Eses.
Suspiro en cuanto Ramses corta el mensaje iris.
Por más disputas, conflictos y desacuerdos que hemos tenido jamás dejaría de amarlo. Después de todo se ha convertido en mi mejor amigo.
En la única persona que se ha quedado conmigo en todos los aspectos. Y por eso lo sigo amando. Tal vez no sea con la misma locura de antes, pero es entendible. Él se ha casado varias veces, contando los amoríos que también tuvo. Pero después de eso, jamás me dejó.
Ambos somos orgullosos pero siempre estuvimos para el otro por más enojados que estábamos.
Sé que no me ayudó cuando Perseus murió pero luego lo hizo.
Le doy una mirada a los semidioses. Por sus expresiones deduzco que están confundidos.
Busco con la mirada a Nico pero no lo encuentro. Tal vez debió irse.
¿Qué haces, Eses? Deja de pensar en él.
Sacudo la cabeza. Es verdad. Debo dejar de pensar en él. Tiene novio y se lo veía muy feliz.
—Hasta pronto —digo mientras desaparezco.
Abro los ojos para encontrarme con el Palacio. Cuatro guardias se arrodillan ante mí. Abren las puertas de par en par. El delicioso aroma a pan recién hecho inunda mis fosas nasales.
No es por presumir pero tenemos al mejor chef del mundo en nuestro Palacio.
Me dirijo al Harén donde seguramente estén mis ciervas.
—¡Amalia! —grito en cuanto piso el lugar. Varias muchachas se sobresaltan.
—Mi-mi señora. Que alegría verla tan pronto por aquí —se inclina un poco.
—Sabes que no es necesario que lo hagas tú, Amalia. He vuelto ya que Ramses me necesita. ¿Sabes algo al respecto?
Ambas nos dirigimos al salón de trono.
—Creo que Anastacia se ha mandado una buena.
Bufo con enojo. Esa mocosa.
—Hasta aquí nomas —sonrío.
Suspiro para luego pedirles a los guardias que me dejen pasar.
Adentro, mi marido, mis hijos y las yeguas están serios viéndose entre ellos.
—Con permiso —pronuncio despacio y algo tierna.
—Mi amor —sonríe Ramses bajando del trono seguido de nuestros hijos. Los cuatro me abrazan fuertemente.
—Perdóname, mamá, por favor—sollozó Dione abrazandome fuertemente. Me comienza a susurrar en el oído—. Tú eres mi única mamá. La persona que me crió y me dio todo su amor como sus demás hijos. La que siempre se preocupó y quiso mi bien fuiste tú no ella. Siento haberte hecho algún daño con mis palabras. Me sentí tan traicionada al enterarme eso. Te amo, mamá.
Besa mi frente con lágrimas en los ojos.
—Yo también te amo, hija. A los cuatro. No sé que haría sin ustedes.
Mi familia me mira con una mirada especial que siempre amé.
—Bueno —seco mis lágrimas—. ¿Por qué me llamaron?
—Aquí la señorita presente —Merentah señala a su hermanastra—. Se metió en mi cuarto ayer en la noche. Y no sólo eso, hace dos días la encontré en una escena muy irrespetuosa en Mi habitación con el General.
Todos abrimos la boca sorprendidos.
En realidad, ya estaba esperando a que eso ocurriese. Es decir, Anastacia es mayor por un año de los dos. Era obvio que iba a hacer lo posible por quedar embarazada.
Les informaré un poco. En Egipto, cuando los Reyes tienen una hija se espera que ésta tenga una descendencia masculina para que tome el trono. Pero si por esa casualidad los Reyes tienen un hijo varón, antes de que el otro cumpla mayoría de edad, este toma a reinar sobre todo Egipto sin importar nada.
Sé que no me entienden ni yo tampoco. Pero seré más breve aunque no sea como lo explique antes. Si Anastacia llega a tener una descendencia masculina ahora, este tomará la corona.
Veo con expresión alarmada a mis hijos.
—Que decepción —dijo con enojo Ramses viendo a su cuarta esposa—. ¿No pudiste criar a tu hija bien?
—¿Y qué quieres? Jamás tuviste tiempo con ella. Era obvio que más adelante iba a hacer lo imposible por conseguir tu atención —contestó dramatizando todo.
—Eses crió a Dione casi sola ya que estaba en la guerra por largos año. Yo no veo que ella sea así —la miro con orgullo. Subo hasta el trono y tomo la mano de Ramses.
La madre y la hija nos vieron con odio.
—Mal nacidas —murmuró la cuarta esposa.
—Debo castigarte de algún modo como lo haré con el General. ¿Alguna opinión?
—Yo opino que si llegase a estar embarazada la saquemos como la siguiente en el trono. ¿Qué mejor castigo que ese? Y al General, no sé. ¿Qué se case con ella y vayan a vivir al bajo Egipto?
Mis hijos y el sumo sacerdote asientieron a mi propuesta.
Ramses me vio con ojos de enamorado y suspiro sonriendo como bobo. Sé que le encantó mi idea.
—Me parece perfecta tu idea, cielo.
—¡¿Qué?! —gritaron ambas.
—¡Eso no! Mi hijo debería estar en el trono si llegase a embarazarme —gritó pataleando—. No por nada me acosté con ese imbécil.
—Mi castigo está dicho. Retirense.
—¡Me las vas a pagar zorra de mierda! Acuérdate que sé dónde está tu padre.
Abro los ojos como platos al ver que me hablaba a mi.
No pude decir nada ya que se habían ido.
En multimedia, Dione.
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La Diosa Griega No Conocida [Nico Di Angelo]
FanficSegún cuentan los pergaminos egipcios, hace años, existía una Diosa Griega entre ellos. Era la amada de Rea y Ramses, el amado de Ta. Era la diosa de la Inmortalidad, el respeto y la codicia. ********* Todos los derechos reservados© NO SE PERMITEN...