Capítulo 21: Apolo quiere pelea.

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Estar sola en el Olimpo haciendo nada, es horrible.

Había pasado una semana desde la última ves que estuve abajo. No estaba informada de nada, absolutamente de nada. Las únicas personas que habían llamado para ver si estoy bien fueron mis hijos, nadie más.

Los mellizos decidieron que lo mejor era que Andrómeda estuviese conmigo. No me queje, sin embargo, no lo veo muy conveniente.

Me había empezado a sentir algo mareada, los vómitos se volvían cada vez más fuertes que antes. Y algo me dice que no tiene que ver con el embarazo. No les conté a los demás porque no queria que se preocuparan por mi. Aquí estoy a salvo, ¿no?

En fin, acuesto a mi hija en su habitación. Aún era muy pequeñita, había sacado los ojos de Ramsés. ¿Cómo estará él? ¿La arpía ya se habrá enbarazado de nuevo? Decido dejar esos pensamientos de lado y enfocarme en encontrar la manera de comunicarme con Quirón o alguno de los chicos.

Me dirijo hacia la fuente del jardín, espero que haya dracmas.

Respecto a mi embarazo, pues va bien, ¿sabian que un embarazo de dos divinidades puede durar solo cuatro meses? Sólo espero que no nazca en pleno caos.

-Oh Diosa Iris muestrame a Quirón, el director del campamento media sangre -dije esperanzada.

Suspiro rendida, habia sido la octava vez que lo intentaba. Mejor era irme a descansar...

-¿Eses? -levanto la vista del suelo. Tapo mi boca al verlo demacrado.

-¡¿Qué te sucedio?! -chille.

-La guerra contra los titanes -sonrió de lado-. ¿Está todo bien allí?

-Pues sí -parpadeo varias veces para que las lágrimas no salgan al notar lo que está atrás de él-. Andrómeda se encuentra bien, no te preocupes. Es una niña muy tranquila.

-Me alegro que así sea. Pues si lo quieres saber, los tres grandes están trabajando juntos. Como los hermanos que son.

Y con sólo decir eso, provocó que las lágrimas salgan. Duele, todo duele. Aunque que mis hermanos trabajen juntos me pone muy feliz.

Y por otro lado, ahí estaba él, como si nunca hubiera pasado nada. Riendo junto a Will y los demás. Se los veía sudorosos a todos.

Lo mejor será que lo arranque de mi corazón de una vez por todas, soy una diosa sé que saldré adelante y olvidaré este amor no correspondido.

-¿Qué ocurre? -preogunta preocupado.

-Son las hormonas, hermano -río falsamente sin que se dé cuenta y me limpio las lágrimas-. Extraño a Ramsés y a mis demás hijos, solo eso.

-¿Segura? -asiento rápidamente-. Será mejor que siga luchando junto a mis hermanos los centauros, suerte.

Se aleja corriendo. Busco con la mirada algún dios, en especial a Apolo. Él me contestará mis dudas.

-¡Eses! -escucho como un grupo grita mi nombre. Son Jackson y los otros-. ¿Cómo has estado? ¿Todo bien por allí? ¿Nadie atacó? Espero que Quirón te haya informado de que Atlas está en Manhattan.

-Percy, la agobias -rió sarcástica Piper-. Disculpelo.

-No hay problema -susurro-. Se los ve bien.

-Sí, bueno, así es ahora. Estabamos mucho peor hace unos días -comienza a decir Nico sorprendiendome.

-Lo lamento, debería estar ayudandolos a ustedes en el campo de batalla y no quedandome aquí. Mis otros hijos me necesitan, pero dos personitas también lo hacen -murmuro tocando mi barriga.

La Diosa Griega No Conocida [Nico Di Angelo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora