CAPÍTULO 3

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Falta exactamente un día para el baile de graduación. No he hecho mucho al respecto. He pasado en casa viendo televisión, he salido dos veces con Derian al centro comercial después del incidente del viaje por autobús y mi choque con aquel extraño chico que jamás volví a ver.

El moretón en mi pómulo izquierdo ha disminuido. Gracias al cielo, ya casi no se nota. Mamá dice que para el día del baile habrá desaparecido por completo, lo cual es un alivio. Después de muchos ruegos de Meredit, de mamá, Julissa e incluso Derian, accedí en asistir al dichoso baile. No me imagino asistiendo y arruinando mi presentación con semejante moretón.

La chaqueta de cuero. La chaqueta del extraño que no he vuelto a ver, está guardada en la última gaveta de abajo de mi armario. Al día siguiente que me la dio, me encargué de lavarla y la guardé ahí. No la he movido de su lugar desde entonces.

Tuve a Derian encima de mí, dos días después de que eso pasara; diciéndome y molestándome con que algo ocultaba: la verdadera historia. Jamás le dije nada sobre ese penoso y extraño incidente. Respecto a la chaqueta, me pidió que se la diera, cosa que no acepté e inventé una nueva excusa, diciendo que tengo que devolverla.

Ideé la excusa de que es de un amigo de Meredit, que casualmente encontré en la oficina de correo y me la ofreció al ver que estaba completamente empapada. Yo no pienso usarla más, no es mía pero tampoco puedo devolverla.

—¡Aly! ¡Meredit está en el teléfono! ¿Podrías venir?— mamá me llama desde la sala.

Abandono la labor que estoy haciendo. Estoy doblando mi ropa recién lavada, para guardarla en el armario. Dejo el short que tenía en mis manos sobre la cama y salgo de la habitación. Bajo las escaleras de dos en dos y cuando doblo hacia la sala, tomo una enorme respiración antes de tomar el teléfono.

—¿Sí?— mi voz suena cansada como si estuviera haciendo ejercicio.

—¿Venías de una maratón o algo así?— Meredit ríe un poco y yo igual —Escucha, pasado mañana es el baile. Me preguntaba si te gustaría ir conmigo a la sala de belleza mañana. Aún está en pie la idea de que te rices el cabello.

Quiero declinar esa idea, porque acepté ir al baile pero no pienso en hacer toda esa tontería de alistarme, como si fuera el último baile de mi vida —Meredit, te dije que no. Sabes que odio las salas de belleza, son aburridas y puedo arreglarme en casa. No digo que no lo haré.

—Yo sé. Pero me parecería estupendo que fuéramos juntas.

—Te puedo acompañar si es lo que quieres.

—No. O sea sí, quiero que me acompañes pero que te hagas algo. No sé un cambio de look.

Coloco mi mano libre en el pecho pareciendo indignada —¡Ah! Dices que mi look no está bien. Es feo —bromeo un poco.

—¡Hey! No seas así. No dije eso. Si no quieres hacerlo está bien, pero promete que me acompañarás. Por favor.

—De acuerdo, iré —una pequeña risa triunfante se escucha al otro lado de la bocina y me puedo imaginar a Meredit, brincar como niña —Sólo dije que te acompañaré okay. No prometo hacerme nada ridículo yo.

—De acuerdo, eres lo máximo. Te veo mañana. Te quiero —cuelga el teléfono y yo sonrío mientras cuelgo también colocando el aparato en su base.



Paso el día entero en casa, ayudando a mamá con la cocina y buscando tutoriales en youtube de peinados fáciles de hacer en casa. He elegido uno sencillo que llamó mi atención. Creo que va a quedar bien con mi cabello.

Por la tarde Derian vino a casa y trajo una consola de juegos. Son las cinco de la tarde y aún nos encontramos sentados en el sillón familiar jugando. Hemos jugado de todo un poco; desde juegos de guerras, espías hasta infantiles.

Del amor al odio [DAAO, LIBRO I] [CORRIGIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora