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Pasaron varias horas hasta que cruzamos lo que quedaba de Inglaterra hasta llegar a lo que sería la frontera de Escocia, cuya  fauna y  flora ya se empezaba a diferenciar de la inglesa.

A partir de ahí, nos empezamos a encontrar parajes extraordinarios, que parecían salidos de un cuento de hadas, frondosos bosques verdes, de los cuales a veces surgían los restos de alguna que otra construcción antigua,  bajo un cielo azul, el cual era surcado por una gran variedad de aves,  cuyo reflejo se podía observar impecable en los ríos por los que pasábamos al lado o ya cruzando un puente.

Viendo tales vistas, me era imposible el no asomar timidamente la cara por la ventana del copiloto, para poder admirar el paisaje que se expandía ante mi, el cual,  ya para entonces estaba adornado por un cielo que estaba siendo adornados con los rayos de sol del atardecer.

- ¿ Qué? ¿ Te gusta?  - preguntó James mirándome de reojo a la par que conducía

-Me encanta - contesté - Es lo más hermoso que he visto en mi vida

-En especial en este momento - dijo tomando una de mis manos, la cual descansaba encima de mi pierna

No sé lo que fue,  pero en cuanto su mano cogió la mía, entrelazando sus dedos con los míos, sentí como una corriente de electricidad me recorría el cuerpo entero, el cual hizo que ambos nos relajamos.

- ¿ Y dónde pasaremos la noche? - pregunté

- Conozco un hostal cerca de aquí,donde podremos pasar la noche a buen precio - contestó - ¿ Qué te parece?

- Me parece perfecto - contesté

- Tú si que eres perfecta. - dijo acariciando el dorso de mi mano con su pulgar.

Y de ahí, al cabo de unos instantes, llegamos a un hostal, donde aparcamos,  nos bajamos del coche y fuimos a pedir una llave de una de las cabañas que había al otro lado de la carretera, enfrente de un lago.

Minutos más tarde, encontramos nuestra cabaña, y en cuanto abrimos la puerta, nos encontramos con una estampa muy hogareña, aunque la cabaña que nos dieron era pequeña, en comparación con las otras, para nosotros era más que suficiente, tenia dos camas individuales y un pequeño armario, y para nosotros era más que suficiente,  y en cuanto entramos, lo único que hicimos fue ponernos  cómodos ,cada  uno en una de las camas, y minutos más tarde, nos quedamos dormidos.

La Maldición de la VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora