Capítulo 8: Respuesta matadora.

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—Pase —digo mientras me limpio las lágrimas por no sé cuantas veces.

Ha pasado una semana desde que Nico me confesó su sexualidad.

No puedo creer que el sea Gay. Es decir, no tiene nada de malo pero podría haberme dicho eso antes de que me ilusione.

—¿Estás lista? —pregunta Ares entrando a la habitación.

—¿Sinceramente? No. Siento una fuerte presión en el pecho. Algo malo ocurrirá que interrumpira la paz en el mundo.

—Imaginaciones tuyas, Eses. Ahora vamos antes de que nos llamen —Ares tiende su brazo para que junte el mío.

***

Suspiro en cuanto oigo como comienzan a gritarse entre todos. Atenea y Poseidón. Hefesto, Ares y Afrodita y Apolo y Artemisa por otro lado.

—¡Silencio! —exclama mi hermano para que los demás dioses hagan tal cosa y regresen a sus asientos—. Otra vez han robado mi rayo —disimulada mente todos miramos a Poseidón y a Hermes incluyendo a Hades y Ares—. Sea quién sea el ladrón de mi rayo, deben saber que no le perdonaré la vida y lo mandaré a las profundidades de Tártaro junto con sus cómplices.

La mayoría asintió mientras que los otros se removieron incómodos.

En este momento yo me encuentro tranquila. Ya que mis hijos son incapaces de hacer eso y no ni siquiera saben de dónde queda el Olimpo.

Atenea levantó su mano.

—¿Qué hay de Apolo? —poco a poco la tensión que había desaparecido volvió a aparecer.

—Se convertirá en Mortal —pronunció Hera de forma inmediata. Su sonrisa malvada no me hacia otra cosa que pensar que ella había sido cómplice con algo de todo esto.

Apolo comenzó a palidecer. Sus manos reflejaban un brillo especial al igual que sus hermosos ojos.

—Debe haber otro castigo —comento seria. Varios dioses que no quiero nombrar me dieron una mala cara—. ¿Quién quedará a cargo del Sol? Yo opino en que lo dejemos trabajar en algunas cosas sucias de nosotros, ¿no? Se volvería como un semidios.

Varios al parecer le gustó esa idea. Mucho más a Zeus por su cara.

—Me parece bien —decidió mi hermano—. Haremos una lista de lo que queremos que haga. Una semana para cada uno.

—¿De cuánto tiempo estamos hablando del castigo? —preguntó muy nervioso Apolo.

—Un Milenio —dijo Poseidón sonriendo inocente.

Todos los dioses menos Apolo aceptamos.

—Pido a Apolo primero —dijo Afrodita sin dudarlo pero al parecer y estaba por hecho, que su marido se lo había llevado.

—Se levanta la sesión. Pueden retirarse —dijo la persona que me sacó del vientre de mi padre y derrotó a Cronos.

***

Nico di Angelo.

Cierro los ojos con fuerza en cuanto mis labios hacen contacto con los de Will. Es una sensación buena y placentera. Sus labios son suaves y con gusto a chocolate, que recién habíamos terminado de comer.

Si me hubiesen dicho lo que estoy haciendo ahora semanas atrás, seguramente me hubiese reído en sus caras de los ridículos que eran.

Me separo de él en cuanto escucho una tos fingida detrás nuestro. Bajo la cabeza al ver a Apolo viéndonos con una sonrisa de oreja a oreja.

Según me enteré, los dioses decidieron en darle un castigo por el problema con Octavian.

—Hola Will estás muy guay al igual que yo. Por cierto, sigue usando ese perfume —le da una palmada en la espalda—. Si haces sufrir a mi hijo pagarás las consecuencias Di Angelo.

—¡Apolo deja de molestar y ven rápido que necesito tu ayuda! —gritó un señor con una cosa blanca colgada de su cuello mediante mensaje Iris.

—¡Oh vamos! He estado con aceite y fuego toda la semana! Necesito aire fresco —gritó con enojo el Dios del Sol.

—Apolo —comienzo a temblar en cuanto escucho su voz. Su dulce, pacífica y linda voz—. Zeus manda decirte que tu semana con Hefesto termina ahora. Pasarás la semana con...

—Por favor que no sea Demeter —murmuró cruzando los dedos y viendo al cielo.

—Dionisio —Apolo a abrió sus ojos como platos.

—¿Qué? Se supone que él también  está con un castigo. ¡No puede tener un maldito esclavo cuando él es uno!—grita tocándose el corazón—. Me va a dar.

Eses rodea sus preciosos ojos. Los chicos, mis amigos, comienzan a acercarse gracias a sus gritos de nena.

—¿Qué está ocurriendo? —pregunta la novia de Jackson cruzandose de brazos.

—Nada que te importe, hija de Atenea.

—Estamos peleando por mis geniales servicios, bella Annie. Por cierto, estás grande —Percy, al ver la mirada que el Dios le mando, golpeó su nuca.

—Eses podrías volver por favor —suplicó este.

Ella no me había mirado en todo el esto que llevaba. Sólo lo vio a Will y a nuestras manos agarradas.

—Jackson yo no... —de repente otro mensaje iris se había formado en donde ella estaba.

—Te necesito —dijo un hombre con una especie de cinturon y sin remera con una toga. A su alrededor habían personas algo serias.

—¿Qué pasa? —pregunta seria Eses vistiendose como la primera vez que la vi en el Olimpo.

—Ha ocurrido unos inconvenientes con mi hija. Necesito que lo soluciones.

La mirada de Eses cambió completamente. Se podría decir que se veía el mismo Tártaro en ellos.

—Iré en cuanto pueda.

—Perfecto —el hombre le sonrió cariñosamente—. Te amo.

Mi cuerpo se tenso por completo al oír  eso. Por alguna razón, solté la mano de Will.

—También te amo, Ramses —dijo con ternura la diosa.

Y esa respuesta, hizo que desapareciera en viaje sombra para luego tirar todo lo que tenía a mi paso.

En multimedia, Ramses.

La Diosa Griega No Conocida [Nico Di Angelo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora