisa bobalicona en su rostro, con verlo te enamorabas de el en solo un parpadeo. Sus ojos eran cautivadores, de un color almendra oscuros, aquellos ojos que lograron hipnotizarlo cuando los vio llenos de lágrimas la primera vez que se conocieron. Sus labios esponjosos y adictivos, de un rosa claro precioso, que nunca se cansaria de besar, porque en verdad sus besos eran adictivos y perfectos. Y ese aroma que siempre traía consigo, haciéndolo delirar y suspirar de amor cada vez que lo tenía cerca, lo volvía tonto y débil con solo estar entre sus brazos.

— ¿En qué piensas amor? —el rubio levantó su mentón con un dedo y conecto sus ojos, dirigiendole una mirada llena de cariño y calidez.

—En lo mucho que te amo —contesto NamJoon con un rubor más fuerte que el anterior.

Era gracioso que a pesar de tener tanto tiempo juntos, todavía le diera cierta vergüenza demostrar toques íntimos o un poco más atrevidos. Incluso en la cama, aún le daba temor y pavor que el mayor se aburriera de su cuerpo, no obstante, su pareja siempre le recordaba que su cuerpo era perfecto tal cual era y que estaba perdidamente enamorado de su piel canela.

—Yo también te amo, NamJoonie —y
le plantó un beso que le quitó el aire.

Se sujetó de esos grandes hombros que tanto le gustaban y enredo sus piernas cuando el rubio le sujeto por detrás de las rodillas. Este lo sentó sobre la encimera y comenzó un recorrido desde su mentón hasta su cuello.

harlequin | jinnam [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora