CAPITULO 40

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—Juri, ya sal de ahí. No seas ridícula —digo con tono aburrido, golpeando la puerta del baño incesante.

—Regresa en unas horas —dice desde adentro y su voz se oye hueca.

Suelto un suspiro cansado y ruedo los ojos.

Se ha encerrado en el baño de mujeres, y no quiere salir. Estamos en el sótano del edificio Golden. Hay una pequeña fiesta que organizaron, según dicen, acostumbran hacer una cada cierto tiempo. Todo iba bien hasta que Allen se presentó en el lugar y Juri salió huyendo a escondidas como si fuera una prófuga.

—No puedes quedarte aquí toda la noche. Debes salir y actuar normal como si él no estuviera aquí —le digo como un pequeño reclamo y me doy la vuelta para recargar mi espalda contra la madera de la puerta, y me cruzo de brazos.

—No entiendo cómo puedes decirlo como si fuera algo fácil. El hombre me mandó a la mierda hace una semana y no lo había visto desde entonces —una pequeña risa se me escapa por saber cuán nerviosa o asustada está. Escucho un pequeño gruñido de frustración al otro lado, y ella vuelve hablar—. Sé que he actuado normal todos esos días y parezco que ya lo superé. ¡Pero, joder! ¡El hombre me pone los nervios de punta!

No puedo evitar reír más —Ya lo creo —le doy la razón debido a su comportamiento.

—Vamos, Aly. No me pidas ir allá y soportar verlo, mientras se manosea con cuanta puta se le ponga enfrente —dice en tono de súplica—. No pienso salir hasta que sepa que se ha ido —dice firme y no se me ocurre nada para hacerla salir de ahí.

Resoplo insegura de qué hacer, pero justo entonces se me ocurre una brillante idea: hacerle cargo de consciencia.

—Por favor, Juri. Tenemos que volver a la fiesta. Nos la vamos a perder —finjo algo de súplica.

—¡Adelante, puedes ir! No es necesario que te quedes aquí. Estaré bien en un par de horas.

—Sabes que no lo haré. No te dejaré sola —reprimo una sonrisa porque ahora pondré en marcha mi idea—. La fiesta se escucha genial, pero tendré que perdérmela porque no puedo dejarte aquí. No sería lo mismo sin ti —utilizo un tono de voz que denota un fingido sufrimiento.

Lo sé. Puedo ser toda una dramática cuando quiero.

—¿Estás intentando hacerme sentir mal contigo para que salga?— pregunta claramente sospechando de mí. Escucho una pequeña risa —¿Alyssa, en serio intentas hacerme cargo de consciencia?

Muerdo mi labio inferior y pregunto con un filo ansioso —Y..., ¿funcionó?

Escucho cuando el pasador de la puerta anuncia que saldrá, y me alejo de la madera, dando la vuelta para verla. La puerta se abre y Juri me observa seria y con sus ojos entrecerrados, luciendo acusadora.

—Eres tan mala amiga.

—¿Yo? —finjo inocencia ante lo que acabo de hacer —Si fuera mala amiga, me hubiera ido y te hubiera dejado aquí.

—Ya lo sé —dice haciendo un puchero —.Pero sabes que no quiero sentirme incómoda allá —hace de señas a donde está la fiesta.

Entrelazo mi brazo con el suyo y la halo para caminar por el pequeño pasillo —Me encargaré de que la pases excelente, tanto, que ni siquiera recuerdes que ese patán está aquí, ¿de acuerdo?

—De acuerdo —asiente con una pequeña sonrisa.

Avanzamos por el pasillo haciendo unas cuantas bromas, hasta que el sonido de la música se vuelve tan fuerte conforme nos acercamos, y no podemos escuchar lo que decimos. Pasamos a empujones entre las personas que bailan frenéticamente. El hedor a cerveza, cigarrillo y sudor se mezcla en el aire, haciéndome sentir un poco asqueada. No me acostumbraré a eso de las fiestas, nunca.

Del amor al odio [DAAO, LIBRO I] [CORRIGIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora